1.- Matrimonio arreglado




En una época de caballeros y donceles donde aún predominan las buenas costumbres, la diferencia de clases sociales y la moral inicia esta historia de amor y dolor.

Santo Domingo es un colonial pueblo minero en el que el abolengo familiar marca el destino de las personas... aquellos de buena cuna tienen garantizado un buen futuro, por ello es común los matrimonios arreglados para salvaguardar el apellido y mantener la posición socioeconómica de la clase alta.

Una de estas familias de abolengo es la cuna de nuestros protagonistas... Magdalena de De Aragón es una mujer de carácter recio, quien con 35 años de edad ha quedado viuda... su marido Teodoro De Aragón falleció de un infarto dejándola con dos pequeños hijos donceles.

El primero de ellos es Cristian, de 10 años y el segundo es Ricardo, de 8 años... ambos han heredado la belleza de su madre, pero son tan diferentes como el agua y el aceite... el mayor luce un cabello tan negro como el azabache que hacen juego con sus ojos de color café oscuro... el más pequeño en cambio tiene un cabello dorado que combina con sus verdes ojos.

Ha pasado año y medio del fallecimiento de Teodoro y cada viernes por la tarde se realiza un rezo para su alma dentro de la amplia casa familiar.

Mujeres y donceles de la alta sociedad se reúnen para llevar a cabo el rosario mientras que en el jardín, los niños se dedican a jugar disfrutando de su inocencia y libertad, aunque no todos pueden ser libres.

Magdalena interrumpe el juego infantil para hablarle con tono serio al mayor de sus hijos: Cristian ya vamos a comenzar el rosario... ven conmigo, tú tienes que rezar…

El pequeño pelinegro contesta con inocencia: pero mamá, quiero seguir jugando...

M: por supuesto que no... recuerda que el rezo es por el alma de tu papá y tú como futuro servidor de Dios debes acostumbrarte a participar en estas ceremonias...

Acostumbrado a obedecer a su madre, el chico no dijo más y tomado de la mano de la mujer se resignó a cumplir con su "deber".

Ricardo, el pelirrubio, alcanzó a su madre y le dijo: mamá ¿yo también tengo que rezar?

La mujer observó al más pequeño de sus hijos y le respondió con ternura: no mi amor, tú puedes seguir jugando... diviértete todo lo que quieras...

El chiquillo de ojos verdes sonrió y alegremente continuó jugando con sus amigos mientras que Cristian sentado al lado de su madre rezaba con obediencia junto a las personas mayores.
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Ya han pasado 10 años y Cristian se ha convertido en un virtuoso joven de 20 años, ahora mide 1.70 y los delicados rasgos de su rostro son enmarcados por una cabellera lacia y larga hasta los hombros.

Los últimos cinco años los ha pasado dentro del convento de Santa María, donde lleva a cabo su preparación para convertirse en un fraile.

Ahora, Cristian termina de preparar sus maletas, ya que regresará a su casa para tomarse unas vacaciones antes de realizar sus votos religiosos... caminando por los amplios pasillos del convento, el joven llegó con el fray Lorenzo.

C: buenos días fray Lorenzo, espero no molestarlo, sólo vengo a despedirme...

Fray Lorenzo, la máxima autoridad de esa comunidad religiosa, se acercó a Cristian y le dijo: ve con Dios hijo, disfruta de la compañía de tu madre y tu hermano porque será la última vez que lo hagas... recuerda que en cuanto regreses harás tus votos y dejarás de pertenecer a tu familia para ser parte del cuerpo de nuestro señor y consagrar tu vida sólo a él...

Con una sonrisa, el pelinegro contestó: lo sé y nada deseo más que eso... a mi mamá le dará mucho gusto verme convertido en fraile, desde niño, ella me encauzó por el camino del señor...

L: y es por eso que tu madre es una gran mujer, una dama intachable... sin duda tu bondad la heredaste de ella que es un verdadero ángel...
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Y en la casa De Aragón, Magdalena, que ahora tiene 45 años, recibía la visita de doña Teresa viuda de Valencia, una elegante mujer de 65 años, matriarca de una acaudalada familia envuelta recientemente en un escándalo.

M: doña Teresa, qué sorpresa tenerla por acá... tome asiento por favor... ¿desea una taza de té?

Con tono seco, la mujer mayor contestó: no, gracias... mi visita será breve y no entiendo por qué te sorprendes que esté aquí... después de lo que platicamos el otro día ya tengo una respuesta...

Con un aire de nerviosismo, Magdalena dijo: y cuál es su respuesta...

Acariciando su bastón, Teresa habló fríamente: lo estuve pensando y es conveniente que uno de tus hijos donceles se case con mi nieto Francisco... principalmente porque todos saben que Francisco es un vástago ilegítimo de mi difunto hijo... en la sociedad que vivimos, ninguna mujer o doncel de alcurnia se casaría con un bastardo aunque ya haya sido reconocido... lo que tú me propusiste fue un buen trato, me das uno de tus hijos para casarse con Francisco y así ambas familias ganamos... mi nieto se desposa con un doncel de buena cuna y a cambio yo te doy el dinero que necesitas para salir de todas tus deudas...

