En la alcaldía de Santo Domingo se vive una noche de máscaras para los jóvenes más distinguidos de la sociedad.
Francisco Valencia fue invitado y doña Teresa invitó a Ricardo para que este acompañara a su nieto como su prometido, pero el rubio tuvo una mejor idea, aprovechar la oportunidad de salir para verse con Esteban, el pintor que amaba.
Ricardo convenció a su hermano mayor de sustituirlo en la mascarada, por lo que usando una peluca rubia y una máscara veneciana, Cristian llegó al baile, sintiéndose muy nervioso y asustado.
Cristian se detuvo en un rincón del elegante salón, cuando de pronto sintió que una mano se posaba en su hombro.
Sobresaltándose, Cristian volteó para ver de quién se trataba encontrándose con un fornido varón que portaba una máscara igual a la suya.
Con voz ronca, Francisco dijo: buenas noches Ricardo, es un placer conocerte al fin…
Galantemente, el varón se inclinó para besar la delicada mano mientras que Cristian sentía que el corazón iba a salírsele del pecho temiendo que Francisco lo reconociera.
Al ver que el doncel no respondía a su saludo, el ojiazul preguntó creyendo haberse confundido de persona: disculpa, ¿tú eres Ricardo De Aragón?
Tartamudeando, Cristian respondió haciendo un esfuerzo para que le saliera la voz: s-sí… y-yo soy R-Ricardo De Aragón…
Sonriendo gallardamente, Francisco contestó: mucho gusto nuevamente Ricardo, por un momento pensé que me había confundido… aunque portas una máscara igual que la mía, tu actitud me desconcertó…
C: e-el g-gusto es mío Francisco… lo-lo que pasa es que estoy muy nervioso, discúlpame…
F: y ¿por qué estás tan nervioso?
C: es que yo no acostumbro asistir a este tipo de eventos…
F: pues ya somos dos… de hecho, esta es la primera vez que vengo a esta clase de fiestas… creo que coincidimos en algo…
C: s-sí… la verdad es que ni siquiera sé qué hacer…
Francisco acercó su rostro al de Cristian y le susurró al oído: no te preocupes, no te voy a dejar solo en toda la noche… nos haremos compañía mutuamente para salir bien librados de este lugar…
Cristian tomó su distancia nuevamente y contestó titubeando: gra-gracias…
Al escuchar con mayor claridad el timbre de voz del doncel, Francisco inquirió: ¿sabes? Tu voz se me hace muy conocida… se parece mucho a la de tu hermano, Cristian…
Sintiendo que su corazón latía más fuerte por los nervios, el doncel respondió: e-eso es lo que siempre nos dicen… que sonamos casi igual… p-pero es en lo único en que nos parecemos…
F: por cierto ¿dónde está tu hermano? Mi abuela me dijo que él te acompañaría… ¿dónde está?
C: lo-lo que pasa es que se sintió mal… veníamos juntos, pero antes de llegar se puso mal y prefirió regresar a la casa… tu chófer lo vio bajar del auto…
Creyendo en lo que el doncel le contaba, Francisco dijo con tono triste: qué lástima, me hubiera gustado saludarlo… tu hermano es un chico muy dulce y amable… me agrada mucho…
Disimulando una sonrisa, el doncel habló sin pensar: ¿de verdad piensas que Cristian es dulce?
El varón respondió con sinceridad: no solo dulce, también es muy lindo… es una lástima que vaya a ser religioso…
C: ¿por qué dices eso?
F: porque creo que cualquier hombre sería feliz de desposar a tu hermano… cualquier hombre se sentiría orgulloso de hacerlo su doncel…
Con un rubor cubriéndole las mejillas, Cristian agregó: pues mi hermano va a ser religioso… eso es lo que él quiere y ese es su destino…
**********
Mientras tanto, Ricardo llegó a la pensión donde Esteban vivía… el pintor abrió su puerta y se sorprendió al encontrarse con el rubio frente a él.
E: ¿Ricardo?
Sonriendo alegremente, el doncel dijo: sí, estoy aquí… me escapé un rato para verte…
Feliz, Esteban cargó al rubio entre sus brazos besándole el rostro y los labios con avidez y pasión.
