El día de la boda de Ricardo De Aragón y Francisco Valencia…
Como ya era su costumbre, Francisco se despertó muy temprano y parado en el jardín de rosas respiraba el dulce aroma de las flores... esta vez no disfrutaba tanto, quizás era por los nervios del evento que en unas horas se celebraría.
Don José, el jardinero, se acercó y le dijo: buenos días joven... luce cansado... no se ve como un hombre enamorado a punto de casarse...
El ojiazul contestó: soy un hombre que va a casarse, pero no estoy enamorado... no puedo estarlo cuando ni siquiera conozco al que será mi esposo...
J: en nuestros tiempos, los matrimonios son así... pero el amor es algo que surge de la convivencia... quizás ahora no siente nada por el doncel con el que se desposará, pero puede llegar a amarlo con el tiempo...
Francisco sonrió y dijo: ¿qué sabe usted del amor? tengo entendido que nunca se casó...
J: es cierto, no me casé con una persona... pero me casé con este jardín de rosas... a través de ellas he experimentado el verdadero amor... el amor a alguien es equivalente a lo que yo hago con estas flores... diariamente tengo que regarlas, cuidarlas, protegerlas... ¿no es lo mismo que usted hará con su doncel?
El ojiazul miró al anciano y contestó: no lo sé... todo lo que dice es muy poético, pero lo único que yo veo en esta boda es un compromiso en el que se mezclan intereses, ambiciones, pero no amor...
El jardinero cuestionó: ¿entonces por qué se casa? ¿por qué no cancela el matrimonio?
F: porque eso mataría de un disgusto a mi abuela... a pesar de todo, ella es el único pariente que me queda y quiero creerle... quiero creer que esto es lo mejor para mí...
**********
Y en la casa De Aragón, Magdalena hablaba con Cristian...
M: supongo que tu hermano debe estar muy nervioso en estos momentos, así que quiero que hables con él... tranquilízalo y dile cómo debe comportarse en este día tan importante para él...
C: ¿por qué quieres que yo lo haga?
M: porque tú eres su hermano mayor y creo que deben tener un último momento a solas... después de todo, hoy Ricardo se desposa y ya no vivirá en esta casa, además tú te vas en unos días para profesar y ya tampoco vivirás aquí... creo que esta plática entre ustedes será una despedida...
Con gesto triste, Cristian respondió: tienes razón mamá... iré a ver a Ricardo ahora mismo...
M: hazlo... en cuanto termines de hablar con él, búscame para que me cuentes lo que te dijo...
Luego que Cristian se fue a la habitación de Ricardo, Magdalena entró a su propio cuarto para elegir las joyas que portaría en la celebración.
Con una gran sonrisa, se decía para sí misma: debo ponerme las mejores joyas... debo lucir radiante... hoy mi hijo se casa con uno de los herederos con mayor fortuna en la región... desde hoy volveré a ser millonaria y tendré la vida que merezco...
Además de seleccionar sus joyas, la mujer también acariciaba su vestido y el sombrero que usaría para la ceremonia.
Los minutos pasaron y Cristian no aparecía para decirle lo que había platicado con su hermano.
Impaciente, Magdalena se dirigió a la habitación de Ricardo… la puerta estaba cerrada... tocó, pero nadie contestó.
La mujer abrió la puerta que no tenía llave y dijo: ¿Ricardo? ¿Cristian? ¿están aquí?
Magdalena se sorprendió al encontrar a Cristian inconsciente en el suelo.
Rápidamente se acercó a su hijo mayor: Cristian, ¿qué pasó?
El doncel pelinegro abrió sus ojos lentamente y dijo: ¿mamá? ¿qué sucede?
M: eso es lo que te preguntó... ¿qué pasó? ¿dónde está tu hermano?
C: n-no lo sé... entré al cuarto y sentí que algo me golpeó y no sé más...
Apresuradamente, la mujer buscó en el baño a su hijo menor y de pronto se dio cuenta que en el clóset faltaba ropa... a su mente llegó la peor de las ideas.
M: no, no puede ser... no puede ser...
Cristian se acercó y dijo: ¿qué tienes mamá?
Con la mirada nublada, Magdalena dijo: tu hermano no me puede hacer esto... no se lo voy a permitir...
