15.- A la sombra del amor

 


En el pueblo de Santo Domingo, la tranquilidad de la noche era quebrantada por una discusión que tenía lugar en la mansión Valencia... era una típica pelea entre un hombre y su doncel...

 

Cristian estaba seguro que Francisco le era infiel y aunque él mismo deseaba negarlo, estaba lleno de celos, celos de que su marido estuviera cambiándolo por otro doncel.

 

En medio de su rabieta, Cristian le dio una bofetada a Francisco, quien muy molesto intentaba hallar una explicación a la actitud iracunda del joven pelinegro.

 

F: ¿cómo te atreves a golpearme? ¿estás loco?

 

Llorando, el doncel respondió: sí, estoy loco por haber confiado en ti y en tus palabras dulces... estoy loco por pensar que eras diferente a los demás... ESTOY LOCO POR HABERME ENAMORADO DE UN CANALLA COMO TÚ...

 

Al escuchar esas últimas palabras, los ojos azules de Francisco brillaron por el asombro y su semblante enojado cambió por uno de sorpresa mezclado con alegría.

 

F: ¿qué has dicho? ¿estás enamorado de mí?

 

Muy emocionado, el varón se acercó al doncel y tomándolo con fuerza por los hombros dijo: repítelo Cristian... ¿te has enamorado de mí?



 

En ese momento, el doncel reaccionó dándose cuenta que la rabia lo había hecho hablar sin pensar... el coraje y los celos habían provocado que el doncel expresara sus más íntimos pensamientos, por lo que al verse descubierto reaccionó con un nuevo ataque de ira.

 

Empujando a Francisco, Cristian vociferó: suéltame... no quiero que me toques... no después de venir de verte con tu amante... me das asco... pensé que eras diferente...

 

Sin entender muy bien de qué se trataba todo esto, el ojiazul insistió: no cambies el tema... hace unos momentos dijiste que te habías enamorado de mí...

 

Cristian lo negó diciendo: escuchaste mal... lo que yo dije es que nunca debí creer en las palabras de un canalla como tú... porque eso es lo que eres, un canalla... quisiste envolverme con tu supuesta paciencia para que yo cayera rendido a ti, pero descubrí tus mentiras...

 

Francisco volvió alzar la voz diciendo: ya basta Cristian... deja de ofenderme y dime de qué estás hablando que no entiendo nada...

 

C: no te hagas el desentendido... sabes perfectamente que hoy te viste con tu amante en una de tus propiedades... te viste con un doncel de cabello rubio ¿vas a negarlo?

 

Sin entender cómo es que Cristian sabía de su encuentro con Giovanni, el varón dijo: está bien... no voy a negarlo, pero no es lo que tú crees...

 

Limpiándose las lágrimas con rabia, el pelinegro habló: no seas cínico Francisco... así como tienes el valor de aceptar que te viste con ese doncel, también reconoce que es tu amante...

 

Con firmeza, el ojiazul contestó: no puedo reconocer algo que no es cierto...

 

C: ah... entonces quiere decir que tú acostumbras ir besándote con donceles por ahí... porque yo mismo vi cómo te besaste con ese doncel en la gala de los San Román... ¿eso también lo vas a negar?

 

Francisco se sorprendió de la revelación de Cristian... desde cuándo el pelinegro sabía de Giovanni sin haberle dicho nada.

 

F: escúchame Cristian, todo esto es una gran confusión... Giovanni no significa nada...

 

C: ¿Giovanni? ¿así que ese es el nombre de tu amante?

 

Molesto por la terquedad de Cristian, el ojiazul gritó: ya te dije que no es mi amante...

 

C: no lo niegues más... no tengo la menor duda de lo que creo... y tampoco te culpo, yo sé que no he sido un buen doncel para ti... yo sé que no he cumplido con mis obligaciones maritales, pero pudiste ser sincero conmigo... pudiste decirme que te buscarías a otro...

 

Francisco volvió a tomar por los hombros al doncel: Cristian escúchame por favor... déjame que te explique...

 

C: no quiero oírte... por un momento pensé en creer que eras un hombre bueno, pero después de esto no quiero escucharte más...

 

F: pues tendrás que hacerlo... pero ahora estás muy nervioso y yo también lo estoy... será mejor que hablemos mañana y después que yo te aclare todo, tú tendrás que aclararme lo que me dijiste...

 

C: ¿a qué te refieres?

 

F: a que escuché claramente que estás enamorado de mí... Cristian mañana hablaremos tranquilos y tendrás que reconocer tus sentimientos... tendrás que decirme a los ojos si eso que dijiste en un arranque de rabia es lo que sientes en verdad... ahora me voy a la recámara de huéspedes... ambos tenemos mucho que pensar...

 

Cristian no dijo más y sólo escuchó cuando Francisco salió de la habitación para luego echarse a llorar sobre la cama... el doncel no podía evitar sentir un dolor en su pecho por algo que hasta ese momento desconocía, celos.



