4.- Cartas


Con una sonrisa en los labios y una rosa en las manos, Cristian caminaba por las calles de Santo Domingo... cuando estaba por llegar a su casa, alguien lo jaló bruscamente arrinconándolo en la pared.

Era Esteban, quien mirándolo a los ojos le dijo: Cristian tenemos que hablar...

El doncel intentó alejarse diciendo: suélteme, yo no tengo nada que hablar con usted...

Pero el ojiverde era más fuerte y respondió: tenemos que hablar de tu hermano...

C: deje en paz a mi hermano... se lo suplico... su presencia sólo lo hará sufrir...

Esteban sonrió irónicamente: ¿así que eres igual que tu madre? también piensas que soy un muerto de hambre que no debe estar con Ricardo...

Cristian contestó con firmeza: yo no creo que sea eso que dice... simplemente creo que usted y Ricardo son muy diferentes, las diferencias que existen en ambos nos les permitirían ser felices...

E: sí, es verdad que somos muy distintos, pero nos amamos... Ricardo me ama y yo a él...

El pelinegro se sorprendió ante las palabras de Esteban y preguntó: ¿usted ama a mi hermano?

E: sí, te aseguro que no es interés lo que siento por Ricardo... lo amo de verdad y por eso necesito que le entregues esto...

El hombre sacó un sobre de su pantalón y se lo dio a Cristian para después añadir: tu madre no quiere que vea a tu hermano, pero necesito comunicarme con él... Ricardo siempre me dijo que eras una persona noble entregada al servicio de Dios... si hay algo de nobleza en tu corazón, te suplico que le entregues esta carta a tu hermano...

Tras dudarlo unos instantes, Cristian tomó el sobre y dijo: está bien, pero será la única vez que haga esto... ya me cansé de ser mensajero...

Esteban sonrió y dijo: gracias...

Cristian se alejó sin decir más y rápidamente entró a su casa.

Magdalena estaba en la sala cuando vio llegar a Cristian.

M: por fin regresas... ¿qué te pasa? vienes muy nervioso...

C: n-no me pasa nada... sólo estoy cansado...

M: ¿y qué pasó? le entregaste la carta al prometido de Ricardo...

C: sí mamá... todo salió como esperabas... le di la carta, la leyó y me envió su agradecimiento y saludos para Ricardo...

La mujer sonrió satisfecha por su logro cuando de repente se percató de la rosa que Cristian llevaba en sus manos.

M: ¿y esa rosa?

C: me la dio Francisco...

M: es para tu hermano supongo...

C: ehhhh... sí claro... es para él...

Magdalena extendió su mano diciendo: dámela entonces... yo misma se la entregaré a Ricardo...

C: es que, prefiero dársela yo... además, tú eres alérgica a las flores ¿recuerdas?

M: ah sí... y sirve que así le cuentas a tu hermano sobre la enorme mansión de los Valencia... quizás eso lo entusiasme para casarse con su prometido...

Cristian sólo asintió y subió velozmente las escaleras.

Antes de ir con Ricardo, el doncel pelinegro dejó la rosa en su cuarto y después entró a la habitación de su hermano, quien no estaba de muy buen humor.

C: buen día hermano, ¿cómo estás?

El rubio miró con desdén al ojicafé y respondió: ¿cómo quieres que esté? no se puede estar bien viviendo preso...

C: te entiendo, pero...

R: no, ni tú ni nadie pueden entenderme... estoy a punto de enloquecer en este encierro...

C: pronto serás libre...

R: ¿cuando me case? eso sólo significará pasar de una prisión a otra... yo no quiero casarme con un hombre al que ni siquiera conozco...

Cristian sonrió y dijo: ¿qué crees? yo acabo de conocer a tu prometido...

Sorprendido, el ojiverde dijo: ¿qué? ¿él vino a esta casa?

C: no, yo fui a la mansión Valencia por un encargo de mamá y ahí lo conocí...

R: ¿y cómo es? ¿es viejo, gordo, feo?

El pelinegro calló por unos instantes y luego respondió: él es... es el hombre más guapo que he visto en toda mi vida...

Ricardo rio con ironía: jajajaja... pero ¿cuántos hombres has visto tú? te la has vivido encerrado en un convento...

C: pues aunque lo dudes... Francisco Valencia es un caballero muy atractivo y galante...

Con tono caprichoso, el rubio dijo: quizás sea todo un galán, pero al que yo quiero es a Esteban...

C: ¿insistes con eso?

