14.- Canalla

 


Ah ah ah ah ah, esos eran los gemidos de Ricardo de Aragón, quien por cuarta ocasión en una misma noche era usado como un simple objeto de placer por Gilberto De la Fuente.

 

El varón penetraba una y otra vez al doncel sin el más mínimo dejo de ternura, sólo buscando satisfacer sus propias necesidades sexuales.



 

Ricardo aguantaba el dolor pensando que con el dinero que obtendría podría salir de sus apuros económicos... el doncel estaba acostumbrado a la buena vida y no soportaba pasar carencias, por eso prefirió vender su cuerpo a continuar en la miseria.

 

Luego de escuchar gruñir a Gilberto, Ricardo sintió como su ano era ampliado aún más por el miembro del macho que se engrosaba para disparar su descarga de semen inundando el interior del doncel.

 

Poco después, Gilberto desenvainó su virilidad y se levantó de la cama viendo al doncel, que aún resoplaba por la excitación.

 

Ricardo mostraba en todo su cuerpo señales de las caricias bruscas y besos ardientes... además que de su intimidad brotaba el líquido seminal del varón.



 

Con una sonrisa perversa, Gilberto dijo: hoy te has portado muy bien, así que te daré una propina extra...

 

De su billetera, Gilberto sacó un fajo de billetes, el cual arrojó a la cama donde estaba Ricardo... sin decir más, el hombre se metió al baño para darse una ducha.

 

Mientras escuchaba caer el agua de la regadera, el rubio doncel se levantó con cuidado resintiendo aún el dolor del acto sexual en todo su cuerpo... se vistió, tomó el dinero y salió del elegante departamento para volver a su humilde vivienda.

 

Nuevamente, Ricardo encontró dormido a Esteban, por lo que sigilosamente se sentó en la mesa para contar el dinero que Gilberto le había pagado por los favores sexuales.

 

Esta vez, el rubio no se sintió tan humillado, por el contrario pensó que si entregando su cuerpo podía cubrir sus deudas y ayudar a recuperarse a Esteban, continuaría haciéndolo.



 

Ricardo susurró: te amo a Esteban, pero si esta es la única forma de salir adelante, no me detendré... Gilberto es millonario y goza de tenerme en su cama, pues entonces tendrá que pagarme más si quiere seguir disfrutando de mi belleza.

 

Los ojos del doncel brillaron con avaricia pensando en todo lo que podría obtener siendo amante de Gilberto De la Fuente.

**********

 

En la mansión Valencia, Cristian observaba a Francisco acicalarse el cabello frente al espejo de su recámara.


 

El doncel le preguntó a su marido: ¿vas a venir a comer?

 

F: no estoy seguro... ya sabes que hay veces que no tengo tiempo ¿por qué lo preguntas?

 

Cristian guardó silencio por unos instantes... un día antes había escuchado citarse a Francisco con otro doncel en una propiedad de los Valencia... el doncel deseaba preguntarle a su esposo si no llegaría a comer por ir a verse con su "amante", pero nuevamente prefirió callar.

 

C: por nada en particular... bueno, sí... lo que pasa es que si tú no vienes a comer, me gustaría visitar a mi mamá...

 

Francisco respondió: ah pues, ve a casa de tu mamá... seguramente no regresaré a tiempo para comer.

 

El varón se acercó para besar la frente de su doncel y le dijo: nos vemos en la noche mi amor...

 

Con un semblante de tristeza, Cristian contestó: hasta la noche...

 

Cuando Francisco salió de la habitación, el doncel apretó sus puños sintiendo en su pecho la incertidumbre de pensar que su esposo se encontraría con su "amante".

 

Cristian se asomó a su ventana para aspirar la fragancia del jardín de rosas y pensó: ¿por qué me pongo así? después de todo si Francisco consigue otro doncel, yo quedaría libre... pero entonces ¿por qué siento este dolor en el pecho? ¿por qué?



**********

 

“El dolor en mi pecho es cada vez más fuerte”, decía doña Teresa a su médico, quien había llegado a la mansión Valencia para revisarla.

 

Doctor: Teresa, no puedes seguir así... tu corazón ya está demasiado débil... temo que en cualquier momento podrías tener un infarto... Francisco debería de saberlo...