El inocente pelinegro no alcanzaba a entender lo que sucedía cuando vio a su madre salir corriendo de la habitación mientras gritaba: ¡Ricardooooooooooooo!
**********
En la mansión de los Valencia todo era una locura, ya que ahí mismo se realizaría la boda civil y la recepción... doña Teresa, la anfitriona, no dejaba de dar indicaciones, pues deseaba que este fuera un evento inolvidable para la sociedad del pueblo, después de todo se trata del matrimonio del único heredero de esta familia.
Con tono severo, la mujer le decía a una de las sirvientas: ya te dije que esas flores no van ahí y el jarrón tampoco es el que te indique... es que no puedes hacer una cosa bien...
Los gritos de su abuela llamaron la atención de Francisco, que se acercó a la mujer para calmarla.
F: tranquila abuela... si sigues gritando así te dará un infarto...
T: es que ya falta muy poco para la ceremonia y aún hay muchas cosas que hacer... y tú mírate, ni siquiera te has bañado, se te va hacer tarde...
Sonriendo, el ojiazul contestó: por Dios abuela, aún quedan varias horas... yo estoy listo en 10 minutos, así que no te preocupes...
T: es que quiero que hoy salga todo perfecto... no quiero que nada arruine este día...
F: pues entonces tranquilízate...
T: no puedo hacerlo... para colmo Jaime no regresa de un mandado...
F: ¿el chófer? ¿para qué lo quieres?
T: es que una prima lejana viene de la capital y quedé que la irían a recoger a la estación del tren... seguramente ya llegó y Jaime aún no va por ella...
F: no te preocupes... dame el nombre de tu prima y yo voy a recogerla...
T: ¿qué dices? claro que no... tú no eres un chófer...
F: abuela, Jaime está muy ocupado y yo no estoy haciendo nada... déjame ayudarte... no me rebaja en nada ir a buscar a tu pariente...
T: ella también es tu tía... y bueno, está bien... ve a buscarla a la estación, pero por favor no te tardes... no vayas a ser tú el que llegue tarde a la boda...
Con una sonrisa franca, el varón respondió: te prometo que no me tardo... ya te dije que me bastan 10 minutos para vestirme para mi matrimonio...
**********
Pero mientras en la mansión Valencia pasaban algunos momentos de tensión, en la casa De Aragón se vivía una verdadera tragedia.
¡Ricardooooooooooooooooo!
Ese era el grito de Magdalena, quien desesperada buscaba por toda la casa a su hijo menor.
Cristian, el mayor de sus hijos, se acercó para decirle: no lo encuentro mamá... Ricardo no está en la casa...
Con ojos furiosos, la mujer agarró bruscamente por los hombros al doncel pelinegro: esto es tu culpa... lo dejaste escapar cuando entraste a su cuarto... eres un tonto, no sirves para nada...
C: no me digas eso... yo no tuve la culpa... Ricardo me golpeó cuando entré... ¿cómo podría saber que haría algo así?... además, tú me mandaste hablar con él...
M: ya cállate... tus lamentos no me dejan pensar bien... tengo que encontrar a tu hermano... hoy es su boda... él no me puede hacer esto, no me puede dejar en ridículo frente a todos...
C: si puedo ayudarte en algo yo...
Con la voz temblorosa por los nervios, la mujer respondió: sí, tenemos que salir a buscarlo en todas partes... seguramente se fue con el muerto de hambre del tal Esteban... si tan solo supiera dónde vive...
Cristian dudó en hablar, pero lo hizo: mamá... y-yo sé donde vive ese hombre...
Los ojos de Magdalena brillaron: ¿de verdad lo sabes? ¿dónde vive?
C: se hospeda en una pensión a orillas del pueblo...
M: perfecto... vamos a buscarlo ahora mismo... acompáñame... voy a poner fin al capricho de tu hermano...
Al ver a su madre muy agitada, Cristian le dijo: mamá, tranquila... no vayas hacer algo de lo que te arrepientas después...
M: de lo único que me arrepiento es de no haber mandado a la cárcel a ese maldito donnadie, pero ahora me las va pagar... haré que Ricardo vea de lo que soy capaz... vámonos...