R: sí… y ahora que ya conoces a mi prometido, quiero hacerte una propuesta...

C: ¿una propuesta?

Ricardo se acercó a su hermano y tomándolo de las manos le dijo: Cristian ¿por qué no te casas tú con Francisco?


C: ¿qué dices?

R: piénsalo, si tú te casas con ese hombre podrías ayudar a mamá y también me ayudas a mí porque me liberas de este compromiso...

Cristian se alejó de Ricardo diciendo: ¿te has vuelto loco? en unas semanas voy a profesar como fraile...

R: ay por favor Cristian... no me digas que tu sueño es ser religioso... fue mamá la que siempre te inculcó la idea de ser fraile, pero si aceptas mi propuesta podrías casarte y ser feliz al lado de un hombre rico... es mejor eso a vivir encerrado en un convento ¿no crees?

C: lo que creo es que el estar tanto tiempo en tu cuarto te ha nublado la cabeza...

R: por favor hermano, acepta lo que te pido... yo me encargo de convencer a mamá...

C: no Ricardo... mamá ha decidido que tú te cases con Francisco y que yo sea fraile... Dios manda que los hijos obedezcamos a nuestros padres, así que debemos hacer lo que nuestra madre quiere...

R: pues me niego a hacerlo...

C: como quieras... me voy a mi cuarto...

Cristian estaba por salir cuando en un gesto de nobleza decidió entregar la carta de Esteban a Ricardo.

C: se me olvidaba... esta carta te la manda Esteban... me la entregó hace un rato...

Los ojos verdes de Ricardo se iluminaron de alegría: ¿una carta de Esteban? 
gracias Cristian... voy a leerla rápido para que puedas llevarle una respuesta...

El pelinegro dijo con voz recia: no, yo no voy a llevarle nada... como le dije a él no voy a seguir siendo su mensajero...

Cristian no dijo más y salió de la habitación.

Con el sobre en sus manos, Ricardo susurró: estúpido mojigato...

De inmediato, el rubio abrió la carta y leyó su contenido...

"Mi amor... imagino lo terrible que debes estar pasándola… intenté hablar con tu madre de lo nuestro, pero únicamente recibí insultos y burlas... es obvio que ella nunca aceptará lo nuestro... después de todo lo que me dijo dudé en escribirte esta carta porque casi me convenció de que no soy digno de ti y debería alejarme... pero en un último arranque de locura te pido que seas tú quien me diga si estás a dispuesto a luchar por lo nuestro... quiero saber si por mí eres capaz de renunciar a los lujos y embarcarte en una aventura donde sólo habrá sueños y amor... espero ansioso tu respuesta.
Esteban"

Ricardo sonrió tras leer la misiva y pensó: tengo que enviarte mi respuesta cuanto antes...
**********

En la noche, Cristian se preparaba para dormir y como todos los días, rezaba antes de acostarse... una vez que terminó sus oraciones, se acercó al tocador donde había colocado la rosa de Francisco dentro de un vaso de agua.

El pelinegro aspiró el aroma de la flor y a su mente llegó la imagen del atractivo hombre.

Después, evocó lo que Ricardo le había dicho: si aceptas mi propuesta podrías casarte y ser feliz al lado de un hombre rico... es mejor eso a vivir encerrado en un convento ¿no crees?

Cristian se sorprendió por permitirse que esas palabras lo perturbaran... de inmediato se acostó en su cama y luego de persignarse dijo: Dios, aleja de mí los malos pensamientos... sé que mi destino es servirte y lo haré con gusto y humildad...

El doncel colocó su cabeza en la almohada quedándose dormido apaciblemente...
**********

Al día siguiente en la mansión de los Valencia, doña Teresa recibió una inesperada visita de Magdalena.

T: qué sorpresa verte por aquí... supongo que tienes algo muy importante que decirme para venir hasta mi casa...

Sin disimular su nerviosismo, la ambiciosa mujer respondió: pues verá doña Teresa, la verdad es que estoy aquí por una situación muy bochornosa... me apena mucho, pero...

La anciana golpeó su bastón con el suelo y dijo: por Dios mujer, habla de una vez... sabes que no me gustan los rodeos... ¿qué pasa?

M: es que como usted sabe, en mi familia estamos pasando un momento económico muy crítico, al grado que tuve que hipotecar la casa... es necesario que cubra de inmediato algunos intereses o estaría en riesgo de perder mi hogar...