 

Afuera, Francisco se recargó en la pared y con una gran sonrisa en los labios pensó: está celoso... Cristian está celoso porque me quiere... está enamorado de mí... me ama, estoy seguro que me ama...


**********

 

Y en la gran ciudad dentro de un lujoso departamento, Ricardo permanecía inmóvil.

 

El rubio doncel había acudido al lugar creyendo que se encontraría con Gilberto De la Fuente, pero en vez de él se encontraba un abominable hombre de dinero, quien mirándolo morbosamente lo llamaba para yacer con él en la cama.

 

El sujeto con sobrepeso y abultada barriga se puso de pie al ver que el doncel no se movía... relamiéndose los labios se acercó al rubio y le susurró: parece que eres nuevo en esto o pretendes lucir ingenuo para excitarme más...

 

Una lágrima rodó por la mejilla de Ricardo, cuando el hombre besó y lamió su cuello al tiempo de decirle: hueles delicioso, ya quiero estar dentro de ti mientras gimes como una zorra...

 

Ricardo finalmente reaccionó diciendo: no, esto es un error... y-yo no debo estar aquí...

 

El hombre mayor preguntó: ¿un error? ¿de qué hablas? ¿acaso no eres Ricardo?

 

R: sí, yo soy Ricardo, pero estoy aquí porque Gilberto De la Fuente me citó para hablar con él...

 

El varón comenzó a reír: jajajaja... no seas ingenuo muñequito, Gilberto te citó para que te encontraras aquí conmigo y no precisamente para hablar... Gilberto me debe un dinero y quedó en pagarme con un doncel de primer nivel... tú eres ese doncel y ahora yo voy a cobrar lo que me deben...

 

El hombre tomó por la cintura a Ricardo y lo atrajo bruscamente a su cuerpo.

 

El rubio intentó separarse: no, esto no puede ser... yo no quiero estar aquí...

 

Hombre: eso a mí no me importa muñeco... con tu cuerpo me voy a cobrar lo que Gilberto me debe...

 

El abominable sujeto comenzó a forcejear con Ricardo, quien se resistía a recibir las caricias y besos morbosos.

 

R: suélteme... déjeme ir...

 

Furioso ante la resistencia, el hombre arrojó al doncel a la cama y le advirtió: será mejor que te tranquilices y no te hagas el difícil... tú no eres más que una puta, así que cumple con tu trabajo...

 

Con el rostro aterrorizado, Ricardo vio cómo el hombre semidesnudo se le echaba encima para besarlo y tocar su cuerpo de manera lujuriosa y morbosa.

 

Llorando, Ricardo comenzó a gritar: noooo... no me haga esto... no quiero hacerlo... no quiero...

 

Sin dejar de someter el delicado cuerpo sobre la cama, el hombre vociferó: ya cállate y ábreme las piernas...

 

El tipo obligó al doncel a separar las piernas para colocar su obesa figura en medio de ellas.

 

Por un momento, Ricardo creyó que todo estaba perdido, pero sacando fuerzas desde lo más profundo de su ser, logró empujar al hombre haciéndolo caer de la cama.

 

El rubio aprovechó para bajarse de la cama y salió corriendo del cuarto, así como del departamento.

 

Como si alguien fuera detrás de él, Ricardo corrió hasta llegar a la calle y tomar un taxi, que lo condujo hasta su humilde vivienda.

 

El doncel no dejó de llorar en todo el camino, pues aún sentía al asqueroso tipo tocándolo y besándolo con morbo... antes de entrar a su casa, el rubio se limpió las lágrimas.

 

Esteban aún estaba despierto y se sorprendió de ver llegar a Ricardo, pues hacía muy poco que había salido.

 

E: ¿Ricardo? pensé que tardarías más... ¿qué pasa? te ves muy nervioso...



 

Haciendo un esfuerzo para responder, el doncel dijo: pasa que... tenías razón, no quiero volver a ese trabajo... no quiero hacerlo...

 

Preocupado, Esteban cuestionó: ¿por qué? ¿te hicieron algo? ¿qué pasó? cuéntame...

 

Al notar la preocupación de Esteban, Ricardo intentó calmar la situación.

 

R: n-no... no me hicieron nada... es sólo que... me confundí al traducir algo y me regañaron... yo no sirvo para esto... no quiero volver...



 

Esteban se acercó tiernamente a Ricardo y estrechándolo en sus brazos le dijo: no tienes que volver... es a mí a quien le corresponde darte todo... yo tampoco quiero que trabajes... te prometo que buscaré la forma para que salgamos adelante...

 

Sintiéndose protegido en los brazos de Esteban, Ricardo se aferró a su amado y pensó: perdóname, no mereces que te engañe... no merezco tu amor...

**********

 

Al día siguiente en la mansión Valencia, doña Teresa salía de su habitación cuando se topó con su nieto saliendo de la recámara de huéspedes.

 

T: ¿Francisco? ¿qué haces saliendo de ese cuarto? ¿acaso dormiste ahí?

 

Francisco respondió hoscamente: sí, abuela, dormí aquí...