 

Con el hosco carácter que la caracterizaba, la anciana respondió: va, patrañas... mi corazón es el de una vieja y ya está muy cansado, sólo que no quiere dejar de latir hasta conocer a mi bisnieto... ese niño que será el heredero de todo lo que poseo y además preservará el apellido de la familia Valencia.

 

Doctor: eso lo sé muy bien... te conozco desde hace años... pero ¿por qué no le dices a Francisco de tu afección cardiaca?

 

T: porque no quiero preocuparlo, él ya tiene suficientes cosas en que pensar... mi enfermedad no tiene cura, así que me iré de este mundo cuando Dios así lo quiera, pero antes me aseguraré de que haya un heredero...

 

Doctor: en ese caso, no te queda más que esperar a que el doncel de Francisco esté de encargo...

 

T: ya he esperado demasiado... tengo que actuar, tengo que lograr que ese doncel tenga un hijo de Francisco lo antes posible...

**********

 

Y en la casa de la familia De Aragón, Cristian acompañaba en la comida a su madre.

 

Magdalena notaba que su hijo estaba preocupado, era obvio por su semblante.

 

M: ¿qué te pasa Cristian? ¿tienes problemas con Francisco? ¿o es Teresa la que no te trata bien?

 

El doncel respondió con un aire de hartazgo: es todo mamá... tú sabes que yo no me casé con Francisco por gusto...

 

M: no volvamos con lo mismo Cristian... yo mejor que nadie sé por qué te casaste... pero en casa de los Valencia tienes todo, dinero, lujos, un marido buen mozo...

 

C: pero con todo eso no soy feliz y sabes por qué... porque yo fui educado para ser religioso no para ser el doncel de un elegante caballero y mucho menos para ser madre...

 

Magdalena respondió: ya sé que fui yo quien te inculcó la idea de ser religioso, pero a veces las cosas no salen como las planeamos... yo también eduqué a Ricardo para casarse con un hombre de alcurnia y mira cómo terminó... hijo, resígnate a la vida que te tocó vivir y da gracias que duermes entre sábanas de seda y no padeces un calvario...

 

Cristian habló sin pensar: de nada me sirve dormir en sábanas de seda cuando mi marido me...

 

El doncel calló y Magdalena lo cuestionó: cuando tu marido ¿qué? termina lo que ibas a decir Cristian...

 

Tomando aire para decir lo que suponía, el pelinegro completó la frase: cuando mi marido me engaña con otro...

 

Los ojos de Magdalena se abrieron grandemente ante la revelación de su hijo mayor.

 

M: ¿qué estás diciendo? eso no puede ser... te casaste hace muy poco como para que Francisco ya se haya buscado a otro doncel...

 

C: pues así es mamá... Francisco resultó un canalla y tiene un "amante"...

 

Furiosa, Magdalena suspendió su comida y se puso de pie.

 

M: esto es tu culpa Cristian... tú eres el culpable de que Francisco te engañe... no has sabido ser un buen esposo...

 

Sorprendido por la reacción de su madre, Cristian dijo: mamá ¿por qué me dices eso?

 

M: porque no encuentro otra respuesta... tú y Francisco aún deberían estar de luna de miel, pero si él ya se refugia en los brazos de otro doncel es porque tú no has sabido satisfacerlo... eres el único culpable de que tu matrimonio esté fracasando...

 

Con lágrimas en los ojos, Cristian habló: debí suponer que lejos de encontrar apoyo en ti, mamá, únicamente me culparías por la infidelidad de Francisco... no debí contarte nada...

 

Cristian se levantó del comedor y muy molesto se dirigió a la salida de su casa, pero fue detenido por Magdalena quien mirándolo a los ojos le dijo...

 

M: no voy a permitir que por tus tonterías pierdas a Francisco... tu matrimonio con él nos asegura vivir bien... tienes que hacer lo que sea para retenerlo, lo que sea...

 

Cristian se alejó de su madre diciendo: yo no puedo hacer nada para obligarlo a quererme... si ya tiene a otro doncel, pues que se quede con él...



 

Magdalena tomó por los hombros a su hijo y vociferó: no Cristian, no te lo voy a permitir... tú eres el esposo de Francisco y aunque él tenga mil amantes tú seguirás a su lado, pero tienes que asegurarte de que él no pueda separarse de ti...