Una sonrisa burlona se dibujó en el rostro de la mujer mayor: ya entiendo... quieres que te preste dinero para salir de tu problema económico... aún no hemos emparentado y tú ya quieres aprovecharte de la fortuna de los Valencia...

Magdalena agachó la cabeza y tragando su orgullo contestó: no me avergüence más doña Teresa... no sabe el esfuerzo que tuve que hacer para venir, pero estoy desesperada y no sé qué hacer...

La anciana se puso de pie: no te preocupes querida... tú y yo tenemos un trato... te prestaré el dinero que necesitas… no, mejor digamos que te daré un pago adelantado por tu hijo... espérame un momento...

Magdalena se quedó sola en la amplia sala de la mansión cuando escuchó unos pasos acercándose... era Francisco, quien se sorprendió de ver a esa mujer desconocida.

F: buenos días señora...

La mujer observó a quien muy pronto sería el esposo de Ricardo... vio los rasgos varoniles de Francisco y se sintió contenta de que su querido hijo se desposaría con un atractivo caballero.

M: buenos días joven... supongo que eres Francisco Valencia, el nieto de Teresa...

F: así es y usted es...

M: soy Magdalena de Aragón, la madre de tu prometido...

El ojiazul por fin conocía a la mujer que según él era una interesada capaz de vender a su hijo por dinero... al verla de cerca comprobaba que los ojos de Magdalena únicamente reflejaban ambición, sin embargo como caballero tuvo que disimular.

Francisco besó la mano de la mujer y le dijo: gusto en conocerla señora de Aragón, estoy a sus pies...

M: el gusto es mío... no sabes los deseos que tenía de conocer al futuro esposo de mi querido hijo... él aunque continúa un poco enfermo anhela que llegue el día de la boda para conocerte...

F: sí... es una pena que no podamos conocernos antes...

M: será mejor así... te aseguro que mi Ricardo es el doncel perfecto para ti, de lo contrario tu abuela jamás lo habría aceptado…

F: confío plenamente en las decisiones de mi abuela... ella quiere lo mejor para mí...

M: lo mismo quiero yo para mi hijo... por eso me alegra conocerte y ver que eres todo un caballero... no tengo la menor duda que serás un gran marido para Ricardo...

F: eso espero...

La conversación fue interrumpida por Teresa, quien regresó a la sala con una caja cuadrada blanca y una bolsa de tela...

T: hijo, veo que ya conociste a tu futura suegra...

F: sí, nos estamos saludando...

M: ay doña Teresa... debió decirme antes lo atractivo que es su nieto... se parece tanto a su hijo que en paz descanse...

La anciana acarició la mejilla de Francisco y dijo: así es, él es el retrato de su padre, un auténtico Valencia...

El ojiazul sonrió y dijo: bueno, creo que ustedes tienen cosas que platicar... con su permiso, las dejo solas...

Una vez que el hombre desapareció, la anciana dijo: muy bien, volvamos a lo nuestro...

Magdalena vio que de la bolsa de tela, la anciana sacó tres fajos de billetes.

T: toma, estoy segura que con esto te alcanza no sólo para pagar los intereses sino para liquidar la hipoteca de tu casa...

Los ojos de Magdalena brillaron al tener el dinero en sus manos: por supuesto que alcanza... muchas gracias doña Teresa, esto es más de lo que yo esperaba...

T: no me agradezcas tanto... recuerda que con esto se sella el trato para que tu hijo se case con mi nieto... ya será tu propio hijo quien me pague lo que te estoy dando...

M: ¿y cómo le pagará?

T: haciendo feliz a mi nieto y dándome muchos bisnietos... quiero que mi apellido perdure por muchas generaciones más...

M: le aseguro que así será... las familias Valencia y De Aragón continuarán creciendo a través de los hijos de su nieto y mi Ricardo...

T: sólo te advierto una cosa... ahora que has recibido este dinero no quiero malas jugadas... tu hijo Ricardo se casará con Francisco en unas semanas tal como hemos pactado...

M: por supuesto doña Teresa... la boda será tal como usted ha dispuesto...

T: ya que hablamos de la boda, quiero darte algo...

M: ¿qué?

La anciana abrió la caja blanca que estaba al lado de ella y dijo: esto... es el velo con el que yo me casé...

Magdalena vio el amplio velo hecho de seda blanca y bordado con hilos de plata... además de hermoso, ese velo debía ser muy costoso, pensó la mujer ambiciosa.