Magdalena no pudo evitar que en su rostro se dibujara una amplia sonrisa.

M: le aseguro que es lo mejor doña Teresa... como usted dice con este trato ganamos todos... sólo quisiera pedirle algo más...

T: ¿qué cosa?

M: no le diga a nadie que le entregaré a mi hijo sin una dote...

T: ¿me crees tan tonta como para hacer algo así?

M: n-no quise ofenderla...

T: por supuesto que no le diré a nadie... si lo hiciera se revelaría la mala situación de tu familia y todos sabrían que me estás vendiendo a uno de tus hijos... el caso es que todos crean que tu hijo se casa con mi nieto porque lo ama sin importarle que sea un bastardo...

M: no lo diga así por favor doña Teresa... yo no le estoy vendiendo a mi hijo... sólo quiero asegurar su futuro y estoy segura que casarse con su nieto es lo mejor que le podría pasar...

T: claro y de paso tú sales de tus deudas... pero bueno, mejor llama de una vez a tu hijo... quiero conocerlo bien para arreglar una cita... quiero que Francisco conozca cuanto antes a su futuro esposo...

Magdalena se puso de pie y dijo: ahora mismo voy por mi hijo... Ricardo se pondrá feliz al saber la noticia...

La ambiciosa viuda de Aragón fue a la habitación de Ricardo, pero no lo encontró, lo buscó sin hallarlo en varios lugares de la casa.

Impaciente, doña Teresa esperaba en la sala cuando vio regresar a Magdalena sola.

T: ¿y tu hijo? 

M: no está... n-no lo encontré...

Con un gesto de contrariedad, la anciana cuestionó: ¿cómo dices? ¿salió sin decirte nada? ¿qué clase de doncel es?

M: se equivoca, Ricardo sí me avisó que saldría, sólo que yo me olvidé...

T: ¿a dónde fue?

M: fue a... a... a la iglesia, sí fue a la iglesia... él es un chico muy devoto...

T: pero que no el que es devoto es tu hijo mayor, el que va ser fraile...

Sonriendo hipócritamente, Magdalena dijo: se llama Cristian y sí, él va ser fraile... me refiero a que Ricardo es devoto porque le encanta estar en la iglesia, pero no para ser religioso... es sólo que mi pequeño está educado con los mayores valores morales y por eso gusta de escuchar la palabra de Dios...

T: pues eso espero... para mi nieto quiero un doncel virtuoso y bien educado... no aceptaré cualquiera a mi familia...

Magdalena respondió seriamente: no se preocupe doña Teresa... le aseguro que su nieto se desposará con un doncel que no se compara a ningún otro...

La verdad es que Magdalena no sabía dónde estaba en esos momentos su hijo Ricardo... ni siquiera podía imaginárselo.
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En una casa modesta a orillas del pueblo, Ricardo se entregaba a la pasión en brazos de su novio Esteban.

A sus 18 años, Ricardo se había convertido en un doncel sensual y admirado por todos, sin embargo él no se fijaba en nadie hasta que conoció a Esteban, un joven pintor procedente de otro pueblo, pero que cautivó al rubio doncel.

Esteban es un hombre de 24 años, alto, de 1.88, delgado, musculoso, de cabello castaño cenizo y ojos verdes... un ejemplar masculino muy guapo.

Ricardo gemía llenándose de placer al sentir el hinchado miembro del pintor entrando en su cavidad anal.

R: ah ah ah... oh Esteban, así, más fuerte... húndete en mí...

El hombre aceleraba sus embestidas sin dejar de recorrer con su lengua y manos ese sensual doncel que se le entregaba sin pudor.

E: ah ah eres tan ardiente... tu cuerpo es fuego que me quema y me enciende la sangre...

R: ah ah yo también me quemo al tenerte dentro de mí...

E: me excita tanto escucharte decir eso...

Ricardo rasguñaba la espalda de Esteban al sentir que éste lo taladraba con mayor fuerza... parecía que el macho deseaba meter en el interior del doncel no sólo su verga sino también sus huevos.

El dolor que Ricardo sentía sólo era superado por el placer de sentirse invadido por el hombre del que creía estar enamorado.

El ardiente rubio se mordía los labios para no gritar por las firmes estocadas que recibía provocando con ese gesto que aumentara la excitación del macho, quien además de penetrar su culo, mordió su cuello poseído por el deseo y la pasión.

R: aghhh... no aguanto más voy a correrme...

E: hazlo, me encanta ver tu rostro cuando llegas al orgasmo...

R: ahhhhhhhhhh...

Ricardo gritó lleno de placer aferrándose a las sábanas mientras de su pequeño miembro salía el líquido bañando su abdomen y el de su amante.

Esteban aún aguantaba un poco más de actividad sexual y siguió penetrando al doncel, hasta que después de varios minutos anunció su corrida.

E: ah ya voy a venirme...

Ricardo dijo: por favor, córrete fuera... no quiero quedar en cinta... aún no...

A Esteban tampoco le convenía embarazar al doncel, por lo que sintiendo que no resistía más, sacó su pene de esa cueva de placer y eyaculó fuera manchando con su semen el pecho y rostro de Ricardo.