 

T: pero ¿por qué?

 

F: Cristian y yo discutimos... y preferí pasar la noche en este cuarto...

 

Con un tono de molestia, la anciana cuestionó: pero qué clase de discusión tuvieron como para que Cristian te echara de la habitación...

 

F: Cristian no me echó... fui yo quien así lo decidió...

 

T: pues no me parece correcto... una pareja jamás debe dormir separada, a menos que lo que haya ocurrido entre ustedes sea demasiado grave... ¿qué fue lo que pasó exactamente?

 

F: mira abuela... te suplico que no te metas en esto... yo solo soy capaz de resolver mis problemas con mi doncel... ahora mismo voy hablar con él...

 

Sin decir más, Francisco se dirigió a la habitación que compartía con Cristian y tocó la puerta sin recibir respuesta alguna.

 

El ojiazul decidió entrar, pero no encontró al doncel en la cama... rápidamente lo buscó en el baño sin hallarlo... entonces, se percató que en el clóset faltaba ropa de Cristian, así como una maleta.

 

Teresa sólo escuchó un grito lleno de rabia por parte de Francisco.

 

De inmediato, la anciana fue a averiguar encontrando a su nieto golpeando con fuerza una de las paredes de su habitación.

 

T: ¿qué pasa Francisco? ¿dónde está Cristian?

 

El ojiazul miró a su abuela y respondió lleno de coraje: se fue... Cristian se fue de la casa...

**********

 

Y en esos instantes en la casa De Aragón, Magdalena recibía a su hijo, quien llegó con una maleta en las manos.

 

M: ¿Cristian? ¿qué haces aquí tan temprano? ¿y esa maleta?

 

El doncel habló con firmeza: vine a quedarme... he decidido separarme de Francisco...

 

La mujer abrió los ojos grandemente ante esas palabras.

 

M: ¿qué? pero tú no puedes hacer eso...

 

C: claro que puedo... ya comprobé que Francisco sí me es infiel... yo no pienso aguantar eso... no voy a soportar que él me toque después de estar con otro...

 

Magdalena contestó: no digas tonterías Cristian... tú no te puedes dejar arrebatar a Francisco... tienes que luchar por él...

 

C: yo no quiero luchar por nadie mamá... no merezco que él me engañe ni mucho menos que pelee por un mentiroso como Francisco...

 

M: pues tendrás que hacerlo... ya te dije que de tu matrimonio con Francisco depende nuestro futuro... yo no voy a permitir que un doncel salido del fango ponga en riesgo todo lo que he ganado...

 

Cristian miró a su madre y dijo: pues entonces pelea tú por Francisco... es más, cásate tú con él para que seas dueña de toda su fortuna...

 

Furiosa, la mujer estampó su mano en la mejilla del pelinegro.

 

M: no seas atrevido Cristian... te veo y no te reconozco... siempre has sido un hijo obediente y sumiso... y ahora me faltas el respeto de esta manera...

 

Cristian no aguantó las lágrimas y dijo: es que no te das cuenta que estoy desesperado... no soporto la idea de que Francisco me engañe, vengo aquí buscando refugio y lo único que me encuentro son más reproches...

 

M: pues si viniste aquí buscando que te apoye en tu absurda idea de abandonar a Francisco estás muy equivocado... es más, ahora mismo voy hablarle a tu marido para que venga por ti...

 

Cristian intentó detener a su madre: no lo hagas mamá... no le llames por favor...

 

Decidida, la mujer tomó el teléfono para comunicarse a la mansión Valencia... sin embargo, antes de poder hacerlo, Cristian salió corriendo del lugar.

 

Magdalena colgó el teléfono y gritó: Cristian... no te vayas Cristian... tienes que volver con tu marido... Cristiaaaaan...

 

Furiosa, la mujer pensó: estúpido... pero no voy a dejar que por tu tonto orgullo eches a perder todo... vas a volver con Francisco aunque sea lo último que haga...

**********

 

Y en la mansión Valencia, Teresa cuestionaba a su nieto sobre lo ocurrido.

 

T: no voy a permitir más evasivas... dime qué fue lo que pasó entre tú y Cristian...

 

Harto de las preguntas, Francisco respondió: está bien... si quieres saberlo, te lo voy a decir... Cristian descubrió que le soy infiel con otro doncel...

 

Haciendo chocar su bastón con el suelo, Teresa vociferó: pero qué clase de estúpido eres... cómo puedes hacer esto cuando tienes tan poco tiempo de casado... es que acaso Cristian no te satisface como para que busques a otro doncel fuera de tu hogar...

 

El ojiazul intentó hablar: lo que pasa abuela es que...

 

La anciana interrumpió: lo que pasa es que eres igual que tu padre y que tu abuelo... todos los hombres son iguales... no se conforman con un solo amor, tienen que andar como perros detrás de otros traseros cuando tienen en casa a una buena pareja... porque no puedes negar que Cristian es un buen doncel... yo misma lo he observado todo este tiempo y es un muchacho recatado y honesto... ¿por qué tenías que engañarlo?