El pintor dijo emocionado: mi amor, no sabes cuánto deseaba verte… precisamente terminaba de escribirte una carta más para que tu amigo Ariel te la llevara…
R: ya no será necesaria ninguna carta… lo que me decías ahí puedes decírmelo a la cara…
Esteban miró a los hermosos ojos del rubio y habló: en esa carta te expresaba que te amo, que te amo con todas mis fuerzas y que no voy a permitir que te cases con otro hombre que no sea yo… tú eres solo mío Ricardo, solo mío…
Emocionado de escuchar las palabras del pintor, el rubio respondió: sí Esteban, soy tuyo y no voy a casarme con nadie más… como te dije en mis cartas, estoy dispuesto a todo para estar contigo…
E: ¿estás seguro? Recuerda que yo no soy rico y a mí lado no vivirás entre lujos y oropeles…
R: eso no me importa… yo siempre he tenido todo, pero lo único que me faltaba eras tú… sin ti no quiero nada más…
Con una gran sonrisa tras escuchar las palabras del doncel, Esteban añadió acariciando el pelo de su amado: mi ángel, mi ángel de cabellos de oro…
Acto seguido, Esteban besó apasionadamente los labios de Ricardo y lo cargó nuevamente para llevarlo hasta su cama, donde lo depositó con suavidad.
Al caer en el lecho, el rubio vio cómo el pintor se quitaba la camisa mostrando su fornido pecho… con las mejillas rojas por la excitación, el doncel acarició con sus delicadas manos los musculosos brazos del varón.
Esteban se colocó entre las piernas de Ricardo y se echó sobre él para besarlo con vehemencia mientras que sus manos recorrían ardientemente la anatomía curveada del rubio.
Al sentir las manos y los labios de su amado recorriendo su cuerpo, Ricardo no pudo evitar gemir y suplicar: ahhhh… ohhh… Esteban, hazme tuyo… hazme tuyo nuevamente…
Resoplando por la excitación, el pintor respondió con ímpetu: es lo que más deseo mi vida… quiero hacerte mío, marcarte como mi propiedad para que nunca nadie te separe de mí…
Desesperados por el ardor de sus cuerpos, ambos jóvenes se despojaron rápidamente de sus ropas y minutos después eran ya un solo ser, unidos por sus intimidades.
Ricardo gemía de placer al albergar dentro de su cuerpo al pintor mientras que Esteban bramaba lleno de éxtasis al poseer a ese hermoso doncel que se le entregaba sin pudor.
La humilde habitación de Esteban se llenó de gemidos y gruñidos de placer… eran dos jóvenes ardientes explorando sus cuerpos y saciando su sed de lujuria y placer.
**********
En la mascarada, Francisco y Cristian, haciéndose pasar por Ricardo, observaban a los demás jóvenes bailar mientras que ellos ni siquiera se miraban.
El doncel no sabía qué hacer mientras que el varón dijo para romper el silencio incómodo: ¿no quieres algo de tomar?
C: gra-gracias… no tengo sed…
Nuevamente, el silencio se hizo presente y en esos momentos, Francisco se percató de algo.
F: Ricardo, ¿por qué estás usando una peluca? Me han dicho que tu cabello es rubio, ¿para qué usar una peluca del mismo color?
Pensando rápidamente para responder, el doncel dijo: p-pues porque… porque esta noche es para jugar con nuestras identidades, el caso es que nadie sepa quiénes somos… si uso una peluca rubia, todos supondrán que mi cabello es de otro color, pero en realidad es el mismo… te aseguro que aquí nadie reconocerá que soy Ricardo De Aragón…
F: claro, tiene lógica lo que dices… oye ¿te gustaría bailar?
Cristian respondió casi de inmediato: ¿bailar? ¿tú y yo?
F: sí, claro… eres mi pareja esta noche ¿recuerdas? No pienso permitir que bailes con nadie más…
C: e-es que yo n-no sé bailar…
Sin escuchar al doncel, Francisco lo tomó de la mano para jalarlo a la pista de baile.
Muy nervioso, Cristian replicó: por favor, no quiero hacer esto… me da pena…
F: pero si acabas de decirme que nadie te reconocerá… vamos, ya estamos aquí… solo déjate llevar por mí…
Francisco atrajo el fino cuerpo del doncel al suyo colocando su mano derecha en la estrecha cintura… después, le indicó a Cristian que posara su mano izquierda en el hombro derecho del varón.
Las manos sobrantes de ambos jóvenes se entrelazaron justo en el momento que una suave canción romántica comenzaba a sonar.
