2.- Virginidad


En la plaza de Santo Domingo, Cristian De Aragón y Francisco Valencia se encontraban por primera vez, guiados por la mano del destino.

Cristian compraba un algodón de azúcar cuando se percató que había olvidado su cartera: qué pena, no tengo con qué pagarle… disculpe, don Polo, le devuelvo el algodón...

Una cálida voz masculina se escuchó diciendo: no es necesario que lo devuelvas... yo te lo invito...

Cristian volteó a ver de quién se trataba y se topó con los ojos azules y el varonil rostro de Francisco.

El doncel preguntó: disculpe ¿cómo dice?

Con una sonrisa, el ojiazul respondió: digo que yo te invito el algodón... llévatelo...

Cristian sonrió cortésmente: se lo agradezco caballero, pero no puedo aceptarlo...

F: ¿por qué no?

C: porque yo no lo conozco y es indebido aceptar regalos de un desconocido...

F: pues no le veo lo malo... no nos conocemos, pero podríamos hacerlo...

Agachando la mirada tímidamente, Cristian dijo: le agradezco nuevamente su gesto, pero tengo que rechazarlo... con permiso caballero y hasta luego don Polo...

El vendedor dijo: espera joven Cristian... llévate el algodón... yo te lo regalo... es un obsequio por volverte a ver...

El doncel sonrió dulcemente y tomando el algodón azul entre sus manos dijo: gracias don Polo... Dios lo bendiga...

Francisco vio al doncel retirarse sin quitarle la vista de encima.

Don Polo le preguntó: ¿es un chico muy dulce verdad?

F: ¿qué?... ah sí, claro... no pensé que se ofendería por mi invitación...

P: no se ofendió, es sólo que es un joven muy correcto y educado... pertenece a una familia muy importante de este pueblo...

F: ¿qué familia?

P: a la De Aragón... él es Cristian De Aragón...

Los ojos de Francisco se abrieron aún más al escuchar al comerciante.

F: ¿él es de la familia De Aragón? ¿su madre es doña Magdalena?

P: así es...

F: ¿entonces él es hermano de Ricardo?

P: ¿conoce al joven Ricardo?

F: no, aún no tengo el gusto...

P: pues se sorprenderá cuando lo haga... es muy diferente a su hermano, es rubio y de ojos verdes, es un doncel bellísimo...

F: pues creo que este chico también es muy atractivo...

P: sin duda, pero él ha decidido dedicar su vida a Dios... va a ser religioso...

Francisco suspiró y dijo: qué lástima...

P: ¿cómo dice?

F: no, nada... cuánto cuestan los algodones...
**********

En la casa De Aragón, Magdalena recibía una inesperada visita.

M: doña Teresa, buenas tardes... qué gusto verla nuevamente por aquí...

T: vine porque quiero saber cuáles son los verdaderos motivos por los que cancelaste el encuentro de mi nieto con tu hijo...

Nerviosa, Magdalena preguntó: ¿los verdaderos motivos? no entiendo... ya le dije que mi hijo está indispuesto...

T: pero es que se me hace una grosería que hagas esto... dime la verdad ¿te arrepientes que tu hijo se case con mi nieto?

M: por supuesto que no...

T: ¿entonces es tu hijo el que no quiere casarse con Francisco?

M: tampoco es eso... le aseguro que Ricardo está feliz, pero se enfermó, eso es todo...

T: entonces quiero verlo ahora mismo...

M: ¿ahora?

T: sí, si está enfermo debe estar en su cuarto... quiero verlo... ¿no tendrás objeción?

M: p-por supuesto que no... sólo deme unos minutos para que le avise y pueda verlo...

Magdalena fue rápidamente al cuarto de Ricardo, que se sorprendió de ver entrar a su madre muy agitada.

M: rápido, acuéstate en la cama y finge que estás enfermo...

R: ¿qué dices?

M: doña Teresa Valencia quiere verte y más te vale que no te atrevas a decir nada que arruine tu compromiso, porque si lo haces te juro que te vas a arrepentir...

R: pero mamá, yo no quiero...

Magdalena miró fríamente a su hijo y tomándolo de los hombros habló amenazadoramente: haz lo que te digo o te va a pesar...

Ricardo nunca había visto así a su madre, por lo que no tuvo más que obedecer.