T: quiero que Ricardo use este velo el día de su boda... sabes que mi familia no es religiosa por eso el matrimonio será sólo civil y aquí mismo se dará la recepción... pese a ello, quiero que tu hijo porte esta prenda como símbolo de que yo, la matriarca de la familia Valencia, lo recibo con el mayor de los gustos ¿entiendes?

M: por supuesto y para Ricardo será un honor portar un velo tan elegante y fino...

Minutos después, Magdalena salía de la casa de los Valencia y al cruzar por el jardín se topó nuevamente con Francisco, quien se acercó para despedirse con dos rosas en la mano.

M: hasta luego querido... fue un placer conocerte...

El ojiazul respondió: igualmente señora... tome estas rosas por favor...

La mujer sonrió: ¿supongo que se las envías a Ricardo?

F: sí, una rosa es para Ricardo y la otra es para Cristian...

La sonrisa se borró del rostro de Magdalena al escuchar el nombre de su hijo mayor: ¿para Cristian?

F: sí, lo conocí ayer que vino a dejarme un mensaje de su hermano... es un doncel muy lindo y amable...

M: te aseguro que Ricardo es diez veces más lindo que Cristian...

F: eso es lo que me han dicho... de cualquier forma estoy agradecido con su hijo, así que dele esta rosa de mi parte...

Con una sonrisa fingida, la mujer dijo: pues ojalá no le haga daño... Cristian es alérgico a las flores...

F: qué raro... él no me dijo eso ayer que le regalé otra rosa...

Nuevamente, la risa desapareció en Magdalena y sin decir más, tomó las rosas y se retiró de la mansión Valencia.

**********

En tanto en la casa De Aragón, Ariel, el amigo de Ricardo, hablaba con Cristian.

A: vamos, déjame ver a tu hermano... sólo voy a platicar con él...

C: es que te repito que ha estado resfriado y no sé si debas verlo...

A: te prometo que será sólo un momento... no seas tan descortés, recuerda que yo soy amigo de tu hermano desde que éramos niños...

C: está bien, pero apúrate a verlo... no quiero que mi mamá regrese y te vea porque al que reprenderá será a mí...

Rápidamente, Ariel fue al cuarto de Ricardo, quien se sorprendió por la visita.

R: ¿Ariel? ¿qué haces aquí?

Acercándose al rubio, Ariel habló en voz baja: rápido que no tenemos mucho tiempo... Esteban, el pintor, fue a verme a mi casa y me pidió que te viniera a ver... según él, tu mamá ya sabe lo que hay entre ustedes...

R: es verdad y no sólo lo sabe, sino que quiere casarme a la fuerza con otro hombre... Ariel, tienes que ayudarme llevándole a Estaban una carta mía... ayúdame, por favor...

A: claro que lo haré... soy tu amigo y haré todo lo que sea para ayudarte...

Ricardo sonrió feliz y le entregó la carta a su amigo, quien salió rápidamente sin que Magdalena lo viera.

Poco después, Magdalena regresó a su casa y se dirigió al cuarto de Cristian, quien hacía su oración de mediodía.

C: ¿qué pasa mamá? ¿por qué entras así?

La mujer vio la rosa que estaba en el tocador y dijo: así que esa flor no era para Ricardo... Francisco te la regaló a ti ¿verdad?

Sorprendido por la actitud de su madre, el pelinegro respondió: no te entiendo mamá...

M: no te hagas el ingenuo... no puedo creer que hayas aprovechado el encargo que te hice para quererle robar el marido a tu hermano...

C: ¿qué dices? ¿de qué hablas?

Magdalena tomó bruscamente por los hombros a Cristian y vociferó: deja de fingir, sé que esa rosa te la regaló Francisco a ti... ¿qué clase de religioso eres para recibir regalos de un hombre?

C: sí, es verdad, me la obsequió a mí, pero fue en agradecimiento... ¿qué de malo tiene eso?

M: tiene todo lo malo... Francisco es el prometido de tu hermano y tú estás por convertirte en fraile, no debes permitirte acciones pecaminosas como esa...

C: yo no le veo nada de pecaminoso en recibir una rosa de agradecimiento...

M: pues yo sí lo veo muy mal... no quiero que te vuelvas acercar al prometido de tu hermano... escúchalo bien, Francisco se casará con Ricardo y tú no tienes que recibir nada de ese hombre ¿entiendes?

Acostumbrado a obedecer, Cristian agachó la cabeza: sí mamá, entiendo...

M: más te vale que así sea...

La mujer tomó la rosa del tocador y la arrojó al suelo para pisarla con su zapatilla.