 

Muy sorprendido por la reacción de su abuela, Francisco dijo: abuela, no creí que alguna vez te escuchara defender a Cristian de esta manera... pensé que no lo querías...

 

T: sí, ya sé que al principio no era santo de mi devoción, sobre todo por su madre, quien sí es una víbora... pero he visto el comportamiento de Cristian y tengo que reconocer que es un buen doncel... él no se merece que lo engañes Francisco, al menos no cuando tienen muy poco de haberse casado...

 

Sonriendo, el ojiazul se acercó a su abuela para besarle galantemente la mano al tiempo de decirle: yo también creo que Cristian es un muy buen doncel y por eso quiero que él sea madre de mis hijos...

 

T: entonces ¿por qué lo engañaste?

 

F: todo es una confusión abuela... te aseguro que no le he sido infiel... es muy largo de explicar, pero te doy mi palabra que al único doncel que deseo y amo es a Cristian...

 

Teresa vio en los ojos de su nieto sinceridad al hablar: nunca me habías dicho que lo amas... yo creía que estabas casado con él por obligación...

 

F: así fue en un principio... tú mejor que nadie sabes como se dieron las cosas, pero así como tú aprendiste a conocer a Cristian en el tiempo que ha vivido en esta casa, yo que duermo a diario con él he aprendido a quererlo... a amarlo... y ¿sabes una cosa?... estoy seguro que él también me ama...

 

T: y ¿por qué se fue?

 

Francisco suspiró y respondió: porque es un doncel tan digno y honesto, que no es capaz de soportar una infidelidad de mi parte... creo que prefiere dejarme libre antes que dejarse humillar más... y eso habla muy bien de él, sabes ¿por qué?

 

La anciana respondió: sí, lo sé... Cristian nos está demostrando que vale más su dignidad que todo lo que puedes ofrecerle... cualquier otro doncel hubiera pasado por alto tus infidelidades con tal de no perder su estatus social, pero él no es así... Cristian es un doncel desinteresado... hijo, tienes que buscarlo y traerlo de vuelta...

 

El varón dijo con seguridad: por supuesto que lo haré... voy a traer a Cristian de regreso y no lo voy a dejar escapar nunca más...

 

Francisco besó en la frente a su abuela y salió a toda prisa de la casa mientras la anciana agarraba con fuerza su brazo izquierdo sintiendo un ligero entumecimiento.

 

T: Dios Mío, gracias... al menos tengo la certeza que mi nieto encontró el amor al lado de un buen doncel...

**********

 

En esos momentos, Cristian se encontraba en el cementerio de Santo Domingo, rezando ante la tumba de su padre.

 

El doncel no sabía a donde ir, por lo que decidió refugiarse en el lugar donde reposaban los restos de la única persona que lo había mimado y consentido cuando era un niño.

 

Con los ojos llenos de lágrimas, Cristian oraba: cuánta falta me haces papá... tú sí me querías... ahora más que nunca necesito de tus consejos... no sé qué hacer... mándame una señal, por favor...

 

El doncel cerró los ojos y después de algunos minutos, sintió una mano posándose en su hombro.

 

Cristian abrió los ojos para saber de quién se trataba y se sorprendió de encontrarse frente a él a Bernardo Arteaga, el hombre que conoció en la gala de los San Román.

 

Cristian preguntó: ¿don Bernardo? ¿qué hace usted aquí?



 

El hombre maduro respondió: buenos días Cristian... te conté que yo viví muchos años en este pueblo y en este cementerio reposan algunas personas a las que estimé... vine hacer unos negocios a Santo Domingo y decidí pasar al cementerio, aunque nunca pensé encontrarte en este lugar... ¿te ocurre algo?

 

Intentando disimular su dolor, Cristian dijo: no me pasa nada... sólo vine a visitar la tumba de mi papá...

 

El canoso caballero insistió: ¿estás seguro? porque tienes los ojos muy rojos y tu cara refleja mucha preocupación... yo sé que casi no me conoces, pero puedo escucharte... quizás mis años de experiencia puedan serte de ayuda...

 

Sin aguantar más y deseando refugiarse en alguien, Cristian comenzó a sollozar con desesperación.

 

C: es que no sé qué hacer... estoy muy confundido don Bernardo...

 

Al ver a ese joven llorando amargamente, el varón se acercó sigilosamente para estrecharlo entre sus brazos y acariciar con ternura sus largos cabellos oscuros.

**********

 

Mientras tanto en la gran ciudad, Ricardo descansaba en su humilde vivienda cuando Esteban lo despertó con un alarido lleno de alegría.

 

El rubio se acercó a su concubino y le preguntó: ¿qué pasa Esteban? ¿por qué gritas así?

 

Muy feliz, el varón respondió: mira Ricardo, mira mi mano... ya puedo sostener bien el pincel... ya puedo hacer trazos firmes...



 

El doncel se contagió de la alegría de Esteban: me da mucho gusto... eso significa que pronto volverás a pintar como antes...