El pelinegro salió de la casa junto a su madre rumbo a la pensión donde vivía Esteban.
**********
Mientras tanto en la estación del tren, Francisco buscaba a su tía... el lugar estaba lleno de gente, algunos llegaban de la capital del país y otros esperaban para partir.
Como no conocía a la prima de su abuela, Francisco caminaba acercándose a las mujeres que se parecieran a la descripción que le habían dado.
Andando sin rumbo y entre la gente, el ojiazul no se percató de alguien que se acercaba corriendo con una maleta y que terminó chocando con él.
Era Ricardo, quien presurosamente buscaba a Esteban en la estación... su nerviosismo lo hizo chocar de frente con Francisco... el doncel se estrelló en el amplio pecho del ojiazul terminando en el suelo.
Con la caballerosidad característica de Francisco, extendió su mano al doncel para ayudarlo a levantarse.
Fue en ese momento que los ojos verdes de Ricardo se toparon con los azules ojos de Francisco... el rubio observó fijamente el varonil rostro del hombre que estaba frente a él.
El varón dijo: disculpe, no lo vi... ¿se lastimó?
El doncel respondió: n-no se preocupe, estoy bien... también es mi culpa por no fijarme...
Rápidamente, Francisco se agachó para recoger la maleta del rubio y se la entregó cortésmente: tome su equipaje y una vez más, le ofrezco mis disculpas...
Con una coqueta sonrisa, Ricardo dijo: tranquilo, no pasa nada... estoy bien...
F: con su permiso...
El rubio vio alejarse a Francisco sin imaginarse siquiera que la persona con la que había tropezado era precisamente la razón por la que huía... era como si el destino le jugara una broma, pues ese atractivo varón era el hombre con quien dentro de unas horas debía de casarse.
Ricardo continuó su camino hasta que sus ojos toparon con la persona que más anhelaba ver.
Recargado en una pared de la estación se encontraba Esteban... cuando el pintor vio a Ricardo a sólo unos metros de distancia, sus ojos se iluminaron de alegría... el tiempo se detuvo para ambos jóvenes, quienes corrieron con los brazos abiertos para estrecharse en un fuerte y apasionado abrazo.
Sin importarles la gente que iba y venía, Ricardo y Esteban se besaron ardientemente… era una caricia que para las costumbres de la época podía ser descarada o atrevida, pero en esos instantes, para los amantes sólo existían ellos y nadie más.
Una vez que el beso terminó, Esteban dijo: temía tanto que no llegaras... que te arrepintieras en el último momento...
Mirándolo a los ojos, Ricardo respondió: nada podría impedirme que viniera... quiero irme contigo... no quiero seguir en este pueblo... vámonos de una vez...
E: ya falta muy poco mi amor... nuestro tren sale en media hora...
R: ¿media hora?
E: sí, pero no temas... en 30 minutos partiremos a una nueva vida...
R: es que tengo miedo... seguramente mi mamá ya se dio cuenta que me escapé y puede venir y...
Esteban besó la frente de Ricardo y lo estrechó entre sus brazos: tranquilo... ya estás conmigo y sólo muerto permitiría que te separarán de mí... hoy nos vamos de Santo Domingo y nadie podrá impedirlo...
Ricardo recargó su cabeza en el pecho de su novio, pero aun así sentía que sus piernas y manos temblaban por los nervios... sabía que su madre no se quedaría sin hacer nada y temía lo peor.
**********
Ricardo no se equivocaba en sus presentimientos, pues en esos momentos Magdalena estaba en la pensión que habitaba Esteban.
Acompañada de Cristian, la mujer hablaba prepotentemente con la encargada del lugar.
M: quiero ver ahora mismo a Esteban Domínguez... y no me lo nieguen porque sé que se hospeda aquí...
Encargada: no se lo niego señora, pero la persona que busca ya no está... abandonó la pensión esta mañana...
M: miente, está protegiendo a ese tipejo... dígale que salga ahora mismo...
Encargada: le digo la verdad, pero si lo duda puede entrar a buscarlo usted misma... que su hijo le indique el cuarto, él ya vino una vez a ver al pintor...