Con el corazón latiéndole a mil por hora y las piernas temblándole, Cristian comenzó a moverse al ritmo que Francisco le marcaba con suavidad.
“No hay duda ya…
Esto es amor…
Es todo cuanto yo soñé…
Pasión sutil…
Esto es amor…
Aroma de azar y jazmín…”
Mientras se movía cadenciosamente, Francisco miraba fijamente al rostro de Cristian, quien aunque estaba cubierto por una máscara, esta dejaba ver esos ojos, cuya tierna mirada revelaban dulzura y candidez.
Cristian también sentía perderse en la profundidad de esos ojos azules como el mar… temía que la mirada del varón que lo sostenía por la cintura terminara hechizándolo con su encanto.
“Fragancias mil…
Esto es amor…
Elixir de la ensoñación…
Este es el milagro aquel…
Que tanto yo soñé…
Esto es amor…”
Bailando, Cristian experimentaba sensaciones que creyó jamás viviría… él estaba destinado a ser religioso y en estos momentos se encontraba en los brazos de un hombre que lo hacía temblar con cada paso de baile.
Sin decir una sola palabra, Francisco notaba cómo el cuerpo del doncel se relajaba dejándose llevar por él… el varón no podía negar que se sentía cómodo danzando con ese doncel que pronto habría de desposar… entonces, pensó si quizás su abuela tenía razón y Ricardo era la mejor opción para convertirlo en madre de sus hijos.
Sin perder el ritmo de la romántica melodía, Francisco posó sus ojos en los labios rosas y carnosos del doncel, los cuales lucían entre abiertos.
Francisco tragó saliva y remojó sus propios labios sintiendo deseos de probar esa dulce boca que le prometía el más dulce elixir de placer.
El corazón de Cristian latía tan fuerte, que creyó que Francisco podría oír sus latidos de no ser por la música.
Olvidándose del mundo entero, Cristian y Francisco bailaron por unos minutos más hasta que el encanto de la música terminó y el doncel dijo: t-tengo sed…
El varón sonrió sin dejar de mirar los labios de Cristian: yo también tengo sed… vamos a tomar algo…
La verdad es que ambos no tenían sed de agua, sino sed de probar sus labios… de emborracharse mutuamente con el sabor de sus bocas.
**********
Pero quienes sí saciaban sus deseos eran Ricardo y Esteban, los cuales tras varias rondas de placer, resoplaban en aquel humilde lecho.
E: ah ah, eres tan ardiente Ricardo… nadie me había producido tanto placer como tú…
Con los ojos cerrados por el éxtasis, el rubio respondió: me alegra escuchar eso… yo sé que no he sido el único doncel en tu vida, pero sé que jamás podrás olvidarme…
E: te juro que así será… me tienes loco Ricardo, por ti soy capaz de cometer cualquier locura…
Acariciando el varonil rostro, el rubio añadió: la única locura que quiero que cometas es que no permitas que me separen de ti…
E: eso no va suceder… tú no te vas a casar con nadie porque vamos a escapar juntos… nos iremos de este pueblo y nadie sabrá nunca más de nosotros…
R: sí, ya he decidido que me iré contigo… no me importa a dónde, solo quiero estar junto a ti…
El varón agregó: Ricardo, ya no vuelvas a tu casa… vámonos de una vez, vámonos mañana mismo de Santo Domingo…
El rubio replicó: no podemos hacerlo, en dos días será la boda y si yo me voy hoy contigo, mi madre me buscará por cielo, mar y tierra…
E: pero no podrá encontrarte… nos iremos a la gran ciudad y ahí no podrá hallarte…
R: tú no conoces a mi madre, ella es capaz de todo con tal de lograr sus fines… estoy seguro que en estos dos días, es capaz de mover sus influencias para localizarme… puede inventar que me secuestraste o qué sé yo…
Esteban asintió recordando la ocasión que Magdalena lo humilló: sí, ya sé que tu madre es capaz de cualquier cosa y que me odia… no soporta que tú y yo estemos juntos…
R: precisamente por eso tenemos que esperar… debemos huir el día de mi supuesta boda, porque entonces mi madre no tendrá de otra que cancelar ese matrimonio y no le quedará más que resignarse… ella ya no me buscará…
E: es que no soporto pensar que tienes que regresar a la jaula de oro en la que vives… no soporto el no tener que verte los próximos días…
Sonriéndole coquetamente a su hombre, Ricardo dijo: ya solo faltan dos días para la boda… te prometo que serán los últimos que estemos separados, después tú y yo estaremos juntos para siempre…
Esteban asaltó nuevamente los labios del doncel al tiempo de decir: hasta entonces quiero dejarte impregnado mi sabor… en estos días no quiero que pienses en nadie que no sea yo…
Con voz seductora, el doncel expresó: yo también quiero que dejes tu olor en mí… aún tenemos tiempo esta noche… bésame Esteban, bésame como si fuera la última vez que nos viéramos…
El pintor pegó sus labios a los de su “ángel” y le hizo sentir en esa caricia toda la pasión que desbordaba por cada poro de su piel.