 

Esteban abrazó fuertemente a su amado: sí mi amor... pronto volveré a pintar y entonces sí cumpliré lo que te prometí... voy a ser un gran pintor para darte todo lo que mereces...

 

R: lo único que quiero es que vuelvas a ser el pintor lleno de sueños del que me enamoré...

 

E: te aseguro que así será... pronto todo va a cambiar para nosotros... nos vamos a mudar a un lugar mejor y...

 

Los sueños de Esteban fueron interrumpidos por golpes en la puerta... Ricardo abrió y se encontró con un niño que le entregó una carta.

 

Con temor, el ojiverde abrió la misiva y la leyó.

 

"Tenemos que hablar de lo que pasó anoche. Te espero en la tarde en mi oficina. Si no vienes, yo voy a tu casa.

Gilberto De la Fuente"

 

Esteban preguntó: ¿de quién es esa carta mi amor?

 

Ricardo no sabía qué responder, por lo que Esteban se acercó y le arrebató la misiva para leerla él mismo.

 

Con tono molesto, el pintor dijo: ¿qué significa esto Ricardo? ¿por qué Gilberto te envía mensajes en este tono?

 

Muy nervioso, el rubio respondió: ya te lo conté... ayer no hice bien mi trabajo de traductor y ahora Gilberto debe estar furioso... después de todo él me recomendó...

 

E: ¿sabes qué? soy yo quien va ir a hablar con Gilberto a su oficina...

 

Al escuchar eso, Ricardo suplicó: no, por favor Esteban... tú no tienes nada que hablar con Gilberto... soy yo quien debe ir...

 

E: muy bien, entonces iremos los dos... no voy a permitir que ese tipo te maltrate...

 

Ricardo añadió: te aseguro que no me va hacer nada y déjame ser yo quien termine con todo esto... yo voy a ir solo a hablar con Gilberto, voy agradecerle por la oportunidad y a decirle que no volveré a ese "trabajo" nunca más...

 

Esteban insistió: pero es que yo quiero ir contigo...

 

Ricardo tomó las manos del pintor y mirándolo a los ojos le dijo: por favor, déjame ir solo... te prometo que esta será la última vez que vea a Gilberto... hoy voy a terminar cualquier relación con él...



**********

 

En una banca del cementerio de Santo Domingo, Cristian terminaba de contarle lo que le pasaba a don Bernardo Arteaga.

 

Con rostro apacible, el hombre mayor dijo: ahora que ya estás más tranquilo y me has contado lo que ocurrió, tengo que hablarte con sinceridad... la verdad es que creo que estás cometiendo un error...

 

Con los ojos llorosos, el doncel preguntó: ¿un error? pero ya le dije que estoy seguro que Francisco me engaña...

 

B: eso lo sé y aunque me cuesta creer que Francisco sea capaz de algo así, el error al que me refiero es al que tú te hayas salido de tu casa negándote escuchar a tu marido...

 

C: ¿para qué quiero escuchar más mentiras?

 

Bernardo miró a los ojos a Cristian y le dijo: es que parece que estás huyendo de este problema y escapando no es como se solucionan las cosas... mucho menos los asuntos de pareja...

 

C: pero es que...

 

B: no, déjame terminar por favor... suponiendo que es verdad que Francisco te es infiel, tú no tienes por qué salir huyendo como si fueras un ladrón... en todo caso es Francisco quien debe estar avergonzado por lo que hizo... Cristian, aunque Francisco sea culpable, hasta el más grande de los asesinos tiene derecho a ser escuchado para dar su versión y defenderse... tú no le estás dando ese derecho a tu marido... ya lo has juzgado y sentenciado sin haberlo escuchado...

 

El doncel agachó el rostro y dijo: es que... tengo miedo que él me diga que sí tiene a un amante porque yo no le sirvo como pareja...

 

Con mirada dulce, Bernardo tomó el mentón de Cristian para decirle: si Francisco te dice eso, es el más grande de los idiotas... te aseguro que no será así... tú tienes que regresar a tu casa y hablar con tu marido... si después de hablar con él decides terminar con tu matrimonio, está bien, pero no saldrás como un delincuente, sino con la frente en alto y seguro de que tú hiciste lo correcto... ¿qué dices? ¿te llevo a la mansión Valencia?

 

Entendiendo lo que el hombre mayor le decía, Cristian respondió: tiene razón, voy a volver a casa de Francisco, pero no es necesario que me lleve... no quiero que él sepa que ando contando nuestros problemas...

 

B: no te preocupes por eso... yo te llevo hasta el portal de la mansión, pero no entraré... te prometo que jamás le diré a Francisco de esta plática...

 

El doncel miró tiernamente al mayor: gracias por escucharme don Bernardo... usted es muy amable... siento como si mi papá lo hubiera enviado para hablar conmigo... con sus palabras siento como si mi padre me hablara...