 

Llorando Cristian también vociferó: y cómo voy a detenerlo ¿cómo?

 

Los ojos de Magdalena brillaron al tiempo de decir: teniendo un hijo... la mejor forma de retener a un hombre es amarrándolo con un hijo... tienes que tener un hijo de Francisco lo antes posible... Cristian, tienes que embarazarte ya, antes que otro doncel sea quien le dé su primer hijo a tu marido...

 

Cristian escuchó las palabras de su madre horrorizado de tener que embarazarse para retener a Francisco a su lado.

**********

 

Mientras tanto, en una casa abandonada propiedad de los Valencia, Francisco se encontraba con Giovanni, el doncel que fuera el amor de su juventud.

 

El coqueto doncel intentaba seducir al varón para convertirse en su amante.



 

G: no sabes cuánto me alegré cuando me citaste aquí... supongo que ya pensaste en mi proposición y aunque debes pensar que no tengo moral, la verdad es que te amo... nunca te he dejado de amar Francisco, y yo...

 

El varón interrumpió al doncel, quien se acercaba cada vez más con intenciones de besarlo.

 

F: escúchame bien Giovanni... si te cité aquí no es por lo que crees... es verdad que pensé en tu propuesta, pero sigo firme en lo que ya te dije... estoy satisfecho con el doncel que tengo por esposo y no pienso engañarlo, no cuando apenas tenemos unos meses de casados... a pesar de todo yo lo respeto y lo quiero... deseo que él sea quien me dé hijos y...

 

Esta vez fue Giovanni quien interrumpió: es que yo no te estoy pidiendo que lo dejes... sólo quiero que tú y yo nos veamos ocasionalmente, para amarnos... para que tú me des un poco de tu amor y un poco de todo lo que tienes...

 

Francisco sonrió al escuchar las últimas palabras del doncel.

 

F: eso es precisamente tu verdadero interés... lo que tú quieres es que yo te dé dinero... te desapareciste por años de mi vida y ahora que sabes que soy un heredero me buscas para ser mi amante... no te importa tu dignidad porque lo único que necesitas es quien resuelva tus problemas económicos...

 

Viendo descubiertas sus intenciones verdaderas, Giovanni intentó convencer a Francisco: te juro que no es así, yo te quiero...

 

El varón se alejó nuevamente del doncel diciendo: mira Giovanni, voy a ser claro contigo... tú ya no me interesas y si en algún momento yo decidiera serle infiel a mi esposo, te aseguro que buscaría a cualquier otro doncel para engañarlo, pero no sería contigo... quiero que te vayas y me dejes en paz... no quiero volver a verte...



 

Giovanni sollozó: por favor Francisco, déjame demostrarte que puedo darte todo el placer que tu doncel no te da...

 

F: ya te dije que no me interesa... y como es obvio que no voy a convencerte, voy a darte gusto... dame tu precio para que me dejes en paz...

 

Al escuchar esas palabras, Giovanni dejó de llorar y preguntó: ¿precio? ¿qué quieres decir?

 

F: quiero que me digas una cantidad de dinero y te la daré, pero sólo la tendrás si me prometes irte de este pueblo y no volverme a buscar... dime cuánto quieres para desaparecer nuevamente de mi vida...

 

Giovanni guardó silencio por unos minutos para luego responder: es que no sé qué decirte... no sé cuánto pedir...

 

Francisco sonrió disimuladamente comprobando que Giovanni seguía siendo el mismo doncel interesado que alguna vez lo dejó por no tener nada que ofrecerle.

 

F: entonces piénsalo y llámame más tarde, pero cuando me llames quiero que sea solamente para darme la cantidad exacta que necesitas... eso sí, recuerda que una vez que recibas el dinero no volverás a molestarme nunca... nos vemos Giovanni y por favor cierra bien la puerta al salir.

 

Sin decir más, el varón abandonó la propiedad dejando a Giovanni sorprendido por el trato de Francisco, pero satisfecho de poder conseguir el dinero que necesitaba.

**********

 

En tanto, Cristian regresó a la mansión Valencia... rápidamente subió las escaleras y entró a su habitación, donde se encontró con una sorpresa, doña Teresa lo estaba esperando.