M: así como maté esta flor, tú también debes matar cualquier sentimiento impuro... si quieres ser un bueno religioso, tu mente sólo debe pensar en Dios, sólo en él...

Magdalena salió de la habitación y Cristian alzó su vista hacia arriba mientras unas lágrimas salían de sus ojos... le dolía el mal trato de su madre, pero aún más que ella quisiera arrancarle cualquier pequeña ilusión que hubiera en su vida.

**********

Ariel llegó a la pensión donde vivía Esteban y le entregó la carta de Ricardo... el ojiverde leyó apresuradamente la respuesta de su novio...

"Esteban, mi amor... estos días sin verte han sido un martirio, extraño tus besos, tus caricias y estar entre tus brazos... lamento mucho que mi madre te haya tratado de la forma que lo hizo, pero yo no pienso igual que ella... yo te amo y te lo demostré entregándome a ti... eres el único hombre con el que quiero estar, sin embargo mi madre quiere desposarme con otro hombre... la boda será dentro de pocos días, por favor rescátame de esta prisión... tú tenías razón, siempre he vivido dentro de una jaula de oro... libérame con tu amor y llévame a donde nadie se interponga entre nosotros.... quiero ser tuyo, sólo tuyo...
Ricardo."

Esteban sonrió lleno de alegría después de leer el mensaje de su novio y rápidamente escribió otra carta para el rubio doncel.


Lo más pronto que pudo, Ariel llevó la nueva correspondencia con su amigo.

Esta vez la carta decía...

"Mi hermoso ángel de cabellos de oro... me satisface confirmar tus deseos de estar conmigo... me vuelvo loco de alegría al saber que quieres ser mío, a pesar de que ya lo eres desde el día que te entregaste a mí... por supuesto que no pienso permitir esa boda, estoy dispuesto a enfrentar lo que sea por ti, sin embargo, debes entender que lo que nos espera no es nada fácil, será un camino lleno de piedras y sinsabores... ¿estás dispuesto a luchar conmigo y demostrar que nuestro amor va más allá de la pasión?... si tu respuesta es afirmativa, entonces en mi próxima carta te diré lo que haremos para escapar. Me despido dejándote besos apasionados...
Esteban."

En unos días más, Esteban recibió la respuesta de Ricardo a través de las manos de Ariel.

"Mi amado pintor, deseo que colorees mi mundo que ahora se ha tornado gris al no poder verte... por supuesto que comprendo que no será fácil lo que nos espera, pero sé que será aún más difícil vivir encadenado a un matrimonio en el que sólo me unirá el interés... antes que dejarme arrastrar por la conveniencia, prefiero enfrentarme a la miseria, pero al lado del hombre que amo... quiero escaparme contigo, quiero ser libre contigo, quiero ser parte de tu sueño y verte convertido en un gran pintor... llévame a donde tú quieras, yo te acompañaré, pero por favor apresúrate en rescatarme... mi boda es en tres días, dime lo que debo hacer para correr hacia ti...
Te ama, Ricardo"
**********

Ya sólo faltaban dos días para la boda y la impaciencia se apoderaba de Ricardo, quien aún no recibía la carta en la que Esteban le explicaría la forma en la que lo liberaría de su matrimonio arreglado.

La puerta de la habitación del rubio se abrió, dando paso a su madre, quien dijo: prepárate para esta noche Ricardo, hoy por fin vas a conocer a tu prometido, no tendrás que esperar hasta el día de la boda…

Sorprendido, el doncel cuestionó: no te entiendo mamá, ¿qué quieres decir?

La mujer explicó: esta noche, el alcalde de Santo Domingo organizó una mascarada para los jóvenes del pueblo, obviamente para los jóvenes de las más distinguidas familias y obviamente Francisco Valencia está invitado… doña Teresa quiere que su nieto vaya acompañado de su prometido, o sea tú…

Sonriendo irónicamente, Ricardo respondió: esa vieja está loca si cree que iré a ese estúpido baile… dile que sigo enfermo y no puedo ir…

Magdalena se acercó a su hijo y mirándolo a los ojos aseveró: ya basta de tus caprichos Ricardo, no puedes seguir evitando lo inevitable… tarde o temprano conocerás a tu futuro marido y eso será esta noche… si te niegas a ir, esta vez doña Teresa se dará cuenta que no te quieres casar y puede cancelar todo…

R: pues que lo haga… eso es lo que yo quiero…

Sujetándolo fuertemente de los hombros, la mujer habló: pero yo no y aquí se hace lo que yo digo… esta noche vas a ir a esa mascarada con tu prometido y no se diga más… mira, doña Teresa me mandó con la invitación la máscara que deberás usar…

El rubio observó con desdén la máscara veneciana de color rojo con dorado, la cual cubriría la mitad de su rostro.