Minutos después, doña Teresa entró a la habitación de Ricardo encontrándose con el rubio doncel sentado en su cama y fingiendo estar enfermo.

Con voz firme, la anciana dijo: buenas tardes Ricardo... aunque esta no es la mejor manera, es un gusto conocerte...

Nervioso y ante la fría mirada de su madre, Ricardo respondió: bu-buenas tardes señora... disculpe por recibirla así, pero no me he sentido muy bien...

Doña Teresa se dirigió a Magdalena: ¿qué tiene tu hijo? ¿ya llamaste a un médico?

M: sí, no se preocupe... es sólo un resfriado...

La mujer mayor se acercó a Ricardo y tomándolo por el mentón dijo: pues no te ves enfermo... sin duda eres un chico muy bello... a mi nieto le encantarás y estoy segura que le darás hijos muy hermosos...

Sintiéndose como una mercancía en venta, Ricardo tuvo que contener lo que deseaba decir y sólo sonrió levemente.

T: dime, ¿tú estás de acuerdo en casarte con mi nieto?

Ricardo dudó en contestar, pero al ver que su madre lo miraba con ojos amenazantes, tuvo que asentir con su cabeza.

Magdalena intervino: la verdad es que mi hijo es muy tímido, pero se siente feliz... él más que nadie desea desposarse con su nieto...

La anciana miró a Magdalena y respondió: pues yo hubiera preferido que él me dijera que no...

M: ¿cómo dice?

T: que no habla nada bien de tu hijo que esté tan feliz de casarse con un hombre al que ni siquiera ha visto...

M: mi hijo está feliz, porque es un chico obediente y sabe que lo que yo decida es lo mejor para él... su deber como doncel es obedecerme...

Teresa contestó irónicamente: sí claro... es un digno hijo tuyo Magdalena...

Sin decir más, la mujer mayor salió de la habitación...

Momentos después en la sala, Magdalena le dijo a doña Teresa...

M: ahora soy yo quien le pregunta... ¿se arrepiente de casar a su nieto con mi hijo?

T: no, sigo creyendo que tu hijo es una buena opción para Francisco, sobre todo por tu apellido y lo que representa para mi familia...

M: muy bien, le aseguro que en cuanto Ricardo esté mejor podremos planear otra cita para que los muchachos se conozcan y...

T: eso ya no importa... Francisco ha aceptado casarse con tu hijo sin conocerlo porque sabe que le conviene... es sólo que yo quiero hacer algo antes de formalizar el compromiso...

M: ¿qué cosa?

T: algo muy simple...

M: dígame que es lo que quiere...

T: como ya te dije, para mi nieto quiero lo mejor... quiero un doncel virtuoso y correcto...

M: le doy mi palabra que Ricardo es ese tipo de doncel...

Teresa miró a los ojos de Magdalena y habló con voz firme: te creo y por eso estoy segura que no te negarás a que Ricardo se someta a una prueba de virginidad...

Casi gritando de la sorpresa, la ambiciosa viuda De Aragón inquirió: ¿Una prueba de virginidad?

Doña Teresa miró fijamente a Magdalena y le dijo: sí, quiero que Ricardo se practique un examen de castidad... no entiendo por qué te escandalizas... en nuestra sociedad eso es normal…

M: sí, pero es normal en familias de clase baja o cuando se tiene dudas de la honorabilidad del doncel... yo ya le he dado mi palabra de que Ricardo es un muchacho decente...

T: efectivamente, me has dicho que lo educaste con fuertes principios morales, pero quiero comprobarlo... si lo que dices es cierto se reflejará en la prueba que te pido... entonces la honorabilidad de tu palabra y de tu hijo quedarán comprobadas para mí...

Magdalena intentó disuadir a la anciana: no lo sé doña Teresa... creo que esto es demasiado ofensivo para mi familia...

La mujer mayor golpeó su bastón con el suelo y habló con voz firme: seamos claras Magdalena... si tu hijo ya no es casto, dilo ahora mismo... aún estamos a tiempo de disolver este matrimonio...

Nerviosa, la ambiciosa mujer respondió: n-no... cómo puede pensar eso... mi Ricardo es virgen y se lo demostraré con esa prueba que me pide...

Teresa sonrió complacida de lograr su objetivo: perfecto... entonces alista todo para mañana...