Ver la imagen del rubio manchado con los fluidos del macho era un cuadro lleno de erotismo y sensualidad.

Agitado después del acto sexual, Esteban se sentó a lado de Ricardo y encendió un cigarrillo.

E: eres tan bueno en la cama que no parece que fueras nuevo en esto...

Coquetamente, el doncel acarició el pecho de su amante y respondió: sabes que tú eres el único hombre con el que he estado... a ti te entregué mi virginidad...

E: sólo espero que algún día no te arrepientas de haberlo hecho...

R: ¿por qué me arrepentiría?

E: porque tú eres hijo de una familia adinerada y yo soy un donnadie... un simple pintor millonario en sueños, pero con los bolsillos vacíos...

Ricardo besó la grande mano de Esteban y le dijo: a mí no me importan tus bolsillos, sólo me importas tú...

E: pero es que tu madre nunca aceptará lo nuestro Ricardo...

R: tendrá que hacerlo... yo ya soy tuyo y ella no puede cambiarlo...

E: no lo sé Ricardo... creo que estamos cometiendo un error...

El doncel se levantó de la cama y dijo: ¿por qué no me hablas claro? ¿no será que el que se arrepiente de esto eres tú?

Esteban dejó su cigarrillo y se acercó a su chico para tomarlo por la cintura y decirle: no digas tonterías... no me arrepiento de nada, es sólo que me atormenta que no tengo nada para ofrecerte...

R: yo no necesito nada, soy rico, siempre lo he tenido todo... lo único que quiero de ti es tu amor...

E: eso ya lo tienes y lo sabes...

Ricardo miró seductoramente a Esteban y contestó: a veces lo dudo... ¿por qué no me lo demuestras otra vez?

El hombre sonrió y besó apasionadamente a Ricardo... ambos cayeron en la cama para nuevamente entrelazar sus cuerpos y dejar que el fuego que ardía en su interior los consumiera por más tiempo.

**********

Mientras tanto, Magdalena caminaba nerviosamente en la sala de su casa esperando la llegada de Ricardo.

De pronto, escuchó que la puerta se abrió y corrió a ver pensando que se trataba de su hijo menor, pero se desilusionó al encontrarse con Cristian.

El joven pelinegro llegó con un ramo de rosas rojas y al ver a su madre sonrió con alegría.

Pero Magdalena no pudo disimular su contrariedad al verlo: ¿Cristian? ¿qué haces aquí?

C: ¿cómo qué hago aquí? te envié una carta avisándote de mi llegada...

M: ah ya me acordé... sólo que no esperaba tu llegada tan pronto... se supone que falta muy poco para tus votos...

C: precisamente por eso, vine a pasar un mes en mi casa... después no creo que vuelva a regresar...

M: sí claro... pero sube a dejar tu maleta en tu cuarto...

El joven se acercó a su madre y le dijo: ¿ni siquiera hay un abrazo por mi llegada?

M: ay Cristian... ya sabes que no me gustan las cursilerías... obviamente me da gusto que estés aquí...

C: pero no lo suficiente como para abrazarme...

La mujer no pudo más que acceder y le dio un frío abrazo a su hijo mayor.

M: ¿satisfecho?

Cristian sonrió levemente: sí... toma, estas rosas son para ti...

M: ¿para mí? pero, sabes que soy alérgica a las flores...

C: no fue eso lo que dijiste cuando Ricardo te regaló unas rosas por tu cumpleaños hace varios años...

Magdalena se puso seria y vociferó: ¿vas a comenzar de nuevo? sabes perfectamente que mi cariño es igual hacia tu hermano y hacia ti... ¿por qué lo envidias tanto?

C: yo no envidio a mi hermano... es sólo que no entiendo por qué siempre lo has querido más a él que a mí...

M: ay Cristian... mejor ya vete a tu cuarto, date un baño y relájate... espero que no hayas venido para pasarte el mes reprochándome que sea tan mala madre... tú que vas a ser religioso deberías ser el primero en no juzgarme...

Cristian agachó su cabeza y dijo: perdóname mamá... no quise ofenderte... y tienes razón, yo no soy quién para reprocharte nada... sólo espero que este mes que estaré aquí la pasemos bien todos...

M: yo también espero eso y mejor me voy a mi cuarto... de pronto me vino una terrible jaqueca...

La mujer se fue a su habitación mientras que Cristian observó su ramo de rosas y las dejó en una mesa del recibidor.

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Lejos de la casa De Aragón estaba la mansión de los Valencia... ahí doña Teresa vivía con su único nieto, Francisco.

Teresa enviudó a los 40 años y sólo tuvo un hijo llamado Manuel Valencia, él se casó con una bella mujer que nunca pudo darle descendientes... hace tres años, ambos, su hijo y nuera, fallecieron en un accidente y Teresa creyó que se había quedado sola hasta que descubrió que Manuel sí había tenido un hijo fuera del matrimonio, pero lo mantenía alejado porque las normas sociales veían mal tener un bastardo.

Teresa comprobó que Francisco era su nieto y lo llevó a vivir a su mansión para hacerlo su heredero... y es que la mujer no tenía dudas de su parentesco... Francisco era tan parecido a su padre... un hombre alto de 1.90, musculoso, cabello negro y rizado, rasgos viriles y ojos azules como el mar.