R: está horrible, no me voy a poner eso…

M: tendrás que hacerlo, Francisco llevará una igual, de esa manera te reconocerá en el baile… el chófer pasará a las 8 de la noche por ti, así que tendrás que estar listo a esa hora…

R: mamá, entiende que yo no quiero ir… no me obligues, por favor…

La mujer vociferó: no, entiéndeme tú a mí… no puedo seguir aplazando el encuentro con tu prometido… vas a ir a ese baile aunque tenga que llevarte a rastras…

El caprichoso rubio iba a protestar nuevamente cuando a su mente llegó una idea, una oportunidad para aprovechar ese baile de máscaras.

Tras unos segundos de silencio, el doncel habló: está bien… voy a ir a esa mascarada, pero con una condición…

M: ¿cuál?

R: que Cristian me acompañe…

Sorprendida, Magdalena inquirió: ¿qué? pero para qué quieres que Cristian vaya… esta es una noche para que convivas con tu prometido… Cristian solo estorbaría, además él no puede ir a esa clase de eventos, recuerda que tu hermano será religioso…

R: hay mamá, no salgas con eso… entiende que necesito a Cristian porque no quiero estar solo con Francisco, no sé qué clase de hombre sea y tal vez solo busque aprovecharse de mí…

M: yo ya conozco a Francisco y es todo un caballero, no te preocupes por eso…

R: pues si no va Cristian, yo no voy… y esa es mi última palabra…

Sabiendo lo caprichoso que era su hijo menor, Magdalena no tuvo de otra más que acceder, pero ahora faltaba que su otro hijo aceptara.

A Cristian no le agradaban esa clase de eventos por lo que se negó: no mamá, yo no quiero ir a ese baile… doña Teresa invitó a Ricardo, no a mí…

M: ya lo sé, pero tu hermano dice que no irá si tú no lo acompañas… por favor hijo, ve con él… además, creo que es una buena idea, así podrás cuidar de tu hermano…

C: ¿cuidar de Ricardo? hay mamá, Ricardo ya no es un niño y sabe cuidarse muy bien… y yo no quiero ir de chaperón… por favor, no me obligues a ir…

M: Cristian, necesito que vayas a ese baile, entiende que no solo serás un chaperón, también vigilarás que tu hermano no se escape… ya sabes cómo es Ricardo y que él no está de acuerdo en casarse con Francisco… temo que aproveche esta oportunidad para fugarse…

El pelinegro contestó: y si temes eso, ¿por qué no vas tú con él?

M: porque esa es una fiesta para jóvenes… me vería ridícula llegando, por eso te pido que tú vayas en mi lugar…

Cristian no podía negarse a una petición de su madre, por lo que intentaría disuadir a su hermano para no ir a la noche de máscaras.

Poco después, el doncel pelinegro hablaba con su hermano menor dentro de la habitación del rubio.

C: ¿por qué le dijiste a mamá que quieres que yo te acompañe a ese baile? ¿qué pretendes Ricardo?

El rubio se aseguró que la puerta de su cuarto estuviera cerrada y acercándose a su hermano mayor habló en voz baja.

R: Cristian, necesito de tu ayuda… tú tienes que ir conmigo a ese baile para que ocupes mi lugar como prometido de Francisco Valencia…

Sorprendido, el pelinegro cuestionó: ¿qué dices?

R: por favor hermano… yo necesito ver a Esteban, necesito hablar con él y sabes que mamá me tiene encerrado… por eso quiero pedirte, quiero suplicarte que tú me cubras con Francisco mientras yo voy a ver a Esteban…

Cristian levantó la voz: ¿te has vuelto loco? ¿cómo crees que voy a ayudarte en algo como eso? Es completamente absurdo lo que me propones…

El rubio insistió: no, no es absurdo… es una mascarada y tú podrás hacerte pasar por mí usando esta máscara que doña Teresa me envío… Francisco no me conoce, así que no podrá reconocerte…

C: pero Ricardo, ¿se te olvida que tú eres rubio y de ojos verdes?... Francisco ya debe saber tus características físicas y tú y yo somos muy diferentes, a pesar de que somos hermanos…