M: ¿mañana? ¿quiere que mañana sea la prueba?

T: sí, precisamente mañana estará en el pueblo mi doctor de cabecera... viene a hacerme mi chequeo general... es un experto en la medicina y será quien le practique la prueba a tu hijo...

M: pero doña Teresa, yo preferiría que fuera un médico conocido porque...

La anciana interrumpió: de ninguna manera... el médico será el que yo elija porque sólo en él confío... ¿aceptas o no?

Tragándose su coraje, Magdalena respondió agachando la cabeza: está bien doña Teresa, será como usted diga...

Con una sonrisa socarrona, Teresa dijo: no sufras tanto querida... mañana cuando tu hijo pase esa prueba habrás asegurado tu futuro y el de tu familia... que pases buenas noches...

La anciana salió caminando con la prepotencia que la caracterizaba mientras que Magdalena tuvo que contenerse para no gritar por la ira y frustración que sentía.

Después de un breve suspiro, Magdalena entró al cuarto de Ricardo para hablar con él.

El rubio preguntó: ¿ya se fue esa vieja?

M: sí, acaba de irse...

R: es una anciana insoportable... hablaba y se comportaba como si estuviera en su casa y no en la nuestra...

M: tienes razón, pero eso ahora no importa... hay algo que quiero que me respondas...

R: ¿qué cosa?

Magdalena se acercó a su hijo y mirándolo a los ojos le preguntó: Ricardo, dime la verdad... ¿tú aún eres virgen?

El rubio agachó la mirada: mamá, por favor no quiero hablar de eso...

Tomándolo por los hombros con brusquedad, la mujer insistió: respóndeme... por favor dime que lo que dijiste el otro día sólo fue para desquiciarme... dime que no te entregaste al tipejo ese del que te has enamorado...

Ricardo desvió la mirada de su madre sin decir nada.

M: ¿por qué no me contestas?

Con altivez, el doncel respondió: porque ya te lo dije... me entregué a Esteban porque lo amo...

Con lágrimas en los ojos, Magdalena se alejó del rubio y dijo: ¿Esteban? así se llama ese desgraciado... eres un estúpido Ricardo... me avergüenzo de ti en estos momentos... eres igual a una mujerzuela...

R: no me ofendas mamá... yo no soy lo que dices, simplemente soy joven y me enamoré...

M: eso no te justifica... ahora por tu indecencia está en riesgo tu matrimonio...

R: ¿por qué dices eso?

M: porque doña Teresa me ha pedido que te realices una prueba de virginidad...

R: ¿qué? esa mujer está loca... yo nunca aceptaría eso...

Magdalena volvió a tomar a su hijo por los hombros y vociferó: tú aceptarás cualquier cosa porque nuestra estabilidad económica depende de ese matrimonio...

R: pero es que pretendes que yo me someta a algo tan aberrante...

M: lo aberrante será vivir en la pobreza... no permitiré que eso pase... no sé qué tenga que hacer, pero tú pasarás esa prueba a como dé lugar...

Sin decir más, la mujer salió de la habitación de Ricardo, que se quedó pensativo tras escuchar a su madre cerrar su puerta nuevamente con llave.

R: tengo que salir de aquí... tengo que ver a Esteban...
**********

En la mansión Valencia, doña Teresa y Francisco cenaban en silencio.

La anciana rompió con la tranquilidad: aunque no me lo preguntes, fui a visitar a tu prometido y no está nada grave... sólo está resfriado...

Con un tono de desdén, Francisco respondió: ah... qué bueno... me alegra que esté sano... ojalá y siga así...

T: ¿en verdad no te interesa conocerlo antes de la boda?

F: abuela, este trato lo hiciste tú... yo he aceptado, así que estoy seguro que elegirás a un buen doncel para mí...

T: es que no comprendo tu apatía... te vas a casar con él y ni siquiera te interesa conocer su casa, sus gustos, su apariencia...

El ojiazul dejó la comida con fastidio y mirando a su abuela respondió: mi apatía es porque yo no pedí casarme... lo hago porque así conviene a mis intereses según tú... y no te preocupes tanto que ya puedo darme una idea de cómo es mi prometido... hoy conocí en la plaza a su hermano...

T: ¿a su hermano?