Teresa entró a la habitación de Francisco y le dijo: ya todo está arreglado... te casarás con Ricardo De Aragón, un doncel de muy buena cuna...

Francisco miró a su abuela y preguntó con voz ronca: ¿estás segura que esto es lo mejor para mí?

T: por supuesto... tienes 25 años, ya es tiempo de que te cases y tienes que hacerlo con alguien que esté a nuestra altura... los De Aragón están en la ruina, pero tienen un buen linaje...

F: claro, ese doncel debe ser una buena opción, después de todo quién se casaría con un bastardo como yo...

La mujer se acercó a su nieto y acarició su rostro: no digas eso... quizás ahora todos te ven mal porque acabas de ser reconocido como un Valencia, pero en unos años todos te respetarán por el apellido y sangre que llevas... somos una familia poderosa y en esta sociedad lo único que cuenta es el dinero...

F: abuela, es que yo preferiría casarme con una mujer y no con un doncel...

T: ¿no te gustan los donceles?

F: es que... he tenido malas experiencias con ellos...

T: pues lo siento, pero la única opción es el hijo de Magdalena De Aragón... la decisión ya está tomada y mañana mismo vas a conocer al que será tu futuro esposo...

F: ¿mañana?

T: sí, quiero que se casen lo más pronto posible... estoy segura que no te será difícil enamorarte de ese doncel... dicen que es muy bello...

Francisco contestó secamente: nadie puede amar a alguien de un día para el otro...

Teresa respondió: pues entonces no lo ames... sólo cásate con ese doncel, préñalo y asegura la preservación de nuestro apellido... eso es todo...

La mujer salió de la habitación dejando a Francisco pensativo... no le agradaba la idea de desposarse con alguien que no conocía y que no había elegido, pero ese era el precio a pagar por ser el heredero de una familia acaudalada.

En medio de lujos, el ojiazul pensaba si quizás era mejor la vida modesta que llevaba antes de descubrir su origen.
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Entre tanto, Ricardo regresaba a su casa... el joven llegó a su habitación y se acostó en su cama con una gran sonrisa... con los ojos cerrados, no podía dejar de pensar en las caricias y besos de Esteban.

De repente, el momento agradable se esfumó con la aparición de su madre.

M: vaya, hasta que volviste... ¿dónde te metiste Ricardo?

R: me asustas mamá... no puedes tocar la puerta antes de entrar a mi cuarto...

M: contesta lo que te estoy preguntando... ¿de dónde vienes?

R: estaba en casa de... en casa de Ariel... fui a platicar con mi amigo...

M: ¿estás seguro que estuviste ahí?

R: claro... ¿por qué lo dudas?... si quieres llama a su casa y pregúntale...

M: no es necesario, pero no entiendo por qué no me avisaste...

R: ay pues, porque se me olvidó... no estoy preso como para que no pueda salir ¿o sí?

M: es que eres un doncel y sabes que no está bien que...

R: ay ya párale mamá... sabes que yo no comulgo con esas ideas anticuadas... sé cuidarme bien...

M: como sea... debiste avisarme porque necesitaba que estuvieras aquí...

Ricardo miró a su madre y preguntó: y ¿para qué me necesitabas?

M: porque... Ricardo, necesitamos hablar muy seriamente...

R: ¿qué pasa mamá? te veo muy nerviosa...

M: hijo, creo que ya es tiempo que te cases y ya tengo al candidato perfecto para que lo hagas...

El ojiverde cambió su semblante y dijo: ¿qué? ¿estás loca? yo no voy a casarme aún...

M: es que tienes que hacerlo... de hecho ya estás comprometido y mañana vas a conocer a tu futuro esposo...

R: ¿qué? esto tiene que ser una broma... yo no voy a casarme y mucho menos con un marido impuesto...

M: es que tienes que hacerlo... es por tu bien y por el de la familia... el hombre con el que te casarás es millonario y...

Ricardo interrumpió a su madre y gritó: a mí no me importan sus millones... no voy a casarme con nadie que yo no quiera... ni aunque se tratara de un rey lo aceptaría...

El grito de Ricardo llamó la atención de Cristian que leía un libro en su cuarto... el pelinegro salió de su habitación y se acercó a donde su madre y hermano discutían.

M: es que no te estoy pidiendo que lo pienses... te estoy dando una orden...

R: ¿quieres obligarme a casarme? creí que me querías mamá...

M: porque te quiero es que lo hago... al lado de ese hombre vas a tenerlo todo...

R: ya te dije que no voy hacerlo... nada de lo que digas hará que cambie de opinión...

Magdalena tomó por los hombros a su hijo y con lágrimas en los ojos reveló: es que tienes que hacerlo... tienes que hacerlo porque estamos en la ruina... si no te casas vamos a tener que vender esta casa y viviremos como unos muertos de hambre ¿eso es lo que quieres?

Tanto Ricardo como Cristian, que escuchaba desde fuera del cuarto, se sorprendieron por la noticia.

R: eso no es cierto mamá... estás mintiendo para obligarme a casarme...