*********
La mascarada continuaba, pero Cristian y Francisco prefirieron salir al jardín, donde sentados en una banca bebían de sus copas siendo observados únicamente por la luna llena que resplandecía en el cielo de Santo Domingo.
Tras beber de su copa, Cristian tosió por el fuerte sabor del líquido: cof, cof, ¿qué es esto? Sabe raro…
F: es vino, ¿no te gusta? A mí me supo exquisito…
C: es que yo no bebo… será mejor que no tome más…
El doncel guardó silencio y observó a la luna mientras que Francisco no dejaba de mirarlo, por lo que apartando las copas, el varón cortó la distancia entre ambos.
Cristian se percató del movimiento sutil del ojiazul y disimuladamente se apartó un poco.
Francisco preguntó: ¿quieres volver adentro?
C: n-no prefiero quedarme aquí… adentro hay mucha gente…
Sin esperar más, Francisco tomó una de las delicadas manos del doncel al tiempo de decir: tu mano está húmeda… mientras bailábamos sentía que sudaban todo el tiempo, ¿es por calor o porque estás nervioso?
Retirando su mano rápidamente, el doncel respondió: qué pena contigo… p-pero ya te dije que estoy nervioso por esta situación…
Notando que ante cada acercamiento, el doncel ponía su distancia, Francisco dijo con voz seria: yo no creo que estés nervioso, más bien creo que estás incómodo y avergonzado… te avergüenza que te vean conmigo ¿verdad?
Extrañado por el comentario del ojiazul, Cristian respondió: c-claro que no, ¿por qué habría de avergonzarme?
F: porque sabes que aquí en Santo Domingo todos conocen mi origen… todos saben que soy el hijo ilegítimo de Manuel Valencia, que soy un bastardo… y para un señorito como tú, debe ser una vergüenza tener que desposarse con alguien como yo…
Cristian miró a los ojos a Francisco contestando con seguridad: estás muy equivocado… yo no siento vergüenza de estar contigo y jamás lo haría, mucho menos por lo que me dices… sentiría pena de estar a tu lado si fueras un ladrón o un asesino, porque esas sí son cosas para avergonzarse… sin embargo, tú eres un caballero en toda la extensión de la palabra y me siento orgulloso de estar a tu lado…
Francisco sonrió ante las palabras del doncel, cuyo rostro se tiñó de rojo, algo que el varón pudo notar pese a la máscara que llevaba puesta.
F: ¿eso quiere decir que estás satisfecho en casarte conmigo? Ricardo, ¿tú de verdad quieres ser mi doncel?
Cristian no sabía qué responder, pues no le correspondía hacerlo.
El varón insistió: contéstame Ricardo… dime si quieres casarte conmigo o no…
Cristian contestó obligadamente: qué caso tiene que te diga si quiero o no casarme contigo… nuestras familias ya lo decidieron y a nosotros no nos queda más que aceptar… acaso si te digo que no quiero casarme, ¿tú podrías detener la boda?
Francisco agachó la cabeza al responder: tienes razón, aunque ninguno de los dos lo desee, tenemos que casarnos… es solo que a mí me gustaría saber tu opinión… yo sé que no puedes amarme cuando apenas hoy nos conocemos, pero al menos me gustaría saber si te desagrado o no…
Tímidamente, Cristian contestó: no me desagradas… ya te dije que te considero un caballero… creo que… que quizás con el tiempo podamos llegar a querernos…
F: ¿de verdad piensas eso?
Asintiendo, el doncel afirmó: sí…
F: entonces demuéstramelo… demuéstrame ahora mismo que no te soy desagradable…
C: ¿cómo quieres que te lo demuestre?