F: sí, al que se llama Cristian... es un doncel muy atractivo y si dicen que Ricardo lo es aún más, entonces debe ser una verdadera belleza...

Teresa posó su mano sobre su nieto y preguntó: dime una cosa ¿te gustó ese tal Cristian?... porque puedo pedirle a Magdalena que sea él quien se despose contigo...

Francisco sonrió: qué cosas dices abuela... ese chico va ser religioso, yo no lo apartaría de su vocación por un simple capricho...

T: es que si quieres a ese doncel, yo puedo hacer que...

El hombre interrumpió: abuela, casarme con Ricardo o con Cristian me da exactamente lo mismo... todos los donceles son iguales...

T: ¿por qué hablas así? ¿acaso te pasó algo que yo no sé?... cuéntame, te conozco poco, pero soy tu abuela y quiero saber más de ti...

Francisco calló por unos instantes y luego dijo: estoy cansado abuela... con tu permiso, me voy a dormir...

La anciana observó a Francisco levantarse de la mesa e irse a su habitación... ella sabía que algo le ocultaba y deseaba que su nieto le abriera su corazón...

Francisco entró a su cuarto y se dejó caer pesadamente en la cama... cerró sus ojos y comenzó a recordar sus días en San Juan de la Costa, los momentos que pasó en la playa a lado de quien fuera su primer amor, aquel doncel que le robó el corazón y que también se lo dejó hecho pedazos.

El ojiazul se excitaba al recordar los besos y caricias que ese doncel le daba mientras hacían el amor... las veces que mientras sus cuerpos estaban fundidos en uno solo, el doncel le susurraba que lo amaba y que siempre sería suyo.

Pero esas ardientes memorias eran opacadas por el día que al ojiazul le rompieron el corazón por primera vez... el cínico doncel le dijo que se casaría con otro hombre, uno que pudiera ofrecerle todo lo que él merecía.

Francisco abrió sus ojos y con los puños cerrados dijo para sí mismo: todos los donceles son iguales... unos interesados que se aprovechan de su belleza para conseguir lo que quieren... Ricardo y Cristian tienen que ser iguales...

**********

En tanto, Cristian entró a la habitación de Ricardo, quien lo esperaba ansiosamente.

R: ¿le entregaste mi carta a Esteban?

C: sí...

R: y ¿qué te dijo?

C: pues… gracias, sólo eso...

R: ¿gracias?... supongo que esperaste a que leyera mi carta y a que te diera una respuesta...

C: no, sólo se la entregué y...

Con un tono lleno de molestia, el rubio dijo: eres un tonto Cristian, tenías que esperar a que mi novio leyera la carta para que te dijera algo...

El pelinegro contestó: oye, no seas malagradecido... yo nunca he hecho este tipo de cosas, no sabía qué hacer...

R: pero es que es algo lógico... parece que leer la biblia no te ha dado inteligencia...

C: no me ofendas hermano... no lo merezco después que me arriesgué por ti... si mamá supiera que te ayudé me mata...

Ricardo entendió que estaba siendo injusto: tienes razón, perdóname... tú no tienes la culpa de nada... pero es que estoy desesperado... no soporto estar encerrado y no poder ver al hombre que amo...

C: no insistas con eso... tú no estás enamorado, sólo es un capricho... ese joven no te conviene...

R: ¿por qué no?

C: porque no puede ofrecerte todo a lo que tú estás acostumbrado...

R: hablas igual que mamá... ¿también eres un interesado como ella?

C: no, te equivocas... a mí no me interesa el dinero, recuerda que dentro de poco haré mis votos de pobreza... si te digo esto es porque te conozco, tú nunca podrías acostumbrarte a vivir con carencias... a la larga terminarás sufriendo si insistes en hacer una vida con ese pintor, porque a eso se dedica ¿verdad?

R: sí, es un pintor, un verdadero artista al que amo aunque no quieras creerme...

C: está bien, no voy a insistir más... me voy a mi cuarto...

El joven pelinegro estaba por salir de la habitación cuando el rubio le dijo: Cristian, gracias por ayudarme...

El doncel de ojos cafés respondió con una tierna sonrisa: eres mi hermano y te quiero... haría cualquier cosa por ti...

Minutos después, Cristian entró a su cuarto y antes de dormir se hincó al lado de su cama para orar...