 

Sonriendo y acariciando la mejilla de Cristian, Bernardo dijo: qué alegría me da escuchar eso... yo sé que casi no me conoces, pero quiero que sepas que siempre que tengas un problema, puedes recurrir a mí, al menos para platicar conmigo... no quiero ser impertinente, pero me gustaría que pudieras ver a una especie de "padre" en mí...

 

Cristian preguntó: ¿por qué es tan bueno conmigo don Bernardo? ¿por qué? si casi no me conoce…

 

El hombre respondió con sinceridad: no lo sé... sólo sé que me siento extrañamente conectado a ti... quizás sea porque conocí a tu madre cuando era joven y le tuve un gran cariño...

 

C: ¿y a mi papá? ¿también a él le tuvo aprecio?

 

Dudando en responder, Bernardo contestó: sí... también a él le tuve aprecio...

**********

 

Poco después, Francisco regresaba a la mansión Valencia muy preocupado por no haber encontrado a Cristian... lo había buscado en casa de Magdalena, en la iglesia y otros lugares sin hallarlo.

 

El ojiazul daba de vueltas en el recibidor de la mansión cuando vio abrirse la puerta de la entrada y Cristian apareció.



 

El varón corrió hasta su doncel y tomándolo de los hombros con fuerza preguntó: ¿dónde has estado Cristian? te busqué por todos lados...

 

Con desdén, el pelinegro respondió: no importa donde estuve... ya estoy aquí...

 

F: sí, pero pensé que te habías ido de la casa... en el cuarto faltaba algo de tu ropa y una maleta...

 

C: así es... porque pensé no regresar, pero decidí que debo escucharte, aunque sean mentiras lo que vayas a decirme...

 

Con el semblante molesto, Francisco tomó del brazo a Cristian y le dijo: te aseguro que no vas a escuchar mentiras, sino toda la verdad... ven conmigo...

 

C: suéltame... ¿a dónde me llevas?

 

Sin soltarlo y conduciendo a Cristian a la salida de la casa, el varón dijo: ya lo verás...

 

El doncel no dijo más y se dejó llevar por su marido.

 

Una hora después, Francisco y Cristian llegaron al lugar donde el varón se había encontrado los días anteriores con Giovanni, su supuesto "amante".

 

C: ¿por qué me trajiste aquí?

 

F: porque ahora te voy a presentar a alguien...

 

Negándose a entrar a la casa abandonada, Cristian dijo: yo no voy a entrar a ese lugar... no voy a dejar que me humilles más...

 

Con tono serio, el hombre vociferó: vas entrar porque yo lo ordeno...

 

Casi a rastras, Francisco entró con Cristian a la casa donde se había citado nuevamente con Giovanni.

 

C: ¿y bien? ¿qué hacemos aquí?

 

F: vamos a esperar unos momentos...

 

Minutos después, alguien tocó la puerta... Francisco abrió y quien entró fue Giovanni, sorprendiéndose de encontrarse con el ojiazul acompañado de Cristian.



 

El doncel pelinegro miró con altivez al doncel que supuestamente era amante de su marido.

 

Giovanni preguntó: ¿qué pasa aquí Francisco?

 

Francisco habló con firmeza: pasa que nos descubrieron... Cristian, mi doncel, se enteró de nuestros encuentros y cree que yo le soy infiel contigo... claro, eso lo supone porque también vio cuando me besabas en la gala de los San Román...

 

Sin saber qué decir, Giovanni tartamudeó: pu-pues... no- no entiendo... se supone que tú hoy ibas a darme...

 

Francisco interrumpió: si, iba a darte un dinero y eso voy hacer, pero antes quiero que le aclares a Cristian lo que hay entre tú yo... quiero que le digas a mi esposo si tú y yo somos amantes... vamos, dile si yo le he sido infiel contigo...

 

Giovanni miró a los ojos a Cristian y con un dejo de vergüenza, habló: la verdad es que entre Francisco y yo no hay nada... hace años, él y yo fuimos novios, pero yo lo abandoné... no volvimos a vernos hasta esa noche en la gala de los San Román...

 

Cristian escuchaba con atención a Giovanni mientras era observado por Francisco.



 

Giovanni continuó hablando apenadamente: esa noche al verlo convertido en todo un caballero, fui yo quien lo besó, él me apartó y me dijo que estaba casado... a pesar de eso, yo lo seguí hasta acá para convencerlo de...

 

Ante las dudas del doncel, Francisco dijo: termina de decir todo Giovanni... quiero que Cristian sepa la verdad...

 

Giovanni miró a Cristian y vociferó: la única verdad es que Francisco no te ha sido infiel... por el contrario me ha repetido varias veces que te quiere y te respeta... tanto, que está dispuesto a pagarme para que me vaya y nunca lo vuelva a ver...

 

Comprendiendo lo que realmente pasaba, Cristian interrumpió: ya basta... no quiero seguir escuchando... para mí, ya todo está muy claro...

 

El doncel pelinegro se dirigió a la salida, pero Francisco intentó detenerlo.

 

C: déjame ir Francisco... termina lo que tengas que hacer con este... con este joven... yo, te creo... te creo que no me has estado engañando...