Francisco miró a los ojos del doncel: regalándome un beso… déjame probar el sabor de tus labios…
Cristian sintió un golpe en el pecho al escuchar eso y contestó rápidamente: por supuesto que no… Francisco, yo soy un doncel decente y se me hace una falta de respeto lo que me estás pidiendo…
F: ¿por qué es una falta de respeto? Tú y yo estamos comprometidos… en dos días vamos a casarnos, no veo nada de malo en que le des un beso a tu futuro marido…
C: pe-pero es que yo… yo no puedo…
F: ¿por qué no? dices que no te desagrado ¿qué te impide besarme?
Estrujando sus manos nerviosamente, el doncel expresó: pues, es que yo… yo nunca he besado a nadie…
Sorprendido por la respuesta, el ojiazul agregó: ¿qué? ¿nunca has besado a nadie? O sea que, ¿no has tenido ningún novio?
C: n-no… nunca he tenido novio ¿por qué te sorprende?
F: pues porque no te creo… se me hace increíble lo que me dices… todos me han dicho que eres un doncel hermoso, no puedo creer que jamás nadie se haya interesado en ti, ni te hayan besado…
Cristian respondió con firmeza: pues aunque lo dudes, esa es la verdad…
Sonriendo con picardía, el varón añadió: eso quiere decir que yo te daría tu primer beso… Ricardo, la verdad es que tenía muchas dudas sobre ti, pero debo confesarte que esta noche me has cautivado… aún no puedo ver ese rostro hermoso del que me cuentan todos, pero hoy he visto más allá de tu belleza y lo que vi me deslumbró… por favor Ricardo, déjame culminar esta noche probando el sabor de tu boca…
Con suavidad, Francisco tomó el mentón de Cristian y lo obligó a mirarlo.
F: Ricardo, déjame ser el dueño de tu primer beso…
Respirando agitadamente, el doncel vio cómo el varón acercaba su rostro… sin tener fuerzas para detenerlo, Cristian sintió el aliento cercano del ojiazul.
Con las manos sudándole y las piernas temblándole, el doncel sintió los labios de Francisco rozando muy de cerca los suyos… Cristian estaba por recibir su primer beso.
El ojiazul también sentía la respiración entrecortada del doncel, así como el temblor en su cuerpo… para el varón era excitante saber que él sería el primero en probar esos labios vírgenes que jamás nadie había tocado.
Francisco pensaba que era increíble que ningún otro hombre hubiera deseado probar esos labios carnosos y rosados.
Los labios de ambos jóvenes estaban por tocarse por primera vez cuando Cristian empujó a Francisco y se levantó de la banca para alejarse corriendo.
Muy sorprendido por la reacción del doncel, Francisco lo siguió gritando: Ricardo, Ricardo, espera…
Siendo más veloz que el doncel, el ojiazul lo alcanzó y sujetándolo por los hombros, dijo: ¿qué te pasa Ricardo? ¿por qué te pones así?
Forcejeando por liberarse, Cristian contestó: suéltame por favor, yo no puedo hacer eso… no puedo besarte…
F: entonces es mentira que no te desagrado… si no puedes besarme es porque te doy asco…
Con un nudo en la garganta, Cristian agregó: no es eso… es solo que no puedo…
El ojiazul vociferó: ¿por qué no?... Ricardo, en dos días voy a ser tu marido… ¿por qué no puedes darme un simple beso?
Cristian alzó la voz revelando: porque yo no soy Ricardo…
Muy apenado, el doncel se quitó la máscara y la peluca revelando su dulce rostro bañado en lágrimas ante Francisco, quien abrió más sus ojos al saber la verdad.
F: ¿Cristian? Pero ¿por qué? ¿por qué has jugado conmigo toda la noche?