Cristian abrió los ojos grandemente ante las palabras de la mujer, ya que su madre no sabía que él había estado ahí.
Magdalena miró al pelinegro y lo cuestionó: de qué habla esta mujer... ¿cómo que tú ya estuviste aquí?
Tartamudeando, el doncel respondió: e-es una larga historia... e-este no es el momento...
M: más tarde vas a explicarme muchas cosas Cristian...
Dirigiéndose nuevamente a la encargada, Magdalena dijo: dígame, si Esteban ya se fue ¿no sabe a dónde?
Encargada: sólo dijo que se iría a la capital del país... dejó todo pagado y se fue...
M: ¿a la capital? entonces tiene que tomar el tren...
Magdalena salió presurosamente de la pensión, seguida por Cristian que le preguntó: ¿qué vas hacer mamá?
M: vamos a buscar a tu hermano a la estación del tren...
C: pero la encargada dice que Esteban salió solo de este lugar... quiere decir que Ricardo no va con él...
M: ay por favor, no seas ingenuo... si no está con este tipo ¿entonces a dónde crees que escapó tu hermano?
C: pues quizás se fue a la casa de su amigo Ariel...
Magdalena dudó por unos segundos y luego dijo: no lo creo, pero para salir de dudas, tú te irás a la casa de Ariel mientras que yo iré a la estación del tren... falta poco para la boda... tenemos que encontrar a tu hermano cueste lo que cueste ¿entendiste?
C: sí mamá...
Magdalena y Cristian tomaron caminos distintos, pero con un mismo objetivo, encontrar a Ricardo.
**********
En la mansión Valencia, Francisco salía de bañarse cuando tocaron a la puerta de su habitación... era su abuela...
T: ya instalé a tu tía en la casa de huéspedes... afortunadamente sólo estará hoy para la ceremonia y mañana se irá... es una mujer insoportable...
F: a mí me causó gracia... bastó el trayecto de la estación para acá, para que me contará toda su vida...
T: es una chismosa de lo peor, pero bueno, veo que ya te bañaste... falta muy poco para que los invitados comiencen a llegar, no serán muchos, pero sí muy importantes...
F: te vuelvo a repetir que no demoro más de 10 minutos en cambiarme...
T: ya sé, pero antes quiero entregarte algo...
F: ¿qué cosa?
La anciana sacó de su bolsa un estuche que contenía un antiguo reloj de bolsillo.
T: este reloj ha pasado de generación en generación entre los hombres de la familia, mi esposo se lo entregó a tu padre el día que se casó y aunque él ya no está aquí para dártelo, yo te lo entrego en su nombre... es el símbolo de que ahora tú serás la cabeza de esta familia.
Emocionado, Francisco tomó en sus manos ese reloj que era de gran valor estimativo...
F: gracias abuela... voy a cuidarlo mucho...
T: hijo, hoy comienza una nueva vida para ti... serás un hombre casado y quizás muy pronto seas también padre... ¿no te emociona todo esto?
El ojiazul guardó silencio y la mujer preguntó: ¿por qué no me contestas?
Francisco respondió con voz firme: abuela, ¿qué pasaría si yo te dijera que no quiero casarme con el doncel que me elegiste? ¿qué pasaría si te dijera que quiero ser yo quien elija a la persona que quiero para casarme?
**********
Mientras tanto en la estación, Ricardo y Esteban ya habían abordado el tren que estaba por salir para la capital.
El rubio que siempre había viajado en primera clase ahora debía hacerlo en un vagón con servicio de baja categoría... cerca de él se sentó una familia pobre y Ricardo observaba sorprendido las humildes vestimentas de las personas, así como su forma de comportarse y hasta de comer.
El olor del lugar también le resultaba desagradable, el rubio sentía la necesidad de taparse la nariz para no respirar el hedor a pobreza que se respiraba en ese vagón.
La incomodidad del doncel no pasó inadvertida para Esteban, quien le preguntó: ¿te pasa algo? ¿te sientes mal aquí?
Ricardo no quiso ofender a su novio, por lo que mintió: no, es sólo que sigo muy nervioso... ¿cuánto tiempo más tenemos que esperar?
Como respuesta, el rubio escuchó el silbato de la locomotora, que anunciaba su salida.