M: te juro por lo más sagrado que es verdad... no quería decírtelo para no preocuparte, pero ya no nos queda nada de la herencia de tu padre... estamos en la ruina y con muchas deudas... la única salida es que te cases con el nieto de Teresa Valencia... ella prometió pagar todas las deudas a cambio de...

Lágrimas salieron de los ojos de Ricardo y dijo: a cambio de mí... me vendiste mamá... estás vendiendo a tu propio hijo...

M: no te estoy vendiendo... estoy asegurando tu futuro...

R: y el tuyo también... no lo niegues...

M: no lo niego... esta boda será lo mejor para todos...

Ricardo se sentó en su cama y llorando dijo: pero por qué tengo que casarme yo... ¿por qué no casas a mi hermano con ese hombre? él es mayor que yo...

Cristian abrió más sus ojos cafés al escuchar lo que dijo Ricardo.

Magdalena respondió: no digas tonterías... tu hermano va ser religioso... además, quien se case será dueño de una gran fortuna… hijo yo quiero eso para ti... lo mejor tiene que ser para ti...

Ricardo se puso de pie nuevamente y habló con determinación: pues no voy a casarme mamá... no puedo hacerlo...

M: ¿por qué no?

R: porque estoy enamorado de otro hombre...

M: ¿qué dices? ¿de quién estás enamorado?

R: de alguien que no conoces...

M: si no lo conozco es porque es un pobre diablo...

R: sí, es un donnadie, pero lo amo...

Magdalena alzó la voz amenazadoramente: escúchame bien Ricardo... tú no te vas a casar con un tipejo, te vas a casar con el hombre que elegí para ti...

Ricardo miró retadoramente a su madre: pues no podrás obligarme, yo amo a mi novio y lo amo tanto que ya me entregué a él...

Cristian sintió que el corazón se le salía del pecho ante la atrevida confesión de su hermano.

Con los ojos rojos de rabia, Magdalena dio una fuerte bofetada a Ricardo haciéndolo caer al suelo.

La mujer se agachó y tomando bruscamente el rostro de Ricardo, le dijo: eres un descarado, pero te juro que te casarás con quien yo digo... aunque sea lo último que haga te casarás con Francisco Valencia...

Llorando, Ricardo respondió: no tienes derecho a obligarme...

M: claro que tengo... eres un doncel y estás bajo mi tutela... un doncel debe casarse con quien sus padres decidan y yo ya he elegido al hombre con el que te desposarás...

R: pero no entiendes que yo...

M: ya basta Ricardo... no soportaré más tus berrinches... siempre te he dado todo y creo que cometí un error al consentirte demasiado... hoy me has decepcionado como nunca creí que lo harías, pero a pesar de todo mi deber de madre es asegurar tu futuro y nadie te podrá dar un mejor porvenir que Francisco Valencia...

Ricardo gritó: pero ¿por qué tengo que casarme con él? ni siquiera lo conozco... quizás es un tipo gordo o viejo o...

M: eso no importa... lo importante es que es millonario y tú como su esposo también lo serás...

R: y si es tan rico ¿por qué no se consigue a otro?

M: porque es un hijo ilegítimo... hasta hace poco fue reconocido por su abuela y en nuestra sociedad eso no es bien visto...

R: ¿o sea que quieres que me case con un bastardo?

M: ese bastardo es heredero de una gran fortuna y para ti es lo mejor que te puede ocurrir...

Ricardo se limpió las lágrimas y habló con altivez: ¿lo mejor?... mírame mamá, soy un doncel muy bello... muchos hombres admiran mi belleza... cualquiera desearía tenerme...

M: cualquiera de esos hombres que dices, también pedirían la dote que tendríamos que dar por ti tal como marcan las reglas sociales... y yo ya no tengo nada de dinero... estamos en la ruina ¿no lo entiendes?

R: lo único que entiendo es que prefiero trabajar de costurero antes de casarme con quien no amo...

Magdalena sonrió sarcásticamente: ja, hablas así porque siempre lo has tenido todo... pero yo no estoy dispuesta a vivir en la miseria y la que decide aquí soy yo...

R: no puedes decidir por mí... yo soy libre...

M: claro que puedo y tú no eres libre... a partir de ahora no podrás salir de esta casa hasta el día de tu boda...

Ricardo vio que su madre se dirigía a la puerta y quiso detenerla, pero la mujer salió poniéndole llave a la perilla dejando encerrado al rubio doncel.

El joven comenzó a golpear la puerta mientras gritaba: ábreme mamá... no me puedes encerrar... abre la puerta, por favor... mamááááá...

Magdalena apretó entre sus manos la llave y se alejó lentamente del cuarto de Ricardo hasta toparse con Cristian, su hijo mayor, que estaba frente a ella y la observaba fijamente.

M: supongo que escuchaste todo...

C: sí…

M: entonces entenderás por qué encerré a tu hermano... él tiene que reflexionar...

C: mamá, yo no sabía que estábamos tan mal económicamente... quisiera hacer algo para ayudarte...

La mujer rio irónicamente y dijo: jajajaja ¿hacer algo tú? y ¿qué podrías hacer?

C: pues no lo sé, pero...