C: n-no… yo no he jugado contigo…
Muy molesto, el varón dijo con voz recia: por supuesto que lo has hecho, te has burlado de mí… tú y Ricardo se han burlado de mí cuando toda la noche te has hecho pasar por tu hermano…
Llorando, Cristian intentó justificarse: no Francisco, no es lo que crees… ni Ricardo, ni yo, pretendíamos burlarnos de ti, es solo que…
Francisco interrumpió: es solo que tu hermano me odia ¿verdad? no soporta el hecho de que va a casarse conmigo, por eso no quiso venir…
En este punto, Cristian se vio obligado a mentir: te equivocas, Ricardo sí quiere casarse contigo, pero está enfermo y no podía venir, por eso para no desairarte me pidió que yo viniera en su lugar…
F: y tú ¿te prestaste a este juego? Creí que eras diferente… si vas a ser religioso, deberías saber que mentir es un pecado…
C: por supuesto que lo sé, como también sé que uno debe ser bueno con sus hermanos… yo quiero mucho a Ricardo y él me suplicó que esta noche me hiciera pasar por él, por eso lo hice… pero te juro que nunca quise jugar contigo… ¡qué vergüenza, Dios Mío!
Viendo al doncel sollozar por la pena, Francisco se sintió conmovido… no entendía por qué, pero no soportaba verlo llorar de esa manera.
F: ya tranquilízate… me molesta lo que hiciste, pero tampoco voy hacerte nada malo…
Sin dejar de llorar y mirando a los ojos azules del varón, Cristian agregó: por favor, perdóname y perdona también a mi hermano… todo esto no debió pasar, pero no vayas a decirle nada a tu abuela, ella podría cancelar el matrimonio y ni mi mamá, ni mi hermano, quieren que eso suceda… por favor, no digas nada de esto…
Con rostro aún molesto, Francisco respondió: no te preocupes, no voy a decir nada, pero lo hago solo por ti… porque me agradas y creo que eres un buen doncel… ya deja de llorar, por favor…
Limpiando sus lágrimas, Cristian agradeció: gracias Francisco… y de verdad, perdóname…
F: perdóname tú a mí… de saber que eras tú quien estaba debajo de la máscara, no te habría presionado para besarme… entiendo que como religioso, hay cosas que no puedes hacer…
C: así es… desde niño, mi vida ha estado dedicada a Dios, por eso yo no puedo tener novio, ni mucho menos besar a un hombre… en pocos días, mi cuerpo y alma le pertenecerán enteramente a nuestro Señor…
Con tono triste, el varón dijo: sí, claro…
Cristian agregó: además, aunque no fuera religioso, tampoco podría besarte, vas a ser el esposo de mi hermano…
F: ¿tu hermano? Parece que después de todo, sí lo voy a conocer hasta el día de la boda…
C: así es… y te aseguro que no te decepcionarás… como tú y todos dicen, mi hermano es bellísimo… tu abuela tiene razón en creer que no hay un doncel mejor para ti…
F: pues yo ya lo dudo…
Cristian miró a los ojos de Francisco y dijo con voz dulce: no lo dudes… en dos días, tú y Ricardo se casarán y con la gracia de Dios, ambos van a ser muy felices… le rezaré a Dios porque así sea…
Francisco sonrió ante la ternura que le provocaba el doncel que tenía en frente… “si tan solo no fueras a ser religioso”, pensaba para sí mismo.
C: bueno, será mejor que ya me vaya… falta poco para las 12 de la noche, mi mamá me dio permiso hasta esa hora…
El ojiazul detuvo al pelinegro diciéndole: espera, yo te llevo hasta tu casa…
C: no es necesario… sería injusto después de todo lo que pasó esta noche… puedo tomar un coche de alquiler…
Francisco sujetó a Cristian por un brazo y sentenció: de ninguna manera voy a dejar que te vayas solo… es casi medianoche y tú eres un doncel muy lindo, cualquiera podría intentar aprovecharse de ti…
Con las mejillas enrojecidas, Cristian solo asintió, aceptando que Francisco lo llevara de regreso a su casa.
**********
Pasaba de la medianoche cuando Francisco dejó a Cristian en el portón de la casa De Aragón.
El doncel entró a su casa, pero antes de subir las escaleras, Magdalena, su madre apareció.
M: Cristian, ¿dónde está tu hermano?
Sorprendido, el pelinegro titubeó: ¿mamá? ¿q-qué haces despierta?
M: ¿cómo qué? esperándolos obviamente… no me podía dormir, te pregunté ¿dónde está tu hermano? ¿por qué no entró a la casa contigo?
C: pu-pues po-porque…
Parándose frente a su hijo mayor, la mujer vociferó: ¿dónde está Ricardo?
Cristian no sabía qué responder, pues creyó que su hermano ya había vuelto a la casa antes que él.
Sujetándolo bruscamente por los hombros, Magdalena gritó: respóndeme Cristian… ¿dónde demonios dejaste a Ricardo?