R: eso no es problema… usarás una peluca rubia y a la máscara le pondremos plástico fluorescente en los orificios de los ojos, así no se podrá distinguir con claridad el color de tus ojos…

El pelinegro aseveró: pues no Ricardo… yo no me voy a prestar a hacer eso, no solo porque me da miedo que me descubran, sino porque eres capaz de no regresar y fugarte con Esteban…

R: ¿cómo crees que voy hacer algo así? Si quiero ver a Esteban, es solo para despedirme… esta será la última vez que lo haga, porque en dos días voy a ser el doncel de Francisco Valencia…

Viendo que lágrimas salían de los ojos del rubio, Cristian preguntó: quieres decir que por fin has aceptado casarte con el nieto de doña Teresa…

Llorando con el fin de manipular al ingenuo doncel, Ricardo contestó: no me queda de otra… tengo que hacerlo, por eso esta noche quiero despedirme de Esteban, quiero verlo una última vez… por favor hermano, ayúdame a despedirme del hombre que amo… te juro que después de esta noche no volveré a verlo nunca más…

C: no me pidas esto Ricardo… yo no quiero hacerlo, si alguien se da cuenta…

R: nadie se va a dar cuenta… te lo suplico Cristian, ayúdame haciendo lo que te pido… nunca más te pediré nada, pero esta noche ocupa mi lugar como prometido de Francisco Valencia… te aseguro que nunca más tendrás que hacerlo, después de todo, quien se casará con él soy yo, no tú…

Cristian temblaba sin saber qué responder mientras que Ricardo lloraba desconsoladamente para convencerlo.
**********

La noche llegó y en la mansión Valencia, Francisco terminaba de arreglarse para asistir a la mascarada… el guapo varón vestía un traje renacentista que hacía juego con la máscara veneciana que portaría en el baile.

Doña Teresa entró a la recámara de su nieto y al verlo, dijo: mírate nada más, luces como todo un caballero medieval… serás el varón más atractivo del baile de hoy…

Con voz ronca, Francisco respondió: no sé ni siquiera cómo acepté asistir a esta charada… no me gustan esta clase de eventos…

T: pues tienes que acostumbrarte… perteneces a una de las familias más acaudaladas de esta región y necesitas tener roce social… a esta mascarada acudirán los jóvenes con mayor abolengo de Santo Domingo…

F: no creo que ninguno de esos jóvenes quiera aceptarme en su círculo, para todos yo no soy más que el hijo bastardo de mi padre…

T: como sea, hoy tú llevas legalmente el apellido Valencia y es por eso que estás invitado a esa fiesta… además estarás acompañado de tu prometido, Ricardo De Aragón, él es uno de los vástagos de una de las familias más respetadas de Santo Domingo… cuando todos te vean del brazo con él, tendrán que aceptarte como uno más de su circulo social…

Con tono irónico, el ojiazul dijo: pues ojalá Ricardo no se avergüence también de mí… después de todo, no creo que él esté muy contento de casarse conmigo cuando ni siquiera ha querido conocerme… ¿estás segura que esta noche irá al baile?

T: sí, acabo de hablar con Magdalena y me aseguró que Ricardo irá al baile y portará la máscara que le envié… es igual que la tuya, así podrás reconocerlo… Magdalena me dijo que también irá su otro hijo, el que va ser religioso…

Al escuchar eso, los ojos azules de Francisco brillaron: ¿Cristian? ¿él también va ir?

Sorprendida por la reacción de su nieto, la anciana cuestionó: veo que te emociona más saber que ese chico, Cristian, irá que el hecho de conocer a tu prometido… ¿por qué?

F: no me emociona abuela, simplemente me sorprende… creí que los religiosos no acudían a esta clase de eventos…

T: pues a mí también me sorprende, pero seguramente Ricardo no quiso ir solo… entiéndelo, él aún es muy joven y seguramente no sabe cómo comportarse al estar a solas con un hombre, por eso su hermano lo acompañará…

Suspirando, el ojiazul añadió: pues bueno, ojalá que cuando Ricardo me conozca, no cambie de opinión respecto a casarse conmigo…

Acariciando su bastón, la mujer afirmó: él no puede cambiar de opinión… yo ya lo compré para ti y está obligado a casarse contigo… y ahora, vete de una vez porque ya mandé a nuestro chófer por tu prometido… no quiero que él llegue antes que tú, eso sería de muy mal gusto…

Dándole un beso en la frente a su abuela, Francisco obedeció y salió de la mansión Valencia rumbo a la mascarada.
**********

En la casa De Aragón, Magdalena esperaba en el recibidor cuando escuchó que sus hijos bajaban por las escaleras.