M: mira Cristian, dentro de poco serás religioso y deberás dedicarte sólo a Dios... los problemas de tu familia ya no te importarán, así que no te preocupes por nosotros... yo me encargaré de todo como lo he hecho desde que falleció tu padre... buenas noches...

Cristian no dijo más y vio que su madre entró en su habitación para dormir...el joven pelinegro se quedó un rato más parado fuera de su cuarto mientras escuchaba los gritos de su hermano menor.

**********

En la mansión de los Valencia, Francisco no podía conciliar el sueño... daba vueltas en su cama sin poder dormir... la verdad es que aunque la cama en la que estaba acostado era mucho más cómoda que en la que dormía antes aún añoraba la simpleza de los días cuando vivía frente al mar.

Hace sólo unos años, Francisco vivía feliz en San Juan de la Costa, un pueblo pesquero a varios kilómetros de Santo Domingo... junto con su madre habitaba una casa modesta... su padre, Manuel, los visitaba con frecuencia aunque pasaba más tiempo viajando por negocios.

Después del duro golpe de la muerte de su madre, Francisco tuvo que soportar también el fallecimiento de su padre, noticia de la que se enteró por medio de una carta... pero fue aún más difícil aceptar la idea de saber que él era el hijo de la "casa chica" del millonario Manuel Valencia.

Francisco admiraba a su padre sin saber que él tenía otra familia, otra esposa... el joven se decepcionó al conocer la verdad.

Entre recuerdos y sentimientos encontrados, Francisco notó que los primeros rayos del sol entraban por su ventana... al estar acostumbrado a respirar el aire puro, salió al jardín de rosas que formaba parte de la gran mansión en la que ahora vivía.

Con los ojos cerrados, Francisco aspiraba la fragancia de las rosas que se mecían suavemente con la brisa matinal.

La paz del ojiazul fue interrumpida por el saludo de don José, el viejo jardinero.

J: buenos días joven Francisco... por lo que veo acostumbra madrugar...

El ojiazul sonrió y respondió: sí, es algo que hago desde chico... antes me despertaba para disfrutar de la brisa del mar y ahora tengo que conformarme con respirar el polen de estas rosas...

El anciano contestó: yo nunca he ido al mar, así que no sé cómo se sienta respirar su olor, pero en cambio he cultivado estas rosas toda mi vida y amo su fragancia... recuerdo que a doña Margarita también le gustaba venir a olerlas...

F: ¿Margarita?

J: sí, la esposa de don Manuel, su padre...

Francisco no pudo disimular su contrariedad al escuchar el nombre de quien fuera la esposa oficial de su papá, sin embargo preguntó: ¿cómo era ella?

J: toda una dama, una mujer muy bella, tanto por fuera como por dentro...

Francisco dudó en preguntar, pero lo hizo: y mi papá... ¿la amaba?

J: por supuesto que la amaba... tanto que nunca la abandonó a pesar que ella no podía darle hijos...

El ojiazul se entristeció al escuchar eso, pues comprobaba que su madre sólo había sido una mujer más para su padre, pero no su verdadero amor...

El jardinero dijo: perdón, creo que estoy hablando de más...

Con una sonrisa disimulada, Francisco respondió: no se preocupe don José, usted sólo dice la verdad... y la verdad aunque a veces duele siempre es lo mejor...
**********

Más tarde en la casa De Aragón, Magdalena y Cristian desayunaban en silencio.

Una sirvienta entró y dijo: señora, ya llevé el desayuno al joven Ricardo, pero se niega a comer... dice que mientras no salga de su cuarto no comerá...

M: es un berrinchudo sin remedio... déjale la comida en su cuarto y cuando el hambre le apriete tendrá que comer...

La sirvienta asintió y se retiró.

Cristian rompió su silencio y dijo: mamá, no puedes mantener encerrado a Ricardo para siempre...

M: yo sé lo que tengo que hacer... no te metas por favor...

C: me meto porque Ricardo es mi hermano y lo quiero... no me gusta lo que está pasando... por favor déjame hablar con él...

M: y ¿qué vas a decirle?

C: no lo sé... sólo quiero verlo y consolarlo...

A regañadientes, la mujer aceptó: está bien... supongo que como religioso entiendes que los hijos deben ser obedientes y sumisos con sus padres... háblale de eso a tu hermano...

Cristian asintió y poco después entró a la habitación de Ricardo, quien se sorprendió al ver a su hermano mayor.

R: ¿Cristian? no sabía qué habías vuelto...

El rubio abrazó alegremente al pelinegro y lo besó en la mejilla.

R: qué alegría me da verte... hace tanto tiempo que no sabía de ti...

Con una sonrisa, el ojicafé contestó: a mí también me alegra verte... aunque me entristece saber lo que está pasando...

Ricardo tomó de las manos a su hermano y con mirada suplicante dijo: ayúdame Cristian, no permitas que mamá consiga lo que quiere...

C: pero yo ¿qué puedo hacer?... mamá es quien nos dio la vida y debemos respetarla y obedecerla...

El rubio se alejó de su hermano y dándole la espalda le dijo: claro, para ti es fácil decirlo porque no eres tú a quien obligarán a casarse con alguien que no quiere...