Esteban dijo: ya nada... nos vamos ahora mismo... Ricardo, aún estás a tiempo de arrepentirte, ¿quieres irte conmigo?
R: ya te dije que sí... iré contigo hasta el fin del mundo si fuera necesario...
El varón sonrió y besó tiernamente los labios del doncel al tiempo que las ruedas del tren comenzaban a desplazarse por las vías de metal.
En esos instantes, Magdalena entró a la estación buscando con la mirada a su hijo menor o al pintor.
Con paso apresurado, se dirigió a las ventanillas de atención y preguntó: señorita ¿a qué hora sale el tren que va para la capital?
Señorita: está saliendo ahora mismo señora...
M: ¿qué? eso no puede ser... tiene que detenerlo...
Señorita: lo siento, pero no se puede... el tren ya está en marcha...
M: usted no sabe quién soy yo... le ordeno que haga detener ese tren...
Señorita: lo siento, pero sólo puedo pedir que lo detengan si hay alguna orden de la policía...
M: usted es una inútil igual que todos...
Olvidándose de la clase y la elegancia, Magdalena corrió hacia las vías... empujando a quien se le cruzara en frente, la mujer llegó hasta donde los últimos vagones se desplazaban lentamente.
Tocando las ventanillas, Magdalena comenzó a gritar: ¿Ricardo estás ahí? ¿Ricardo?... Ricardo respóndeme... alguien detenga este tren... deténganlo...
Las personas, que despedían a quienes partían, observaban a la desesperada mujer, pero no hacían nada.
El tren comenzó a alejarse de la estación mientras que Magdalena intentaba correr detrás de la locomotora sin dejar de gritar.
M: Ricardo, tienes que bajarte del tren... escúchame, no me puedes hacer esto... tienes que regresar conmigo...
Las lágrimas de impotencia y desesperación se mezclaban con los gritos de la ambiciosa mujer.
M: Ricardo, tienes que regresar... no te vayas, no me dejes así... Ricardooooooooo...
El doncel rubio que iba en uno de los vagones de la mitad del tren le dijo a Esteban: ¿escuchaste?
E: ¿qué cosa?
R: creí escuchar la voz de mi mamá...
E: yo no escuché nada... debe ser tu imaginación...
R: sí, puede ser...
Esteban colocó la cabeza del rubio en su pecho y le susurró: duérmete... llegaremos a la capital en la noche... ahora descansa... yo velaré tu sueño...
Ricardo no dijo más y cerró sus ojos mientras escuchaba el fuerte latir del corazón de Esteban.
El rubio también sentía la agitación de su propio corazón... era por la incertidumbre de lo que le esperaba... como sea, ya era demasiado tarde para arrepentirse... Ricardo y Esteban ya iban en el tren hacia una nueva vida.
**********
Y en la mansión Valencia, doña Teresa observaba fijamente a su nieto...
T: supongo que es una broma lo que me dices Francisco... una broma de muy mal gusto...
F: ¿por qué crees que es una broma? ¿acaso no tengo derecho de arrepentirme de casarme con un doncel que ni siquiera conozco?
Azotando su bastón en el suelo, la anciana respondió: no tienes ese derecho... no ahora que la boda está por realizarse en unas horas... tú y yo hicimos un trato... tú aceptaste y si eres un caballero debes respetar tu palabra hasta el último instante...
El ojiazul habló con firmeza: precisamente porque soy un caballero voy a casarme, pero también debo decirte que ahora me arrepiento de haber aceptado este absurdo trato... no sé por qué tengo que casarme con ese tal Ricardo De Aragón...
T: porque es lo mejor para ti... tienes la edad para desposarte y como un Valencia debes hacerlo con alguien de buen apellido... de buena familia como la De Aragón...
F: pero si esa familia ya está en la ruina...
T: está en la ruina, pero aún ostenta su abolengo y buen nombre... precisamente por eso Magdalena aceptó casar uno de sus hijos contigo... al ser tú un hijo ilegítimo, la sociedad no te ve con buenos ojos, pero ahora que te cases con un doncel de buena cuna, serás un hombre casado y respetable... todos tendrán que agachar la cabeza ante ti...
F: esto sigue pareciéndome una locura...