 

T: buenas tardes Cristian... ¿te sorprende encontrarme aquí?

 

Sorprendido, el doncel respondió: debo confesar que sí... aunque intuyo lo que viene a decirme...

 

La anciana sonrió disimuladamente y acercándose al pelinegro dijo: y según tú ¿qué vengo a decirte?

 

Tomando aire para que las palabras salieran de su boca, Cristian respondió: lo que me ha dicho desde el primer día que llegue aquí... que le dé un heredero... un vástago para preservar el apellido de su familia...

 

T: pues sí, tienes razón... eso es precisamente de lo que vengo hablar contigo, pero esta vez no vengo en tono autoritario, sino a suplicarte que concedas el último deseo de una anciana que tiene los días contados...

 

El semblante endurecido de Cristian cambió al escuchar las palabras de la mujer.

 

C: ¿qué dice?

 

Teresa miró a los ojos al doncel y habló con firmeza: te digo la verdad, una verdad que ni siquiera a mi nieto, tu marido, se la he revelado... me queda muy poco tiempo de vida, meses o semanas tal vez... no sé con exactitud cuando Dios va recoger mi alma, pero me estoy muriendo Cristian, me estoy muriendo...

 

El doncel sintió un nudo en la garganta y respondió tartamudeando: ¿po-por qué me dice esto a mí, señora?

 

T: porque estando a un paso de mi muerte, quiero que tú me ayudes a cumplir mi último deseo... un bisnieto, un heredero... por favor Cristian, necesito que tú tengas un hijo de Francisco...

 

C: pero es que yo...

 

Teresa interrumpió: sí, ya sé que tú y mi nieto hacen lo necesario para concebir, pero a veces lo que se necesita para tener un hijo es desearlo con todo el corazón... Cristian yo sé de tus dudas y que tú no deseabas casarte con mi nieto, sé que las circunstancias y tu madre te obligaron, pero si eres un doncel compasivo, apelo a tu buen corazón para que me ayudes con este último deseo... embarázate de Francisco y dame el heredero que tanto necesito para poder morir en paz...

 

Cristian escuchaba a la anciana sin saber qué responder... cómo podía decirle que si aún no llevaba un hijo dentro de él era porque no cumplía con sus deberes maritales.

 

Muy nervioso, Cristian dijo: sí, doña Teresa, le aseguro que yo también desearé que ese niño venga pronto para que usted esté tranquila...

 

T: no me lo digas sólo por decir, te pido que hagas un esfuerzo y cumplas mi deseo... y una cosa más, no quiero que Francisco sepa lo que me pasa... por favor, no le digas que me estoy muriendo... prométeme que no lo harás...

 

C: y-yo no le diré nada... no se preocupe...

 

Cambiando su semblante hosco, por uno más tierno, la mujer acarició la barbilla de Cristian y le dijo: ¿sabes una cosa? doy gracias a Dios porque tu hermano escapó el día de la boda... estoy segura que él jamás hubiera sido un mejor doncel para Francisco que tú...

**********

 

Y en la gran ciudad, Ricardo comía en su humilde vivienda con Esteban.

 

El pintor observaba con extrañeza la mesa llena de alimentos, por lo que preguntó...



 

E: Ricardo ¿de dónde sacaste el dinero para comprar toda esta comida?

 

R: pues... de unos ahorros que tenía...

 

E: no mientas... eso no puede ser... dime, de dónde sacaste el dinero...

 

El rubio pensó que no podría ocultarle a Esteban el dinero que ganaba, pero sí podía mentirle respecto a su procedencia.

 

R: está bien, te voy a decir la verdad... el dinero me lo dio Gilberto...

 

Muy sorprendido, Esteban dijo: ¿Gilberto De la Fuente? pero si tú mismo me dijiste que él te había humillado y que se había portado muy mal cuando le pediste ayuda para mi operación...

 

R: pues sí, así fue... pero parece que se arrepintió y vino a dejarme un dinero porque sabe que tú no puedes pintar por ahora y que la estamos pasando mal económicamente...

 

Esteban alejó los alimentos y dijo: pues yo no quiero nada que venga de él... no después de cómo te trató... hay que tener dignidad Ricardo...