C: Dios Mío, ayuda a mi mamá y a mi hermano... pronto no estaré con ellos, pero no quiero dejarlos con problemas... haz que encuentren la tranquilidad y la paz en sus corazones...

Pero tranquilidad era lo que menos sentía Magdalena en esos momentos... en toda la noche no pudo conciliar el sueño pensando en lo que debía hacer para asegurar el matrimonio de su hijo Ricardo.
**********

La mañana llegó y la llamada de doña Teresa, puso a Magdalena aún más nerviosa.

T: sólo te llamo para decirte que mi doctor y yo estaremos en tu casa a las cinco de la tarde... sabes lo que se tiene que hacer en estos casos, así que prepara todo...

M: s-sí... claro doña Teresa, aquí la espero...

La ambiciosa mujer estrujó su pañuelo y con nerviosismo limpió el sudor de su frente... ya tenía decidido lo que haría, estaba dispuesta a todo para preservar la dignidad de su hijo menor.

Presurosamente, Magdalena entró a la habitación de Cristian, quien terminaba de arreglarse para bajar a desayunar.

C: buenos días mamá... ¿qué te pasa?... tienes mal semblante...

La mujer se acercó a su hijo mayor y le dijo: es porque no pude dormir en toda la noche... estoy muy preocupada...

C: ¿por qué? ¿qué te preocupa?

M: hijo, el matrimonio de tu hermano está en riesgo... doña Teresa me pidió algo para que su nieto se case con Ricardo...

C: ¿qué cosa?

M: quiere que tu hermano se someta a la prueba de virginidad...

El pelinegro se sorprendió al escuchar a su madre: ¿qué? pero mamá, eso es humillante... supongo que no aceptaste...

M: tuve que hacerlo, si no aceptaba doña Teresa cancelaba el compromiso y eso significaría la ruina de nuestra familia... si tu hermano no se casa nos hundiremos en la miseria...

C: pero mamá, Ricardo dijo el otro día que él se entregó a otro hombre... si eso es cierto someterlo a esa prueba será aún peor...

M: eso ya lo sé... tu hermano no pasará esa prueba, por eso sólo tú puedes salvarlo de la deshonra...

Cristian no entendió lo que la mujer quería decirle: ¿yo? ¿qué puedo hacer yo en este caso?

Magdalena tomó las manos del doncel y mirándolo a los ojos le dijo: se me ha ocurrido una idea... he pensado que seas tú quien se practique esa prueba en lugar de tu hermano...

Los ojos de Cristian se desorbitaron al escuchar a su madre y alejándose de ella respondió: ¿qué dices mamá? cómo puedes pedirme eso... yo no puedo someterme a esa prueba...

M: ¿por qué no? ¿acaso tú tampoco eres virgen?

C: por supuesto que lo soy... voy a ser fraile y pronto haré mis votos de castidad y pobreza...

M: ¿entonces? ¿por qué te niegas a ayudar a tu hermano?

Con lágrimas en los ojos, el pelinegro respondió: porque lo que me pides es algo muy bajo... esa prueba es algo denigrante para cualquier persona... yo no quiero exponerme a eso... voy a entregarme en cuerpo y alma a Dios... lo que me pides es sucio y humillante...

La mujer tomó por los hombros a su hijo mayor: precisamente porque servirás a Dios debes ser humilde y obediente... tienes que hacer lo que te pido...

Cristian se alejó nuevamente y por primera vez levantó la voz a su madre: no mamá... no quiero hacerlo... no me pidas esto por favor...

M: entonces prefieres que la deshonra caiga sobre nuestra familia... ¿sabes lo que doña Teresa dirá cuando sepa que Ricardo no es virgen?... pondrá en entredicho nuestro apellido... hablará de la inmoralidad de esta casa y hasta la memoria de tu padre será manchada ¿eso es lo que quieres?

C: es que yo no tengo por qué hacerlo... yo no soy el que va a casarse...

Magdalena vociferó: pero será tu hermano el más perjudicado... parece que no lo quieres a él ni tampoco a mí... no te importa el deshonor que caerá sobre nosotros...

La perversa mujer comenzó a llorar con el objetivo de convencer al noble doncel.