La mujer observó a sus dos hijos donceles, quienes vestían con trajes estilo inglés; Ricardo portaba la máscara enviada por doña Teresa y Cristian llevaba un antifaz negro.

Magdalena le dijo al rubio: luces hermoso Ricardo, seguramente Francisco quedará fascinado al verte…

Después miró a su hijo mayor, y habló con desdén: y tú Cristian, quítate esa peluca rubia, te ves ridículo… ¿quién te dijo que te quedaba bien?

Rápidamente, Ricardo intervino: yo le pedí que la usara mamá… esta noche es para divertirse y jugar con nuestra identidad… estoy seguro que con esa peluca, nadie reconocerá a Cristian…

M: está bien… hagan lo que quieran, solo recuerden que los quiero aquí a las 12 de la noche… Francisco ya sabe que a esa hora deben estar de vuelta… yo misma le dije a doña Teresa que volverían a la medianoche porque ustedes son donceles decentes y no deben estar fuera de su casa después de esa hora ¿entendieron?

Ambos jóvenes contestaron: sí mamá…

Magdalena se percató que el carro de los Valencia ya había llegado por lo que despidió a sus hijos dándole unas últimas instrucciones para comportarse con decoro y buen gusto en la mascarada.

En cuanto salieron de la casa, el rubio le entregó su máscara al pelinegro, al tiempo de decirle: a partir de este momento tú eres Ricardo, recuerda que antes de llegar a la mascarada, le diré al chófer que me siento mal y me bajaré para irme a ver a Esteban…

Muy nervioso, Cristian dijo: nos van a descubrir Ricardo, mejor no hagamos esto…

R: hay Cristian, no te puedes echar para atrás ahora… no tengas miedo, con esa peluca y esa máscara, nadie se dará cuenta que no eres yo y menos Francisco que ni siquiera me conoce…

C: a ti no, pero a mí sí, él ya me ha visto en dos ocasiones…

R: no te preocupes, te aseguro que no se dará cuenta… eso sí, no te vayas a quitar la máscara por nada del mundo…

Antes de subir al carro que los esperaba, Cristian agregó: Ricardo, estoy haciendo esto solo porque me prometiste que esta noche te vas a despedir de Esteban, espero que no me estés engañando y no vayas a cumplir con lo que acordamos…

R: te juro que no te estoy mintiendo… solo quiero ver a Esteban para despedirme… a las 12 de la noche en punto nos vemos aquí en la casa, confía en mí…

Sin decir más, Cristian asintió y ambos donceles subieron a la parte trasera del coche de los Valencia.

Tal como lo planearon, pocas cuadras antes de llegar al lugar donde se celebraría la mascarada, Ricardo fingió sentirse mal y se bajó del auto.

Poco después, el coche finalmente llegó a su destino y Cristian descendió sintiendo que las piernas le temblaban por los nervios.

A través de los orificios de la máscara, el doncel observaba el elegante salón ambientado con estilo renacentista y veneciano.

Mientras caminaba sintiendo que sus piernas lo traicionarían haciéndolo caer, Cristian veía a una decena de jóvenes portando máscaras de diversos colores y diseños… el pelinegro no reconocía a nadie, a pesar que todos pertenecían a su círculo social, así que suponía que tampoco nadie podía reconocerlo a él.

A cierta distancia, Francisco Valencia bebía una copa esperando por su prometido… de pronto sus ojos azules se posaron en un delgado doncel que con inseguridad caminaba por el salón buscando a alguien.

Francisco reconoció la máscara que era igual a la que él portaba, por lo que dejando su copa se dirigió al encuentro con el que dentro de pocos días sería su doncel.

Sorprendido por todo lo que veía, pues Cristian nunca había asistido a una fiesta de este tipo, el doncel se detuvo en un rincón del elegante salón, cuando de pronto sintió que una mano se posaba en su hombro.

Sobresaltándose, Cristian volteó para ver de quién se trataba encontrándose con un fornido varón que portaba una máscara igual a la suya.

Con voz ronca, Francisco dijo: buenas noches Ricardo, es un placer conocerte al fin…

Galantemente, el varón se inclinó para besar la delicada mano mientras que Cristian sentía que el corazón iba a salírsele del pecho temiendo que Francisco lo reconociera.

Continuará...

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