 

Sin decir más, Cristian salió de la casa y Francisco se quedó a solas con Giovanni, quien reclamó.

 

G: ¿tenías que humillarme de esta forma?

 

El ojiazul respondió: te juro que nunca lo hubiera hecho si Cristian no dudara de mí... yo tenía que hacerle entender que no le he faltado al respeto...

 

G: pues ya está hecho... sólo espero que tú cumplas con tu parte del trato...

 

F: por supuesto, mañana tendrás tu dinero... enviaré a un empleado para que te lo entregue... adiós Giovanni y espero no volverte a ver nunca más...

 

Giovanni contestó irónicamente: nunca digas nunca Francisco... y ojalá puedas ser feliz con ese doncel... aunque sinceramente lo dudo...

 

Francisco salió de la casa y vio que Cristian estaba recargado sobre un gran árbol, el mismo desde donde lo había espiado un día antes.



 

El varón se acercó hasta el pelinegro y extendiéndole la mano le dijo: ¿nos vamos?

 

Sin moverse, el doncel preguntó: ¿por qué hiciste todo esto?

 

F: porque para mí es muy importante que me creas... no quiero que tengas la menor duda de mí... todo lo que te he dicho es cierto... no soy un mentiroso, ni un canalla como me dijiste...

 

Cristian agachó la cabeza y se acercó al varón.

 

C: perdóname... yo actúe sin pensar, pero es que estaba...

 

F: ¿celoso? ¿estabas celoso verdad?

 

Sintiendo que sus mejillas enrojecían, el doncel contestó en voz muy baja: s-sí, creo que eso era... estaba celoso...

 

Francisco tomó suavemente el mentón de Cristian y obligándolo a mirarlo a los ojos dijo: ¿por qué no me miras de frente y me lo dices?

 

C: decirte ¿qué?

 

F: lo que me gritaste ayer...

 

C: n-no sé a qué te refieres...

 

F: por favor Cristian, no lo niegues más...

 

El doncel se separó de Francisco y se recargó nuevamente sobre el árbol, pero esta vez dándole la espalda al ojiazul.

 

El varón se acercó y le susurró al oído: está bien, si tú no te atreves, yo sí lo voy a decir...

 

Francisco giró con suavidad a Cristian para quedar frente a frente y decirle...

 

F: te amo Cristian... te quiero como no he querido a ningún otro doncel... no sé cómo ni cuándo, pero me enamoré de ti... te amo, te juro que te amo...



 

Con el rostro ruborizado, Cristian ya no pudo callar más lo que sentía.

 

C: y-yo también...

 

F: tú también ¿qué?... quiero escucharlo de tus labios...

 

Con la respiración agitada, Cristian hizo un gran esfuerzo para que las palabras salieran de su boca...

 

C: yo también te amo Francisco... tampoco sé desde cuándo, pero estoy enamorado de ti... eres el único hombre al que he tratado, pero estoy seguro que esto que siento es amor... te amo...

 

Con los ojos iluminados por la felicidad, Francisco tomó por la cintura a Cristian y lo apretó a su cuerpo.

 

F: Cristian, mi Cristian...

 

El ojiazul no aguantó más y unió sus labios a los del doncel, quien por primera vez correspondió a la caricia dejándose llevar por el amor que sentía.

 

Con el corazón latiéndole a mil, Cristian permitió que la lengua de Francisco se introdujera en su boca para profundizar aún más ese apasionado beso, muestra de la ansiedad que ambos sentían el uno por el otro.

 

A la sombra de aquel árbol y con el sol como único testigo, Cristian y Francisco se declaraban por primera vez su amor con un largo y ardiente beso.

**********

 

En el pueblo de Santo Tomás, Bernardo Arteaga había regresado a su casa y comentaba con su hijo Romeo sobre su extraño encuentro con Cristian.

 

R: ¿entonces Cristian tiene problemas con Francisco?... vaya que Francisco es un tonto...



 

B: tú no eres quién para juzgar a Francisco... es más ni siquiera sé por qué te conté todo esto... espero que esto no salga de entre nosotros...

 

Sonriendo, Romeo dijo: por supuesto que no se lo diré a nadie, papá... no soy ningún chismoso, pero no puedo negar que me alegra lo que está pasando...

 

Muy molesto, Bernardo vociferó: cómo puedes decir eso... ¿te alegran los problemas de los demás?

 

R: de los demás no... este en particular sí... porque me daría mucho gusto que el matrimonio de Francisco y Cristian terminara, así Cristian sería libre y yo...

 

B: no sigas hablando o voy a darte una bofetada... me indigna que seas tan inmaduro como para pretender algo con ese doncel... Cristian está casado y de alguna manera siempre estará ligado a Francisco...

 

Romeo disintió: eso no es verdad papá... Francisco y Cristian aún no han tenido hijos y mientras eso no ocurra, aún no hay ningún lazo que los ate para siempre...

 

B: ¿te olvidas del amor?