C: hermano, aunque no lo creas puedo entender tu molestia, pero piensa que mamá sólo quiere lo mejor para ti...

R: no la justifiques... mamá sólo ve su conveniencia sin importarle mis sentimientos... yo amo a otro hombre... es un joven guapísimo y cuando estoy con él siento que el mundo se detiene... cuando estoy en sus brazos yo...

Cristian interrumpió: basta Ricardo, no sigas hablando... lo que dices no es correcto... eres un doncel y debes comportarte con recato... lo que hiciste no está bien... es un pecado y ojalá Dios pueda perdonarte...

R: ¿es un pecado amar?

C: no, amar no es un pecado, pero tú te has dejado arrastrar por la lujuria...

Ricardo se acercó a Cristian y mirándolo a los ojos le dijo: y ¿acaso tú no?... hermano, ¿nunca has sentido nada por otro hombre?... ¿nunca has deseado ser tocado, acariciado y besado?... ¿nunca has sentido que un fuego arde dentro de ti al ver a otro hombre?

Molesto, Cristian respondió: cállate, me estás faltando al respeto... recuerda que voy a ser religioso... ese tipo de pensamientos no están permitidos para mí... será mejor que me vaya...

R: no, espera... discúlpame si te ofendí, pero necesito pedirte un favor...

C: ¿cuál?

R: necesito que le lleves una carta a mi novio... se llama Esteban y vive en...

C: ¿estás loco? ¿cómo crees qué haré algo así?

R: por favor, hazlo por mí... no tengo otra forma de comunicarme con Esteban... ayúdame... yo sé que no puedes hacer nada contra mamá, pero como mi hermano por lo menos llévale este mensaje a mi novio...

Cristian vio que los ojos de su hermano menor se llenaban de lágrimas y conmovido aceptó el encargo.

C: está bien, pero será la única vez que lo haga...

Ricardo sonrió feliz y dijo: gracias hermano... voy a escribir una carta rápidamente y te daré la dirección para que se la entregues a Esteban personalmente...

Poco después, Cristian salió de la habitación de Ricardo y fue interceptado por su madre.

M: ¿qué te dijo Ricardo?

Nervioso, el doncel respondió: pues lo que ya sabes, que no está dispuesto a casarse...

M: tanto consentimiento convirtió a tu hermano en un caprichoso, pero tendrá que aceptar mi decisión...

C: espero que así sea... mamá, voy a salir un momento...

M: ¿a dónde vas?

C: a la Iglesia... necesito confesarme, en el convento lo hacía diariamente y...

Sin importarle lo que su hijo mayor hiciera, la mujer lo interrumpió: sí, está bien... haz lo que quieras... sólo no te tardes demasiado...

C: no lo haré... con tu permiso mamá...

Magdalena vio salir a Cristian sin imaginar a dónde iba en realidad.
**********

Mientras tanto, doña Teresa le daba indicaciones a su nieto Francisco.

T: tienes que vestir tu mejor traje, la primera impresión siempre es muy importante y quiero que Magdalena vea el maravilloso hombre que se casará con su hijo doncel...

Sonriendo, el ojiazul dijo: mi apariencia no importa... esa mujer me aceptaría aunque fuera un monstruo... lo único que quiere es salir de deudas y por eso venderá a su hijo...

T: puede ser, pero de cualquier forma tú eres un Valencia y debes demostrar el garbo de tu familia...

F: y ¿qué crees que opine Ricardo cuando me vea?... así se llama mi prometido ¿verdad?

La anciana miró a su guapo nieto y dijo socarronamente: Ricardo opinara lo mismo que cualquier otro doncel... seguramente se derretirá al verte...

Francisco sonrió cuando una sirvienta apareció y dijo: señora Teresa, tiene una llamada de la señora Magdalena De Aragón...

T: enseguida atiendo... ¿qué querrá esa mujer?... ahora vuelvo, hijo...

Francisco esperó unos minutos cuando vio regresar a su abuela muy molesta.

F: ¿qué pasa? ¿qué te dijo esa señora?

T: me canceló la cita... según ella su hijito está muy indispuesto y no puede salir... ¿quién se cree que es?

F: pues a mí me da lo mismo... tampoco tengo ningún interés por conocer a ese doncel...

T: quizás tú no, pero yo sí... ese chico va ser tu esposo y quiero conocerlo...

F: ¿creí que tú ya lo habías visto?

T: lo conocí cuando era más pequeño... te he contado que yo casi no socializo con la gente hipócrita de este pueblo, me la he pasado viajando y apenas tengo un vago recuerdo de los hijos de Magdalena...

F: ¿hijos? ¿o sea qué tiene más?

T: sí, son dos donceles, pero el que elegí para ti es el más bello, según dicen...

F: pues bueno abuela, parece que aquí la más interesada en conocerlo eres tú... a mí me da igual si lo conozco hasta el día de mi boda...

T: ¿cómo dices eso? él va ser tu esposo y madre de tus hijos...

F: puede que sea todo eso, pero no será la persona que yo ame...

T: eso dices ahora, pero...

F: abuela, no quiero discutir... mejor voy a dar un paseo por la plaza del pueblo...