M: Dios Mío, preferiría estar muerta a vivir lo que viene... sólo me espera la miseria y la vergüenza... ¿qué hice para merecer esto?... desearía morirme ahora mismo...

Con el rostro bañado en lágrimas, Cristian se acercó a su madre: no digas eso mamá... tiene que haber una solución...

Magdalena tomó la mano de su hijo y suplicó: la única solución la tienes tú... hijo por lo que más quieras, sálvame a mí y a tu hermano de la deshonra... sólo tú puedes salvarnos, sólo tú...
**********

La hora convenida llegó... doña Teresa y el doctor González se presentaron en la casa De Aragón siendo recibidos por Magdalena con una fingida sonrisa... el médico era un hombre de 55 años, canoso y de semblante serio, pero confiable.

T: ya estamos aquí... no quiero hacer más largo este incómodo momento... ¿tienes todo listo?

M: así es... mi hijo Ricardo está en su habitación preparado para someterse a la prueba... la verdad es que él está muy nervioso, pero aceptó para que su virtud no quede en dudas...

T: eso habla bien de tu hijo... entonces vamos allá...

Magdalena detuvo a la anciana y al médico: una cosa más... como dije, mi niño está muy nervioso y se hará la prueba haciendo uso del derecho al velo...

T: ¿derecho al velo?

El médico tomó la palabra: se refiere a que el joven portará un velo en la cabeza mientras lo reviso...

M: así es... él no quiere ver al médico que lo va a auscultar... dice que se moriría de vergüenza si lo hace...

Teresa miró con desconfianza a Magdalena y dijo: pero supongo que antes de la prueba podré ver a Ricardo para asegurarme que es él quien se practicara el examen...

M: por supuesto, él lo está esperando en su habitación...

La anciana habló con voz firme: pues vamos de una vez... al mal tiempo darle prisa...

Una vez que los tres llegaron a la puerta de la habitación del rubio doncel, Magdalena dijo: por favor doña Teresa, entre conmigo para que compruebe que es Ricardo quien está dentro...

La anciana se dirigió al médico: espere un momento doctor... ahora vuelvo...

Magdalena y Teresa entraron al cuarto donde Ricardo estaba acostado en la cama... el rubio estaba vestido para la prueba... portaba únicamente una bata de color blanca, sin ropa interior, descalzo y con un velo en la cabeza, que en esos momentos no cubría su rostro.

La anciana se acercó al rubio y tras reconocerlo dijo: buenas tardes Ricardo...

Nervioso, el ojiverde respondió: bu-buenas tardes doña Teresa...

T: veo que ya estás preparado para la prueba... quiero que entiendas que no busco humillarte con este examen... lo único que quiero es garantizar que mi nieto se desposará con el mejor de los donceles...

Ricardo no sabía qué responder... deseaba escupir a la cara de la anciana, por lo que Magdalena tuvo que intervenir.

M: mi hijo está muy nervioso... no sabe ni qué decir, pero entiende que después de esto se ganará su respeto y confianza...

T: así será...

M: bueno, antes de llamar al doctor, deme unos minutos con mi hijo... quiero tranquilizarlo un poco...

T: bien, no te tardes demasiado...

En cuanto la anciana salió, Ricardo se levantó furioso de la cama y arrojando el velo al suelo dijo: esa vieja odiosa, te juro que si pudiera yo...

Con voz baja, Magdalena puso su mano en la boca del rubio: cállate, pueden escucharte y ahora métete al baño...

Rápidamente, la mujer metió al baño a su hijo menor para esconderlo y sacó a Cristian que se encontraba ahí dentro para sustituir a su hermano en la prueba de virginidad.

El pelinegro vestía exactamente igual que el rubio, pero su nerviosismo era más evidente.

M: llegó el momento...

Llorando, el ojicafé dijo: por favor mamá... no quiero...

M: tienes que hacerlo por tu hermano, por mí y por la memoria de tu padre... ahora cúbrete el rostro con el velo y acuéstate en la cama...

El pelinegro tuvo que obedecer y Magdalena salió del cuarto para pedirle al doctor González que entrara.

Doña Teresa se quedó afuera mientras el médico de su confianza cumpliría con su labor.

El doctor entró junto a Magdalena y vio a un joven doncel acostado en la cama... el chico temblaba a pesar de tener el rostro cubierto.