La voz del rubio resonó en esos instantes: suéltalo mamá… aquí estoy…
Magdalena miró a su hijo favorito entrar por la puerta y soltando a Cristian caminó hacia el ojiverde.
M: Ricardo, hijo… ¿por qué no entraste junto a tu hermano?
El rubio que era hábil para mentir, contestó: porque me quedé despidiéndome de Francisco… le pedí a Cristian que se adelantara porque quería un momento de intimidad con mi prometido ¿hay algo de malo en eso?
M: por supuesto que no… y me agrada escuchar que has intimado un poco más con el que dentro de dos días será tu esposo… dime, ahora que conociste a Francisco ¿qué te pareció?
R: pues… como me dijiste es todo un caballero y la verdad es que no platicamos mucho, además que siempre nos mantuvimos con las máscaras puestas…
La curiosa mujer insistió: pero qué platicaron… qué te dijo… cuéntame un poco más…
Alejándose de Magdalena, Ricardo respondió tajantemente: hay mamá, estoy muy cansado, platicamos mañana y no te ilusiones, porque no creas que fue una velada romántica… Francisco y yo nos casaremos por obligación, recuérdalo…
Ricardo subió rápidamente las escaleras, seguido por Cristian que se encerró en su habitación.
Minutos después, el rubio entró al cuarto de su hermano mayor para preguntarle: Cristian, ¿qué pasó? Cuéntame…
El pelinegro que comenzaba a desvestirse, contestó molesto: nunca vuelvas a pedirme que haga algo como esto… fue horrible la vergüenza que tuve que pasar en esa mascarada…
R: pero ¿por qué? ¿acaso tan desagradable es el tal Francisco?
Cristian respondió rápidamente: no, Francisco no es desagradable, él es un verdadero caballero… lo desagradable fue la situación, la mentira que me obligaste a vivir…
R: como sea ya pasó… ambos hicimos lo que quisimos esta noche…
C: eso lo dirás por ti Ricardo… tú sí hiciste lo que quisiste… espero que te hayas despedido de Esteban, tal como me dijiste…
Sonriendo, el rubio respondió: sí, lo hice… y no te preocupes más, que ya no voy a pedirte más favores… no tendrás que llevarle más cartas ni mensajes a Esteban, esta noche él y yo nos dijimos todo lo necesario… y después nos despedimos…
C: eso quiere decir que ya aceptaste que te vas a casar con Francisco Valencia en dos días…
Mirando a los ojos de su ingenuo hermano, Ricardo aseveró: así es…en dos días se va celebrar una boda y te aseguro que será una boda que ni los Valencia, ni los De Aragón, vamos a olvidar nunca…
**********
Al día siguiente, doña Teresa desayunaba con Francisco cuestionándolo por la noche anterior.
T: cuéntame hijo, cuéntame cómo la pasaste anoche… ¿qué te pareció Ricardo, tu prometido?
El ojiazul dudó en responder, pero recordando que prometió a Cristian no contarle nada a su abuela de lo ocurrido, el varón tuvo que mentir.
F: pues me la pasé bien, dentro de lo que cabe… ya sabes que no me agradan esos eventos…
T: bueno, olvídate de la mascarada… lo más importante es que al fin conociste a Ricardo… ¿verdad que es muy bello?
Carraspeando la voz, el varón respondió secamente: sí, es muy bello… tal como todos dicen…
T: lo dices con un desgano… creí que al ver a Ricardo, te emocionaría, al menos un poco, casarte con él…
F: abuela, tú sabes que este es un matrimonio arreglado… ni a Ricardo, ni a mí, nos emociona esta boda…
Frunciendo el ceño, la anciana cuestionó: ¿eso te dijo Ricardo? ¿te dijo que no le emociona casarse contigo?
F: claro que no, pero yo lo supongo…
T: pues no supongas nada querido… Ricardo debe saber que casarse contigo es lo mejor que le puede pasar… tú eres el heredero de una gran fortuna y Ricardo seguramente es igual de ambicioso que su madre… todos los De Aragón son unos interesados con buen apellido…
Francisco interrumpió rápidamente: te equivocas abuela… Cristian no es así…
Sorprendida por la reacción de su nieto, Teresa preguntó: y tú ¿cómo lo sabes?