 

Ricardo respondió con soberbia: pues la dignidad no sirve de nada cuando se trata de comer... la dignidad no me va a sacar de esta miseria...

 

E: ¿lo ves? ahora ya me reclamas por la miseria en la que te hundí al escapar conmigo...

 

R: no te estoy reclamando... simplemente quiero que entiendas mi posición... Gilberto se ofreció ayudarnos y yo no iba a rechazar su dinero por dignidad como tú dices...

 

E: pero es que yo ya no confío en él... quién sabe que vaya a pedirte a cambio por ese dinero...

 

El rubio doncel guardó silencio y luego dijo: Gilberto me ofreció un trabajo...

 

E: ¿trabajo? ¿qué trabajo?

 

Mordiéndose los labios, Ricardo respondió: de traductor...

 

E: ¿traductor?

 

R: sí, tú sabes que yo hablo muy bien el inglés y necesitan un traductor en un club social que Gilberto tiene... ahí llegan personas muy importantes de otros países y requieren de un traductor... no sería un trabajo fijo, sólo serían algunas noches...

 

Esteban miró a Ricardo y preguntó molesto: ¿noches? ¿por qué en la noche?

 

R: pues porque a esa hora me necesitan...

 

E: sí, pero es que en la mañana sería mejor...

 

R: mira Esteban, necesitamos el dinero y si existe esa oportunidad de trabajo yo no puedo ponerme de exigente...

 

E: pues no estoy de acuerdo... no quiero que trabajes y mucho menos en ese club, de noche y tratando con quién sabe qué clase de hombres...

 

R: ay por favor Esteban... no me vas a salir con que estás celoso...

 

E: pues sí, estoy celoso... eres demasiado bello Ricardo y me da miedo que al tratar con hombres elegantes, termines cambiándome por alguno de ellos...

 

Ricardo sonrió y se acercó a Esteban para decirle: aunque trate con príncipes y reyes no te cambiaría por nadie... sabes que te amo, por eso sigo aquí contigo... pero no podemos vivir sólo de amor, uno de los dos necesita trabajar y yo voy hacerlo si tú no puedes...

 

Esteban vociferó: es que soy un maldito inútil... tú no tendrías que trabajar si yo pudiera pintar...

 

Ricardo contestó fríamente: de nada sirve hacer dramas... hay que ver las cosas como son... hagamos un trato, yo voy a trabajar en lo que tú te recuperas... en cuanto estés bien y puedas pintar y vender tus cuadros, entonces yo me dedicaré sólo a ti... ¿te parece?

 

Esteban dudaba en responder cuando golpes en la puerta interrumpieron la conversación.

 

Ricardo acudió al llamado y afuera estaba Gilberto De la Fuente con su acostumbrada sonrisa cínica.


 

El rubio salió rápidamente con él y le preguntó: ¿qué quieres aquí?

 

G: que malagradecido eres Ricardo... mira que anoche te di muy buena propina como para siquiera merecer que me invites a pasar a tu casa...

 

R: por favor Gilberto... no quiero que Esteban te vea...

 

G: coincido en eso contigo... a mí tampoco me interesa verlo...

 

R: ¿qué quieres? ¿por qué estás aquí?

 

Sonriendo, el varón acarició la mejilla del doncel y dijo: porque requiero de tus servicios mañana en la noche...

 

Ricardo se alejó al tiempo de preguntar: ¿mañana?

 

G: sí, la verdad es que me dejaste tan satisfecho, que necesito de tus servicios nuevamente...

 

R: pero es que...

 

Gilberto añadió: va haber muy buen dinero Ricardo, incluso más que el que te di anoche...

 

Los ojos de Ricardo brillaron: ¿más?

 

G: mucho más... claro, dependerá de qué tan bien hagas tu trabajo...

 

Ricardo respondió con soberbia: está bien... ¿a qué hora me necesitas?

 

G: a las ocho de la noche...

 

R: ¿en tu departamento?

 

G: no, esta vez será en otro lugar... apunta la dirección...

 

Minutos después, Ricardo regresó a su vivienda con Esteban, quien lo cuestionó.

 

E: ¿qué diablos pasa Ricardo? ¿por qué te saliste así? ¿quién tocó la puerta?

 

R: e-era Gilberto...