Sin poder ver, Cristian escuchaba los pasos de su madre y del hombre que lo revisaría.

El doctor se acercó al doncel y dijo: Ricardo De Aragón, ese es tu nombre ¿verdad?

Con la voz temblorosa, Cristian contestó: s-sí, soy Ricardo...

Doctor: muy bien Ricardo, entiendo que estés nervioso, pero tranquilízate un poco... necesito que estés relajado para que el procedimiento sea más fácil... ¿entiendes?

C: s-sí...

Compartiendo el nerviosismo de su hijo, Magdalena vio al doctor sentarse en la orilla de la cama.

Doctor: supongo que el joven ya no tiene ropa interior...

La mujer respondió: así es, doctor... él ya está listo...

El médico se dirigió a Cristian: muy bien... Ricardo por favor flexiona tus piernas y ábrelas lo más que puedas...

Esas palabras fueron peor que un balde de agua fría para el pelinegro, que se resistía a exponerse de esa manera.

Al ver que Cristian no hacía lo que le pedían, Magdalena habló: hijo, haz lo que el médico te pide... no te asustes... yo estoy aquí contigo...

Lágrimas comenzaron a salir de los ojos de Cristian, quien pensando en el honor de su madre y la memoria de su padre tuvo que hacer lo que el médico pedía... levantó sus piernas y las abrió.

Ante los ojos de Magdalena y el doctor quedó expuesto el trasero del doncel, el cual no había sido visto por nadie más.

Con el rostro rojo por la vergüenza, Cristian escuchó que el doctor sacaba algo de su maletín... eran unos guantes de plástico, que el médico se puso antes de comenzar con la revisión.

Atentamente, Magdalena vio que el doctor tomó con suave cuidado las nalgas de su hijo mayor para separarlas lentamente.

Cristian no dejaba de llorar al sentir esas frías manos tocando la parte más privada de su ser.

Después de separarle las nalgas, el médico vio el rosado agujero del culo de Cristian.

Doctor: el chico no muestra ninguna dilatación, eso significa que no ha tenido relaciones sexuales en los últimos días.

Magdalena no dijo nada, sólo asintió.

El médico habló nuevamente: ahora introduciré mis dedos en su ano para encontrar la membrana que probará si es virgen o no.

M: haga lo que tenga que hacer doctor...

El médico empezó a introducir su dedo índice en la cavidad anal de Cristian, quien dio un sobresalto al sentir ese invasor en su intimidad.

Doctor: tranquilo, relájate o será doloroso para ti...

Con el rostro bañado en lágrimas, Cristian se tensaba al sentir algo abriéndose paso en su interior.

Doctor: el chico es bastante estrecho de su intimidad... lo siento si te provoco dolor, pero tengo que introducir otro dedo...

Cristian aferró sus manos a la sábana al sentir un segundo dígito adentrándose en su orificio.

El pelinegro no pudo evitar que de su garganta saliera un quejido de dolor que lo avergonzó aún más.

C: ah aghhh...

Doctor: relájate un poco más... la membrana debe estar por aquí...

Los segundos de revisión se le hacían eternos a Cristian, quien mordiéndose los labios por el dolor que sentía rogaba porque el médico encontrara rápidamente esa membrana que parecía ser más valiosa que él mismo.

Y con sus dos dedos hurgando en el interior de Cristian, el doctor dio con el himen... ahí estaba la membrana, firme y estrecha... el joven doncel era cien por ciento virgen, no había dudas de ello.

Doctor: lo encontré... aquí está el himen de su hijo... él no ha tenido relaciones sexuales con nadie...

Magdalena sonrió complacida al escuchar el dictamen del médico, quien de inmediato sacó sus dedos de la intimidad del doncel.

Cristian suspiró al sentir que los dígitos dejaban de invadir su estrechez y rápidamente cerró sus piernas y las bajó para cubrir sus partes íntimas con la bata blanca que portaba.

Con los ojos llorosos, el pelinegro escuchó al doctor decirle: te felicito muchacho, le has dado honor al buen nombre de tu familia...

Momentos después en la sala de la casa, el doctor González le informaba a doña Teresa.

Doctor: certifico que el doncel que he revisado pasa positivamente la prueba de la virginidad... el chico mantiene su himen intacto y la estrechez de su ano da fe que es totalmente puro y casto...