F: porque lo he visto un par de ocasiones y me da la impresión que es un buen doncel…
T: un par de ocasiones no es suficiente para conocer a nadie…
F: pues a mí me ha bastado ese par de ocasiones para darme cuenta que Cristian es una buena persona, además si va ser religioso, no debe ser interesado…
La anciana acarició el mentón de su nieto al tiempo de decir: no sé por qué, pero creo que a ti te gustaría más casarte con el tal Cristian que con Ricardo…
F: abuela, Cristian quiere entregarle su vida a Dios, yo jamás me interpondría en algo como eso…
T: y ¿qué pasaría si Cristian no fuera a ser religioso? Si tú pudieras elegir entre los hermanos De Aragón ¿a quién elegirías como tu doncel?
Francisco se puso de pie al tiempo de contestar: las cosas son como son abuela y pasado mañana me voy a casar con Ricardo… eso es lo que tú y la madre de Ricardo quieren y así será… con tu permiso…
Sin decir más, Francisco salió al jardín de rosas y mientras aspiraba la fragancia de las flores, a su mente vino el recuerdo del baile con Cristian.
El ojiazul evocó el momento en que su cuerpo estaba tan cerca de Cristian, recordó además esos labios tiernos y dulces que deseaba probar, pero que le estaban prohibidos.
Francisco pensó: Cristian, tu destino es ser religioso y consagrar tu vida a Dios… si tan solo yo pudiera cambiar tu destino…
**********
Hincado frente al Cristo que estaba en su recámara, Cristian realizaba su oración matutina.
Mientras rezaba, el doncel no pudo evitar recordar algunos momentos de la mascarada… el baile con Francisco y el varón pidiéndole un beso lo distraían de su oración.
Mirando a la imagen religiosa, Cristian pidió: por favor Dios, aleja de mí estos pensamientos… lo que pasó anoche no puede volverme a suceder nunca, mi vida te pertenece solo a ti… mi destino es servirte, así es como mi mamá lo desea y así es como debe ser… en tus manos encomiendo mi destino, solo tú sabes lo que es mejor para mí…
**********
Una noche antes del matrimonio, Magdalena entró a la habitación de Ricardo llevando consigo la caja que doña Teresa le había dado días antes.
M: en los últimos días has estado más tranquilo... parece que por fin has entendido que lo mejor para ti es casarte con Francisco Valencia...
El ojiverde respondió: aún no quiero casarme mamá, pero entendí que haga lo que haga no podré convencerte de lo contrario...
M: hijo, sé que ahora no entiendes mi proceder, pero algún día comprenderás que todo lo estoy haciendo por tu bien... cuando somos jóvenes nos negamos a creer que lo que nuestros padres quieren para nosotros es lo mejor...
R: ¿hablas por experiencia propia?
M: sí... al igual que tú, yo también me casé mediante un matrimonio arreglado por mis padres...
Ricardo se sorprendió al escuchar a su madre: quieres decir que te casaste sin amar a mi papá...
Magdalena miró a los ojos a su hijo y le respondió: te equivocas, yo amé a tu padre como a nadie más en mi vida... lo amé, aunque...
R: ¿aunque qué?
M: no tiene caso hablar de cosas del pasado... lo único que quiero que sepas es que aunque ahora puedo parecer mala para ti, un día me entenderás y sabrás que te quiero con toda el alma y por eso te obligo a casarte con el hombre que garantizará tu futuro...
Ricardo no respondió y vio que su madre sacó un velo de la caja que llevaba.
R: ¿y esto?
M: es el velo que usarás mañana en tu boda...
Los ojos del doncel se iluminaron al tocar la ostentosa prenda: es bellísimo y se ve que es muy fino...
M: por supuesto que lo es y más cosas valiosas como esta te esperan en la mansión de los Valencia... estoy segura que ahí serás muy feliz... a partir de mañana tu vida cambiará para siempre...
Ricardo vio a los ojos a su madre y respondió: sí mamá... yo también creo que mañana mi vida cambiará...
**********
Y llegó el día de la boda...
Hoy, dos familias de abolengo del pueblo de Santo Domingo se unirán mediante el enlace matrimonial de Ricardo De Aragón y Francisco Valencia, el primero de ellos es un doncel nacido en buena cuna y el segundo, un varón concebido fuera del matrimonio.
Juntos, ¿podrán ser felices o les espera un CALVARIO?
Continuará...
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