T: no es una locura... es por tu bien... por tu buen nombre y el de nuestra familia...
F: ¿y dónde queda el amor? yo no amo al doncel con el que me voy a casar...
La anciana río sarcásticamente: ay por favor hijo... el amor en estos casos es lo que menos importa... el matrimonio es sólo un negocio que debe resultar conveniente para ambas partes... si la pareja se ama o no, eso es lo de menos...
F: pues para mí es desastroso saber que voy pasar mi vida unido a alguien que quizás no llegue amar nunca...
T: pero desastroso ¿por qué?... hijo, el que tú te cases no impide que sigas con tu vida... este doncel sólo será tu pareja ante la sociedad y también la madre de tus hijos... fuera de esta casa puedes tener los amantes que quieras y que te satisfagan...
Francisco miró sorprendido a la anciana: ¿cómo puedes hablar con tanta frialdad abuela?
T: hablo con la verdad... así es como se manejan las cosas en nuestra sociedad... mira a tu padre, ¿acaso tú no eres el resultado de una de sus aventuras?
El ojiazul respondió bruscamente: por favor abuela, no hablemos de eso...
Teresa se acercó a su nieto y le acarició la mejilla: discúlpame si te lastimo, pero no debes temer por esta boda... tú eres hombre y tienes todas las libertades que la sociedad te concede... resulta peor para ese pobre doncel que se va casar contigo, él sí que perderá toda su libertad... cuando entre a esta casa, deberá cumplir con todo lo que nosotros queramos... ese doncel deberá vivir sólo para satisfacerte, sólo para eso...
**********
Dentro de la casa De Aragón, Cristian caminaba muy nervioso... tenía rato que había regresado de ver al amigo de Ricardo sin haber encontrado a su hermano.
El doncel escuchó que la puerta se abrió y segundos después vio aparecer a su madre caminando lentamente y con un gesto en el rostro que le provocó escalofríos.
C: ¿q-qué pasó mamá?
Tirándose pesadamente en el sillón, Magdalena respondió: se fue... Ricardo se fue... no pude detenerlo...
La mujer comenzó a llorar con desesperación: no pude detener a tu hermano... ese maldito muerto de hambre se lo llevó... ojalá y se pudra en el infierno... no sabes cuánto odio a ese desgraciado pintor de cuarta... si pudiera lo mataría con mis propias manos...
C: por favor mamá... no hables así... Dios puede castigarte...
M: ¿qué más castigo me puede dar Dios?... es obvio que Dios se olvidó de mí...
Cristian se sentó junto a su madre y dijo: el dolor te está haciendo blasfemar... tranquilízate... voy a llamar al doctor o te pondrás mal...
M: no llames a nadie... no quiero ver a nadie... Dios Mío ¿qué voy hacer ahora?
C: p-pues tendrás que cancelar la boda...
Magdalena gritó furiosa: ¿eres estúpido o qué? ¿cómo voy a cancelar la boda ahora? los invitados ya deben estar llegando a la mansión Valencia...
C: ¿y qué otra cosa puedes hacer? Ricardo escapó... tienes que hablar con doña Teresa, ella tiene que comprender y...
La conversación fue interrumpida por una sirvienta que dijo: señora, acaban de traer este ramo de rosas... lo envía doña Teresa Valencia, dice que es para que el señorito Ricardo lo porte cuando entre a su casa...
Cristian y Magdalena sólo se miraron sin saber qué decir ni qué hacer.
**********
En la mansión Valencia, los primeros invitados ya habían llegado... se trataban del alcalde y su familia... también estaban los regidores del pueblo y algunas otras personas de abolengo... ninguno era amigo de Francisco, ni siquiera lo reconocían como legítimo heredero, pero precisamente por eso doña Teresa los había invitado, para demostrarles a todos que, aunque su nieto era un bastardo, se casaría con un doncel de buena cuna.
En esos instantes, Francisco apareció por las escaleras vistiendo un esmoquin color negro... la galanura del varón era más que evidente.
Todos comenzaron a aplaudir y el ojiazul sonrió sabiendo que se encontraba en medio de gente hipócrita que sólo estaba ahí por conveniencia.