Ahora fue Magdalena quien sonrió socarronamente ante doña Teresa.

M: ¿y bien? ¿ahora sí cree en mi palabra?

La anciana acarició su bastón y dijo: nunca dudé de tu palabra... entiende que esto es algo simplemente protocolario...

M: claro... lo entiendo...

T: muy bien, entonces no se diga más... tu hijo Ricardo se casará con Francisco en dos semanas...

Magdalena se sorprendió: ¿en dos semanas?

T: sí, quiero que sea lo más pronto posible... tú no te preocupes de nada... yo me encargaré de todo para la recepción... mi nieto y tu hijo se casarán en mi mansión... yo dispondré todo para que se realice el enlace...

Sonriendo, Magdalena respondió: está bien... que sea como usted quiera...

Minutos después, doña Teresa y el doctor González salieron de la casa De Aragón dejando a Magdalena satisfecha por el resultado... ninguno de los dos descubrieron la farsa.

Mientras tanto, Cristian lloraba amargamente dentro de su cuarto... se sentía humillado y sucio... aún tenía la sensación de los dedos del médico invadiendo su intimidad.

C: Dios Mío, perdóname por lo que hice... te he fallado, no soy digno de ti...

Magdalena entró a la habitación y vio a su hijo sollozando por el traumático momento al que lo había obligado a someterse.

La mujer se acercó hasta su hijo mayor y fríamente acarició el cabello negro del doncel.

M: ya, ya... deja de llorar... entiendo que no fue nada grato lo que hiciste...

C: es lo más horrible que he pasado en mi vida... ¿por qué me obligaste a hacerlo?

M: lo hice por nuestra familia... por nuestro bienestar y por la memoria de tu padre...

C: siento que le he fallado a Dios...

M: no, tú no has fallado a tus votos... por el contrario has demostrado humildad y obediencia, características imprescindibles para un buen religioso...

Sin dejar de llorar el doncel dijo: pero es que me siento sucio...

La mujer tomó el rostro de Cristian y limpiándole las lágrimas le dijo: no estás sucio, al contrario hoy has dado muestra de tu limpieza de alma... gracias hijo, muchas gracias… gracias a ti, tu hermano se casará con Francisco Valencia y será dueño de una gran fortuna mientras que tú… tú serás un gran fraile…

Cristian miró a los ojos de su madre, quien por primera vez en su vida lo acariciaba con ternura.

**********

Mientras tanto, Francisco regresaba a su mansión después de cabalgar toda la tarde… en el salón principal se encontró a su abuela.

T: hasta que regresas… te estoy esperando para darte una noticia…

El ojiazul preguntó: ¿de qué se trata?

T: de tu boda por supuesto… ya está todo listo, te casarás en dos semanas con Ricardo De Aragón…

El hombre se sorprendió: ¿en dos semanas? ¿por qué tan pronto?

T: porque soy una mujer vieja y lo que más deseo es ver a mi familia florecer… quiero ver nacer y crecer a tus hijos, por eso no quiero esperar más…

F: pero es que dos semanas se me hace muy pronto…

La anciana calló a su nieto poniendo sus dedos en la boca del ojiazul: no digas más… acuérdate que me prometiste que obedecerías todo lo que yo dispusiera respecto a tu matrimonio…

Francisco asintió: sí, tienes razón… que sea como tú quieres…

T: yo sólo quiero lo mejor para ti… te he conseguido al mejor doncel, bello, de buena cuna y virtuoso…

El ojiazul sonrió: ¿por qué me dices eso?

La anciana dijo con voz firme: porque quiero que estés seguro que en tu noche de bodas tendrás en la cama a un doncel virgen para desflorar…

**********

Y en la sala de su casa, Magdalena sonreía triunfalmente mientras pensaba.

M: nada podrá impedir que Ricardo se case con el heredero de los Valencia… pronto mi futuro y el de mi hijo estará asegurado para siempre… ya nada podrá impedirlo…

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una de las sirvientas que le dijo: señora, la busca un joven caballero…

M: ¿un joven? ¿quién?

En respuesta, Magdalena vio entrar a un apuesto hombre de cabello castaño y ojos verdes.

E: buenas noches señora… soy Esteban Domínguez y necesito hablar con usted…


Continuará...

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