 

E: ¿Gilberto? ¿y por qué no entró?

 

R: pues porque traía prisa... sólo quería decirme algo...

 

E: ¿qué cosa?

 

Ricardo respondió con firmeza: quería decirme que necesita de mis servicios como traductor mañana a las ocho de la noche...



**********

 

Ya pasaban de las ocho de la noche cuando Francisco regresó a la mansión Valencia cansado del trabajo.

 

El varón entró a su habitación creyendo que encontraría a su doncel dormido, pero se sorprendió al encontrarlo despierto leyendo un libro.

 

F: Cristian, creí que ya dormías...

 

Con timidez, el doncel se levantó para acercarse a su marido y ayudarlo a quitarse el chaleco que traía puesto.

 

C: no tenía sueño, así que me puse a leer... ¿ya cenaste? ¿quieres que te traiga algo?

 

La amabilidad del doncel causó extrañeza en el varón.

 

F: ¿te sientes bien?

 

C: s-sí ¿por qué me preguntas?

 

F: no lo sé... te noto raro...

 

C: ¿raro? ¿qué me ves de raro?

 

F: pues... para empezar no acostumbras a recibirme con tanta amabilidad... nunca vienes a mí cuando llego, soy yo quien tiene que acercarse a ti...

 

Cristian se alejó de Francisco y se sentó en el borde de la cama mientras decía: sí, ya sé que no he sido un buen esposo... sé que no he cumplido con mis obligaciones y sé que por eso tú...

 

El doncel calló y Francisco preguntó: por eso yo ¿qué?... termina...

 

C: nada... es sólo que quise tener un gesto amable de mi parte hacia ti... después de todo tú has sido muy paciente conmigo... de alguna manera quería corresponderte...

 

Francisco sonrió y se acercó al doncel para acariciar sus cabellos negros.

 

F: y lo has logrado... el recibirme como lo has hecho me llena de alegría... disculpa si me porté descortés, pero me sorprendí, eso es todo...

 

Cristian se puso de pie y mirando a los ojos azules de su marido preguntó suavemente: ¿y te agrada que yo te reciba así?

 

Francisco contestó acercando su cuerpo más al de su doncel: me gustaría más si me recibieras con un beso...

 

La respiración de Cristian comenzó a apresurarse y casi instintivamente humedeció sus labios como invitando al varón para que este los asaltara sin permiso.



 

Francisco entendió la señal y sin dejar de mirar a los ojos a Cristian, fue acercando su rostro lentamente al del doncel.

 

Con el corazón latiéndole fuertemente, Cristian cerró sus ojos y sólo sintió cómo sus labios se unían a los de su marido en un beso deseado largamente por ambos.

 

Era un beso tan dulce, pero tan ardiente a la vez... era el beso de dos amantes que se desean, pero que no pueden consumar su deseo.

 

Francisco era un experto besando y Cristian, a pesar de su inexperiencia, luchaba por a través de ese beso decirle a Francisco que deseaba empezar de cero, que deseaba darse una nueva oportunidad... que deseaba que lo tomara como en su noche de bodas.

 

Sin despegar sus labios, Cristian sintió el brazo de Francisco posarse en su cintura, sintió cómo la mano de su marido comenzaba a deslizarse por su cadera para bajar aún más.

 

Pero el momento fue interrumpido por golpes en la puerta... la sirvienta de la casa rompió el bello instante diciendo...

 

Sirvienta: señor Francisco... tiene una llamada...

 

El varón maldijo su suerte y tuvo que desprenderse de su doncel para responder: ¿quién me llama?

 

Sirvienta: no me dijo su nombre, pero es la misma persona que le llamó ayer a esta misma hora...

 

Esas palabras fueron como una bofetada para Cristian, quien tuvo que soportar que su marido lo dejara para ir a atender la llamada.

 

El doncel sabía de quién se trataba, pero aún así corrió al teléfono de la habitación para levantarlo y escuchar la conversación.

 

Sintió su sangre helarse al oír la voz del otro doncel decir: al fin contestas "mi amor"...

 

Francisco respondió secamente: no me digas así...



 

G: perdón, pero es que siempre te he llamado así...

 

F: dime, pensaste en lo que hablamos...