Teresa le dijo: te ves guapísimo hijo... al verte creo estar viendo a tu padre el día de su boda...
Francisco contestó: y mi futuro esposo ¿dónde está?
T: debe estar por llegar... como doncel a él le toca llegar después... seguramente ya no debe de tardar...
Doña Teresa estaba muy lejos de imaginar que el doncel comprado para su nieto había escapado.
**********
En la habitación de Ricardo, Magdalena acariciaba el amplio velo que doña Teresa le había dado.
Cristian entró con una taza en las manos: supuse que estabas aquí... te preparé un té para que te tranquilices mamá...
M: nada puede calmarme ahora... me espera sólo la vergüenza...
El pelinegro se acercó y dijo: no te preocupes... yo no te voy a dejar sola... voy ayudarte en estos difíciles momentos... haré lo que sea por ti...
La mujer miró a su hijo y preguntó: ¿de verdad harías lo que fuera por mí?
C: por supuesto... te quiero mucho mamá...
Magdalena tomó por los hombros a su hijo y habló con voz firme: entonces cásate tú con Francisco...
Las palabras de su madre hicieron que Cristian dejara caer la taza de té al suelo...
C: ¿q-qué dices?
M: es la única salida... doña Teresa está esperando a un doncel para casarse con su nieto... si Ricardo no está, tú tienes que casarte con él...
C: no estás pensando con claridad... es absurdo lo que me dices...
M: no es absurdo... si tú no te casas con Francisco, doña Teresa no me perdonará... ella me prestó un dinero y si la dejo en ridículo es capaz de quitarnos todo y hasta de enviarme a la cárcel...
Con los ojos llenos de lágrimas, el pelinegro dijo: pero no puedo hacer lo que me pides... ellos esperan que Ricardo sea quien entre para casarse no a mí...
M: eso no importa... vas a usar este velo que cubrirá tu rostro... no se darán cuenta que quien entra eres tú y no tu hermano...
C: pero eso sólo los engañará unos momentos... ¿qué pasará después?
La mujer vociferó: ya lo veremos... Francisco tiene que casarse con un doncel... de lo que pase después ya nos ocuparemos más tarde... pero ahora debes vestirte y hacerte pasar por tu hermano en esa ceremonia...
C: no mamá... yo no puedo hacerlo... te suplico que no me obligues a ser parte de este engaño...
Llorando, Magdalena dijo: si me quieres como dices tienes que hacerlo... te lo suplico Cristian, haz lo que te pido...
Con voz temblorosa, el doncel insistió: no mamá... entiende que lo que me pides es una locura y a la larga resultara peor... no puedo hacerlo...
M: muy bien, si tú no lo haces entonces no me queda más que una cosa...
C: ¿qué?
M: la muerte... voy a quitarme la vida...
C: no mamá, no digas eso...
M: prefiero morirme a pasar la humillación y la miseria que me espera... te juro que me mato si no haces lo que te pido... te juro que me mato...
Con el rostro bañado en llanto, Cristian veía a su madre enloquecida y capaz de hacer cualquier cosa.
**********
Poco después en la mansión Valencia, el juez que casaría a la pareja llegó... el único que faltaba en aparecer era el doncel que se desposaría con Francisco.
Los invitados ya comenzaban a murmurar ante la tardanza del joven De Aragón.
El ojiazul le susurró a doña Teresa: parece que mi novio se arrepintió en el último momento...
Severamente, la anciana respondió: no bromees con eso... ¿quiénes se creen esos para tardarse tanto?
F: quizás la señora Magdalena encontró un mejor benefactor...
T: te juro que si esa mujer no cumple con su palabra, la haré pagar con el peor de los infiernos...
La anciana dejó a Francisco y le habló a uno de sus criados: quiero que vayas ahora mismo a la casa De Aragón... necesito saber por qué se están demorando tanto...
El mozo obedeció, pero minutos después volvió: señora, no tengo que ir a la casa De Aragón... el carruaje del doncel acaba de llegar...
Teresa sonrió ampliamente y avisó a todos que el doncel había llegado... los invitados se colocaron en el lugar que les correspondía... el juez se paró detrás de la mesa dispuesta para la ceremonia… y Francisco, al lado de su abuela.