 

R: pues si hubiera amor, Francisco no le sería infiel a Cristian...

 

B: no vuelvas a repetir eso... no entiendo cómo fui tan tonto de contarte esto...

 

Romeo miró a los ojos a su padre y dijo: está bien papá, no te molestes, pero una cosa si te digo... si existiera la mínima oportunidad para que yo tuviera a Cristian en mis brazos, te juro que no la dejaría ir... pese a quien le pese...



 

Sin decir más, Romeo se retiró a su habitación dejando a Bernardo muy molesto.

**********

 

En esos momentos, Francisco y Cristian regresaban a la mansión Valencia tomados de la mano... ambos caminaban lentamente por el jardín de rosas sintiéndose embriagados por el suave perfume de las flores.

 

Desafortunadamente, la idílica escena fue interrumpida por don José, el jardinero, quien muy nervioso se dirigió al ojiazul.

 

J: patrón... qué bueno que regresa... pronto vaya con su abuela...

 

Notando la preocupación en el rostro del anciano, Francisco preguntó: ¿qué pasa José? ¿le ocurrió algo a mi abuela?

 

J: vaya con ella patrón... el doctor ya está con ella...

 

Sin esperar más, Francisco corrió hacia la habitación de su abuela, siendo seguido por Cristian.

 

Al subir las escaleras, el ojiazul se topó con el doctor González.

 

Francisco habló con preocupación: doctor ¿qué tiene mi abuela?

 

El médico posó su mano sobre el hombro del varón y respondió: será mejor que seas fuerte hijo... tu abuela está muy mal... tuvo un ataque al corazón y sinceramente no creo que pase de esta noche...

**********

 

En la gran ciudad, Ricardo se encontraba afuera de la oficina de Gilberto esperando ser atendido por él.

 

Cuando por fin le permitieron pasar, el rubio se paró con firmeza frente al escritorio de Gilberto.

 

Con su característica sonrisa, el hombre dijo: vaya que tienes agallas para venir aquí después de lo que pasó anoche...



 

Ricardo respondió: eres tú quien tiene agallas para citarme después de lo que me hiciste…

 

G: y ¿qué te hice?

 

R: ¿se te hace poco venderme con un asqueroso viejo gordo? ¿cómo pudiste engañarme para que yo fuera a ese lugar?

 

Gilberto se puso de pie y como una pantera al acecho se acercó a Ricardo.

 

G: yo nunca te engañé... te dije claramente que necesitaba de tus servicios... nunca te dije que te encontrarías conmigo...

 

R: eres un cínico de lo peor... una cosa es que yo me haya acostado contigo y otra muy distinta que yo sea un prostituto...



 

Gilberto sonrió: por favor Ricardo, no me salgas ahora con que eres un doncel decente...

 

Con altivez, el rubio respondió: pues sí, soy un doncel decente... si me entregué a ti fue por...

 

Gilberto interrumpió: por dinero... te acostaste conmigo por dinero y accediste a ser mi puta por dinero... pues también por dinero te ibas a meter con mi amigo... él es un hombre aún más millonario que yo y sin embargo lo humillaste y a mí me hiciste perder una buena cantidad de dinero...

 

Muy molesto, el doncel contestó: tú y tu amigo se pueden ir al infierno... sólo vine aquí para decirte que no vuelvas a buscarme más... déjame en paz, no quiero saber nunca más de ti...

 

Ricardo se dirigió a la salida cuando fue detenido por Gilberto.

 

G: un momento, tú no te vas de aquí hasta que yo quiera... y soy yo quien va decidir cuándo dejarte en paz... anoche me hiciste perder dinero y tú me lo vas a pagar...

 

Retando al hombre, Ricardo dijo: ¿y cómo te vas a cobrar? ¿violándome como la otra vez?

 

Gilberto río socarronamente: no te mientas a ti mismo Ricardo... sabes tan bien como yo que las veces que has estado conmigo lo has disfrutado... has disfrutado abrirte de piernas para mí... conmigo has conocido la verdadera pasión, por eso accediste a ser mi amante... porque dentro de ti sabes que me deseas como no has deseado a ningún otro hombre...

 

Ricardo vociferó: eres un fanfarrón y me das asco...

 

Gilberto tomó por la cintura al rubio y lo atrajo a su cuerpo.

 

G: eso lo vamos a comprobar ahora mismo... veremos si te doy asco...

 

El varón besó a la fuerza al doncel, quien al principio intentó resistirse, pero segundos después cedió a la ardiente caricia.

 

Justo en ese momento, la puerta de la oficina se abrió dando paso a Esteban, quien había seguido secretamente a Ricardo.

 

El pintor interrumpió el apasionado beso diciendo: así que esta es tu forma de renunciar a tu supuesto trabajo, Ricardo...



 

El rubio doncel empujó a Gilberto y miró muy sorprendido a Esteban sin saber qué decir.


Continuará...

2 comentarios:

  1. Esto se pone ardiente te descubrieron ricardo jajaja q tierno q cristian admita sus sentimientos

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