 

G: sí, y ya tengo una respuesta... ¿podemos vernos mañana nuevamente a la misma hora y en el mismo lugar?

 

F: está bien... nos vemos ahí a la hora de la comida y ahora voy a colgar... estoy con mi esposo y no quiero que sospeche... hasta mañana...

 

Giovanni: hasta mañana... descansa "mi amor"...

 

Con los ojos llenos de lágrimas, Cristian colgó el auricular rápidamente... sentía su corazón deshecho, pues nuevamente comprobaba que Francisco lo estaba engañando con otro doncel, pero se resistía a creerlo.

 

Al escuchar que Francisco subía las escaleras, Cristian se acostó y se cubrió con las sábanas para evitar que su marido lo viera con el rostro empapado con el llanto.

 

Francisco entró feliz a su recámara esperando encontrar a Cristian con la misma actitud que unos momentos atrás, pero se decepcionó al darse cuenta que el doncel nuevamente se le negaba.

 

Con un dejo de tristeza, el varón se sentó en el sofá que dormía sin sospechar que debajo de las sábanas, Cristian vivía su propio calvario.



**********

 

Al día siguiente, Cristian pasó toda la mañana pensando en Francisco y su "amante".

 

El doncel pensaba en que quizás estaba confundido... quizás todo se trataba de una confusión... o tal vez una cruel broma.

 

Cristian pensó que sólo había una forma de comprobarlo y era yendo a la propiedad donde Francisco se había citado con su supuesto "amante".

 

Cuando Giovanni llamó por primera vez, Cristian se grabó la dirección en su mente y ahora estaba dispuesto a ir a ese lugar para comprobar la infidelidad de su marido.

 

Pero qué pasaría después, se preguntaba Cristian... qué pasaría si comprobaba que efectivamente Francisco se encontraba con otro doncel.

 

"No puedo vivir con esta incertidumbre", se dijo para sí mismo y sin esperar más Cristian salió de la mansión con rumbo a la otra propiedad de los Valencia.

 

Al llegar, Cristian descubrió que se trataba de una casa no tan grande como la mansión en que vivía, pero sí era una propiedad de buen tamaño.

 

El doncel se colocó detrás de un gran árbol desde donde podría observar bien a quien entrara y saliera del lugar.

 

Los minutos de espera fueron eternos hasta que Cristian vio llegar a Francisco, quien entró a la casa sin sospechar que era observado.

 

Poco después, el pelinegro vio acercarse una silueta que apenas alcanzaba a distinguir... cuando estaba más cerca, Cristian por fin apreció el rostro del doncel que tocaba la puerta de la casa... era el mismo doncel con el que vio a Francisco besándose en la gala de los San Román.

 

Nuevamente, los ojos de Cristian se nublaban por el llanto... ya había lugar a dudas, Francisco tenía un "amante"... Francisco lo engañaba con otro doncel.

 

Cristian no quiso esperar más y se alejó corriendo de ese lugar.

 

Sin embargo, Cristian estaba lejos de suponer lo que realmente ocurría dentro de aquella casa.

 

Francisco le preguntaba a Giovanni con desdén: ¿ya tienes la cantidad exacta que necesitas?

 

El descarado doncel respondió: sí, la escribí en este papel...

 

El varón leyó la cantidad y sonriendo dijo: es bastante dinero, pero lo pagaré con gusto para no volverte a ver... mañana te veo aquí mismo con el dinero... después de eso, quiero que desaparezcas para siempre...

 

Giovanni intentó acercarse a Francisco diciéndole: mi amor por qué no puedes entender que...

 

El ojiazul tomó bruscamente por los hombros al doncel y le dijo: te repito que no me gusta que me llames "mi amor"... si vuelves hacerlo olvídate del dinero... nos vemos mañana a esta misma hora... y espero que después de mañana no vuelva a verte nunca...

 

Francisco salió de la casa para dirigirse a sus actividades de trabajo mientras que Giovanni no pudo disimular una sonrisa de satisfacción.



**********

 

El reloj marcó las ocho de la noche y en la gran ciudad, Ricardo acudió puntualmente a su cita con Gilberto De la Fuente.

 

Al llegar, el doncel notó que se trataba de un edificio igual de ostentoso que el otro donde Gilberto tenía su departamento.