Los músicos comenzaron a tocar la marcha nupcial, segundos después entró Magdalena, quien fingiendo una sonrisa llevaba del brazo a su hijo doncel.
Cristian vestía un elegante traje blanco... en sus manos llevaba un abundante ramo de rosas rojas y su cabeza era cubierta por el espeso velo blanco, que apenas permitía apreciar sus delicadas facciones.
La prima de Teresa que estaba al lado suyo le dijo: el velo que está usando ese doncel se parece al que tú usaste en tu boda...
T: es el mismo que yo usé... quise que él también lo usara para casarse con mi único nieto...
La imprudente prima añadió: pues aunque el velo es hermoso, desearía ver el rostro del doncel...
T: ya lo conocerás cuando termine la ceremonia... te aseguro que es un chico bellísimo, es rubio y de ojos verdes...
Magdalena y Cristian llegaron hasta donde Francisco y Teresa estaban parados.
La anciana habló primero: bienvenida a mi casa Magdalena... bienvenido Ricardo, colócate al lado de tu futuro marido...
Francisco tomó la mano de Cristian y la besó galantemente.
F: es un placer tenerte aquí Ricardo...
Haciendo un esfuerzo para que las palabras salieran de su boca, Cristian dijo tartamudeando: gra-gracias...
El timbre de voz se le hizo conocido al ojiazul, pero antes de decir algo, Magdalena habló: mi hijo está muy nervioso... ¿por qué no comenzamos de una vez?
Teresa dijo: sí... señor juez empecemos con la ceremonia...
Francisco y un tembloroso Cristian se colocaron frente al juez mientras que Magdalena y doña Teresa se ubicaron detrás de los novios.
La anciana le preguntó a Magdalena: ¿y tu otro hijo? ¿no vino a la boda?
Limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo, la mujer respondió: n-no... él está en el convento...
T: parece que estás muy nerviosa querida...
M: no son nervios... es la emoción de ver a mi hijo casarse...
La ceremonia civil comenzó y llegó el momento de la pregunta.
Juez: señor Francisco Valencia, ¿acepta como su consorte al doncel Ricardo De Aragón?
Tras unos segundos de silencio, el ojiazul contestó resignado: sí, acepto...
Juez: joven Ricardo De Aragón, ¿acepta como su esposo a Francisco Valencia?
Cristian sentía un nudo en la garganta que le impedía responder... deseaba salir corriendo... rezaba a Dios para que algo pasara y terminara con ese engaño que estaba cometiendo.
El juez repitió: joven Ricardo De Aragón, ¿acepta como su esposo a Francisco Valencia?
Llena de nervios, Magdalena dio sutilmente una palmada en la espalda de Cristian, quien reaccionó para finalmente responder: s-sí... sí acepto...
Juez: muy bien, colóquense los anillos y después procederemos a la firma del acta...
Con la mano temblándole, Cristian colocó el anillo en la mano derecha de Francisco.
El ojiazul se percató del temblor de su doncel y cuando le colocó el anillo le susurró: tranquilo, no temas...
Esas palabras fueron como un bálsamo de alivio para Cristian, quien se sentía atormentado por estar engañando tan cruelmente al caballero que se portó tan gentil con él las pocas veces que lo había tratado.
Minutos después, los novios firmaron el acta de matrimonio, seguidos de los testigos.
El juez pronunció: muy bien, una vez cumplidos todos los requisitos de ley me complace decir lo siguiente... señor Francisco Valencia, joven Ricardo De Aragón, los declaro marido y doncel...
Todos comenzaron a aplaudir... Teresa sonreía satisfecha mientras que Magdalena no dejaba de sudar frío por los nervios.
Como es costumbre, los invitados comenzaron a corear: beso, beso, beso...
El juez dijo con una sonrisa: señor Valencia, ya puede besar a su doncel...
Esas palabras horrorizaron a Cristian, quien vio a Francisco esbozar una sonrisa y tomar con sus manos el velo que cubría su rostro.
El ojiazul comenzó a levantar el velo para revelar ante todos los invitados el rostro de su consorte.
El velo del engaño estaba por caer y descubrirse que el doncel que se casó con Francisco no era Ricardo sino Cristian.
Continuará...

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