T: ¿por la plaza? no hijo... tú no debes de ir ahí... pueden asaltarte...

F: te aseguro que sé defenderme muy bien... no soy un niño rico y mimado... en la costa aprendí a defenderme solo...

T: sí, pero ya no estás en la costa... aquí eres un rico heredero y debes comportarte como tal...

F: y así lo haré abuela, pero estoy seguro que dar una vuelta por la plaza no rebaja a nadie... además en esta casa siento que me asfixio...

Sin decir más, Francisco dejó sola a su abuela, quien azotó su bastón contra el suelo... no le gustaba que su único nieto y descendiente no le obedeciera en todo lo que quería.
**********

Cristian llegó a la dirección indicada por su hermano y notó que era una casa modesta... era obvio que el novio de Ricardo era de clase baja.

Tocó la puerta y una mujer salió a atenderlo.

C: buenas tardes... ¿está el joven Esteban?

Mujer: ¿Esteban? ¿Esteban qué?

C: eh, sólo me dijeron su nombre, no sé su apellido... es que traigo una carta para él...

La mujer miró de pies a cabeza a Cristian y dijo: ya sé de qué Esteban hablas... debe ser al pintor que viene a visitar un señorito todo elegante así como tú... pásale, él está en el cuarto número 3 en el segundo piso...

Al entrar, Cristian se percató que esa casa era en realidad una pensión.

C: ¿no va avisarle que estoy aquí?

La mujer rio burlonamente: mira, aquí no es un hotel de lujo... si quieres hablar con él, sube a su cuarto y toca la puerta...

Cristian tuvo que hacer lo que la mujer le pedía y subió las viejas escaleras del lugar hasta llegar a la puerta de la habitación número 3...

Una voz masculina preguntó: ¿quién?

El pelinegro respondió: traigo un mensaje para usted...

Esteban abrió la puerta, vestía un pantalón y una playera que dejaban ver sus musculosos brazos.

Cristian lo vio con desconfianza y el castaño preguntó: ¿tú quién eres?

C:y-yo soy el hermano de Ricardo...

El ojiverde observó detenidamente a Cristian y dijo: ¿así que tú eres su hermano? vaya... no pensé que fueras tan...

El doncel interrumpió: traigo esta carta de Ricardo para usted... tómela...

Esteban agarró la misiva y dijo: pasa por favor...

C: n-no, sólo vine a dejarle la carta...

El hombre notó el nerviosismo del doncel y preguntó: ¿me tienes miedo?

C: no es miedo, es sólo que es incorrecto que un doncel entre solo a la habitación de un hombre... y será mejor que me vaya... con su permiso...

Cristian iba a retirarse, pero Esteban lo sujetó por el brazo y le dijo: espera...

C: ¿qué quiere?

E: darte las gracias solamente... no entiendo por qué Ricardo me envía esta carta, pero te agradezco que lo hagas... eres muy diferente a como te imaginaba... eres más lindo de lo que tu hermano me contó...

Cristian se soltó del agarre de Esteban y sin decir más, bajó las escaleras velozmente y salió de la pensión.

Esteban se sentó en su cama y abrió el sobre con la carta de Ricardo... después que leyó lo que su novio le decía, el castaño arrugó el papel con un semblante muy molesto.
**********

En la plaza del pueblo, Francisco caminaba sintiendo las miradas de todos los que lo veían pasar... muchos murmuraban sabiendo de quién se trataba y otros se preguntaban quién era.

El ojiazul se sentó en una banca para pensar... su abuela ya había decidido que pronto se desposaría con un doncel, pero él se preguntaba si estaba haciendo lo correcto en dejar que alguien más dirigiera su vida sólo por ser el único heredero de una importante familia.

En esa misma plaza estaba la iglesia principal del pueblo, donde Cristian fue a confesarse después de ver al novio de Ricardo... cuando el doncel salió del templo se topó con el viejo vendedor de algodones de azúcar.

Cristian lo saludó: buenas tardes don Polo...

P: buenas, muchacho... ¿quieres un algodón?

C: ¿ya no me reconoce?

P: esos ojos me recuerdan a...

C: sí, soy Cristian De Aragón... siempre que venía a la iglesia con mi mamá, al salir le compraba un algodón ¿recuerda?

P: claro que me acuerdo... qué gusto verte de nuevo... supe que habías ingresado a un convento...

C: así es y en poco tiempo haré mis votos religiosos... creo que está será la última vez que me vea como una persona ordinaria, pronto seré un fraile...

P: pues te felicito, si eso es lo que deseas, estoy seguro que serás un gran religioso...

C: gracias, me da un algodón de azúcar...

P: claro, de qué color lo quieres...

C: azul, ya sabe que el azul es mi favorito...

El vendedor le entregó el algodón a Cristian, quien dijo: qué tonto soy... no encuentro mi cartera... qué pena, no tengo con qué pagarle… disculpe, le devuelvo el algodón...

Una cálida voz masculina se escuchó diciendo: no es necesario que lo devuelvas... yo te lo invito...

Cristian volteó a ver de quién se trataba y se topó con los ojos azules y el varonil rostro de Francisco, quien intentaba disimular una sonrisa sin conseguirlo.
Continuará...

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