 

Ricardo dio su nombre en la recepción y le indicaron el número de departamento donde lo esperaban.

 

El rubio llegó hasta donde le indicaron y antes de entrar pensó en lo que estaba haciendo... se había convertido en un doncel que vendía su cuerpo por dinero a un hombre millonario.

 

Ricardo dudó y deseó salir corriendo y olvidarse de todo, pero si lo hacía sólo le esperaba la miseria... no, él no estaba acostumbrado a la pobreza, no podría acostumbrarse nunca...

 

Gilberto le ofrecía dinero por su cuerpo y si tenía que prostituirse por dinero, lo haría... que de algo le sirviera su belleza, pensaba el rubio doncel.

 

Ricardo abrió la puerta y entró a ese departamento que desconocía, pero que era igual de elegante que el otro donde ya se había entregado a su comprador.

 

El rubio continuó su camino y escuchó ruidos que provenían de la recámara, por lo que supuso que ahí le esperaba Gilberto, para tomarlo nuevamente.

 

Con decisión, Ricardo entró a la recámara donde se encontró con alguien que no era Gilberto, sino con un hombre de más de 50 años, gordo, calvo y con una prominente barriga... el hombre estaba semidesnudo sobre la cama fumando un puro y portando un reloj y una pulsera de oro, objetos que demostraban su encumbrada posición social.

 

Muy sorprendido, Ricardo preguntó: ¿quién es usted? ¿qué hace aquí?

 

Sonriendo cínicamente, el hombre contestó: quién soy yo no importa... importa quién eres tú... si eres lo que mi amigo Gilberto me prometió, debo decir que salí ganando, eres mucho más bello de lo que él me dijo...

 

Tragando saliva y sintiendo que sus mejillas se pintaban de color rojo, Ricardo habló: ¿Gilberto? ¿usted es amigo de Gilberto De la Fuente?

 

El hombre respondió: sí y supongo que tú eres Ricardo... ven aquí Ricardo... métete a la cama conmigo... Gilberto me dijo que eres una verdadera puta en la cama...

 

Ricardo se quedó paralizado sin poder creer en lo que se había metido.



**********

 

Y en el pueblo de Santo Domingo, Francisco regresaba a la mansión después de un extenuante día de trabajo.

 

Antes de entrar a la casa, el varón cortó una rosa del jardín y la olió evocando el dulce beso que una noche antes le había dado su doncel.

 

Esperando que Cristian lo recibiera de la misma forma que la noche anterior, Francisco subió las escaleras de la casa con una sonrisa en los labios.

 

Antes de ingresar a su habitación, el ojiazul se acicaló el cabello y abrió la puerta.

 

Francisco entró al cuarto esperando que Cristian se acercara a él, pero esta vez, el doncel estaba sentado sobre la cama y no se movió al verlo.

 

A pesar de la decepción, Francisco caminó hacia Cristian y ofreciéndole la rosa que cortó le dijo: una flor hermosa para un doncel aún más hermoso...

 

Con desdén, Cristian recibió la rosa y se puso de pie caminando hacia la ventana y dándole la espalda a su marido.

 

Francisco estaba sorprendido por la actitud de Cristian y acercándose a él le preguntó: ¿qué te pasa mi amor?

 

Esas palabras fueron el detonante para Cristian, quien susurró para sí mismo: ¿"mi amor"?



 

Instintivamente el doncel alzó su mano derecha y le plantó a Francisco una tremenda bofetada que resonó en toda la habitación.

 

El varón no podía creer lo que estaba ocurriendo, pero irguiéndose con coraje y con la mejilla enrojecida vociferó.

 

F: ¿qué te pasa Cristian? ¿cómo te atreves a pegarme?

 

Sin poder contener más el llanto, Cristian también alzó la voz: pasa que nunca pensé conocer a un hombre tan hipócrita y tan ruin como tú...

 

Sin entender nada, el ojiazul habló: ¿qué dices? ¿estás loco?

 

Con el rostro empapado, Cristian respondió: sí, estoy loco... estoy loco por creer que eras un buen hombre, por confiar en tus palabras dulces, por pensar que eras diferente... ESTOY LOCO POR HABERME ENAMORADO DE UN CANALLA COMO TÚ...




Continuará...

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